Vox es de extrema derecha, y no lo dije yo
«Lo que queda claro es que sí me refiero a la extrema derecha, y hay personas de Vox que se dan por aludidas, es porque se supone que ellos sabrán mejor que nadie en qué lado del tablero ideológico se encuentran»
La semana pasada escribí un artículo en este periódico donde un servidor decía que a la extrema derecha no le gustan los extranjeros. La xenofobia y el racismo siempre ha sido uno de los primeros mandamientos de su credo. Uno no entiende por qué esto pudo molestar a alguien, empezando por los que defienden estos preceptos. Otra cosa es que no se sepa lo que se quiere decir cuando se alude a este movimiento ideológico.
En un momento de la historia como el actual, donde hay mucha gente llamando fascista a todo el que no piense de su misma manera, es normal que se haga aún más difícil de entender cuando a alguien se le quiere acotar o resumir en que pertenece a la extrema derecha. Un servidor tiene claro lo que significa ese concepto, pero uno no puede ponerse en la cabeza de los demás y matizar de manera individualizada para no molestar a nadie, en un momento donde los ofendiditos se encuentran en ambos lados del espectro ideológico, si los simplificamos en derechas e izquierdas.
Del artículo que escribí ese día me han sorprendido varias cosas, además de esta, y a la que volveré más tarde. Pensé que sería un texto que molestaría más a la gente más escorada a la izquierda, esa gente de piel tan sensible que ve necesario votar a Podemos o Sumar, como cuidados paliativos ante el dolor de su alma. Decía que me parecía irónico que unos partidos deseosos de que fueran los españoles los que cometieran los delitos más graves, asesinatos, violaciones, etc, después quisieran ser votados por otros compatriotas, con los que comparten condición. Esto me parecía bastante más polémico y arriesgado, no porque no piense que sea cierto, si no, no lo hubiera escrito, sino porque no se entendiera lo que quería decir. Además, me explayaba más en mis argumentos con este sector ideológico, que con el otro, y con el que simplemente daba unos datos que me parecen obvios.
Pues resulta que no fue así, y los que más se molestaron fueron los del otro sector, y concretamente algunos votantes o seguidores de Vox. Se dieron por aludidos cuando escribí que a la extrema derecha no le gustaban los extranjeros. Un servidor no tecleó en ningún momento del artículo esas tres letras seguidas de ese partido político, pero algunos de sus seguidores afirmaron en los comentarios al artículo, que su partido no era racista ni xenófobo, y que era ridícula mi equidistancia. Otro me dijo que apadrinara a un «mena». Hay más, pues otro salió de forma furibunda a defender a los lideres de Vox, y me preguntaba cuándo alguno había dicho que odian a los extranjeros. Y voy a finalizar con el que dice que supone como votante de Vox, que les meto en ese grupo.
Espero que no se tomen a mal estos consejos que les voy a dar a estas personas y a quienes piensen como ellos. Tengan una mejor comprensión lectora. No inventen lo que no aparece en el texto. Lean despacio y de manera atenta si es que quieren entender lo que pone en cualquier escrito, es algo que les digo a ustedes, pero que también me lo recuerdo a mí, para no caer en estos errores.
Es cierto que estamos en un momento donde mucha gente vive mejor en el sesgo, la confrontación, y la imposición de sus ideas sobre las del resto. Pero lo que me parece surrealista del todo, es asumir como propia la manera en que te cataloga tu rival o enemigo ideológico, elijan ustedes cómo los ven. Que los partidos que actualmente representan a la izquierda española en el Congreso tilden a Vox como un partido de ultraderecha es una cosa que no tiene nada que ver conmigo, pues un servidor ni les vota a ellos, pero tampoco a los otros. Que esos partidos utilicen esos términos para sus beneficios electorales es algo lógico, pues como se ve es algo que les funciona. Pero que sean algunos de ustedes los que le compren esa forma de definirles, es lo que no tiene ni pies ni cabeza. En este sentido habrían perdido la batalla del relato al asumir la manera que utilizan para denominarles.
Si algunos de los seguidores de Vox se sienten interpelados ante el mantra repetitivo de los representantes políticos de la izquierda y de sus más fieles súbditos en las redes sociales, un servidor no puede hacer nada ante ello. El problema estaría entre los distintos tipos de seguidores de Vox y si están de acuerdo o no con asumir esa definición. Lo que queda claro es que sí me refiero a la extrema derecha, y hay personas de Vox que se dan por aludidas, es porque se supone que ellos sabrán mejor que nadie en qué lado del tablero ideológico se encuentran. ¿Y quién sería yo entonces para llevarles la contraria?