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Cultura

Peggy Guggenheim, el puente entre las vanguardias europeas y norteamericanas

Una exposición, que rinde homenaje a la mecenas de arte contemporáneo, coincide con la publicación de sus memorias

Peggy Guggenheim, el puente entre las vanguardias europeas y norteamericanas

Peggy Guggenheim posa en su galería neoyorquina Art of This Century, 22 de octubre de 1942 | Berenice Abbott [atribuida a]/ Copia digital © 2024 Estate of Berenice Abbott © AP Photo / Tom Fitzsimmons

«Mi infancia no solo fue de lo más solitaria y triste, sino que estuvo marcada por el sufrimiento». Así describe sus primeros años la coleccionista y mecenas de arte Peggy Guggenheim (Nueva York, 1898- Padua, 1979) en Confesiones de una adicta al arte, sus memorias recientemente reeditadas por la editorial Lumen. Nació en una familia judía de gran riqueza e influencia en Nueva York. Los Guggenheim eran una dinastía de empresarios que habían amasado una enorme fortuna, principalmente a través de la minería. Sin embargo, su vida de privilegios no la eximió del dolor. En 1912, cuando Peggy tenía apenas 13 años, su padre, Benjamin Guggenheim, murió trágicamente en el hundimiento del Titanic. Este evento dejó una huella profunda en la menor, quien creció con una sensación de desarraigo emocional, a pesar de su privilegiada posición económica. «La muerte de mi padre me afectó profundamente. Tardé meses en asimilar la terrible pesadilla del Titanic y años en recuperarme de la pérdida de mi padre».

Este vacío y la falta de afecto en su familia la llevaron a forjar una personalidad rebelde y a buscar su propio camino, alejándose de las expectativas que la sociedad neoyorquina tenía para una joven de su clase. Desde su adolescencia, Peggy se interesó por el arte y la cultura, una pasión que la llevaría a convertirse en una de las más grandes mecenas del arte moderno, pero también en una mujer en constante búsqueda de su identidad y libertad. «Tenía auténtico afán por mejorar el mundo. Me volví radical y por fin salí del asfixiante ambiente en que me había educado». 

Ahora, la Fundación MAPFRE de Madrid rinde homenaje a esta pionera con la exposición 31 mujeres. Una exposición de Peggy Guggenheim, abierta hasta el 5 de enero, que recrea su icónica muestra de 1943, Exhibition by 31 Women, donde por primera vez se expusieron juntas las obras de 31 mujeres artistas en su galería en Nueva York. Patricia Mayayo, comisaria de la muestra, explica a THE OBJECTIVE que lo expuesto ahí no es propiamente lo que Peggy expuso originalmente porque hay «muy poca documentación de la muestra histórica y no hay ni siquiera fotografías de época ni está claro qué obras estuvieron presentes en la exposición del 43». Se trata de una reflexión sobre las estrategias que utilizaron las mujeres artistas que participaron en la exposición, a partir de sus obras, y el papel de la propia Peggy Guggenheim en relación a ellas. «Nuestra intención es dar una visión, en términos modestos, pero una visión diferente del arte de los años 30 y 40 y la presencia de las mujeres en las vanguardias».

Dorothea Tanning, Costumbres españolas, 1943, Óleo sobre lienzo 25,4 x 20,3 cm, The 31 Women Collection/ © The estate of Dorothéa Tanning, VEGAP, Madrid, 2024 © 2022-2024 JPS Artworks LLC

Tras una temporada en Europa, Peggy abrió en Nueva York, en 1942, la legendaria galería Art of This Century, un espacio que se convirtió en el epicentro del arte moderno en la ciudad. En este contexto, en 1943 organizó una exposición que cambiaría el curso de la historia del arte. En un mundo dominado por artistas masculinos y en un momento en que las mujeres luchaban por obtener el mismo reconocimiento, Peggy decidió darles un espacio propio. La exposición incluyó las obras de 31 mujeres artistas, muchas de las cuales eran prácticamente desconocidas en ese momento. Entre las participantes estaban figuras que más tarde se convertirían en iconos, como Frida Kahlo, Leonora Carrington, Dorothea Tanning o Kay Sage. 

Este acto de Peggy no solo puso de relieve el talento de estas artistas, sino que también subrayó el compromiso de la galerista con la igualdad de género en el arte. «Fue una de las primeras exposiciones en Estados Unidos dedicada exclusivamente a exponer obra de mujeres artistas. Esto sucede en un momento en el que estas tenían muchas dificultades para ser aceptadas en los movimientos de vanguardia. Tanto en el surrealismo como todavía más aún en la abstracción norteamericana después de la guerra. Las mujeres muchas veces tuvieron un papel secundario, eran consideradas acompañantes o musas, y esta fue una forma de poner en valor su participación en el mundo del arte», explica Mayayo. 

Portada del libro

Europa y matrimonios turbulentos

A lo largo de su vida, Peggy Guggenheim estuvo inmersa en una serie de relaciones apasionadas y tumultuosas, muchas de las cuales formaron parte integral de su identidad como mecenas del arte. Su primer matrimonio fue con Laurence Vail, un escritor y pintor del círculo bohemio de París, a quien conoció en la década de 1920. Peggy se había trasladado a Europa con la intención de escapar del ambiente conservador de Nueva York y rápidamente quedó fascinada por la vibrante escena artística parisina, donde florecían movimientos como el dadaísmo y el surrealismo. En la bohemia parisina, Peggy conoció y entabló amistad con algunas de las figuras más importantes de la época, como Marcel Duchamp, que ejercería una gran influencia en su formación como coleccionista. Se relacionó con la société mondaine como Jean Arp, Kandinsky, Mondrian, Yves Tanguy, James Joyce o André Breton, entre muchos otros.

Su matrimonio con Vail fue, en palabras de Peggy, «de lo más tempestuoso». La pareja tuvo dos hijos, Sinbad y Pegeen, pero su relación estuvo marcada por frecuentes peleas, golpes y tensiones, que acabaron desencadenando el divorcio en 1930. «Los maridos siempre me han parecido más satisfactorios cuando acaba el matrimonio que mientras dura». Sin embargo, fue durante estos años cuando Peggy comenzó a forjar sus primeras relaciones con figuras clave del arte moderno, estableciendo amistades que la influirían profundamente como coleccionista.

Berenice Abbott, Peggy Guggenheim, 1926, Copia de plata en gelatina, The 31 Women Collection/ © 2024 Estate of Berenice Abbott

Tras su divorcio de Vail, Peggy se lanzó a nuevas relaciones. Entre sus amantes y amigos se encontraban algunos de los artistas más influyentes de su tiempo. Entre ellos destacó Samuel Beckett, el célebre dramaturgo, con quien tuvo un breve pero intenso romance. «Siempre decía que algún día nuestra vida se arreglaría, pero, si se me ocurriera presionarle para tomar la decisión que fuera, las consecuencias eran funestas. Conversar con él resultaba muy difícil. Nunca estaba muy animado, y costaba horas y grandes cantidades de alcohol que se desinhibiese y terminara por explayarse. Sentía auténtica pasión por James Joyce, con cuya hija había estado comprometido». Beckett tuvo una fuerte influencia en Peggy, reforzando su convicción de que el arte era una de las pocas fuerzas capaces de trascender la banalidad de la existencia.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó uno de los momentos más dramáticos en la vida de Peggy Guggenheim. En 1939, mientras Europa caía en el caos de la guerra, Peggy se encontraba en París. Consciente del peligro que representaba la ocupación nazi tomó la decisión de salvar su creciente colección de arte moderno. «Laurence Veil llegó a la conclusión de que para mí era más prudente irme a Norteamérica en primavera con los niños […]. Peor aún era el miedo a que me mandaran a un campo de concentración por ser judía». Adquirió numerosas obras a precios bajos, ya que muchos artistas estaban huyendo o luchando por sobrevivir. En sus memorias, Peggy cuenta cómo logró escapar de Europa y llegar a Estados Unidos con su preciada colección, que incluía obras de artistas como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Georges Braque y Piet Mondrian. 

Vuelta a los orígenes

Su segundo matrimonio fue con el artista alemán Max Ernst –a quien ayudó con la entrada en Estados Unidos–, una relación igualmente turbulenta que duró pocos años. Ernst, una figura central del surrealismo, fue parte del círculo que definió la colección de Peggy y sus intereses artísticos. Una anécdota amarga que cuenta en sus memorias es que justamente en la exposición mencionada anteriormente Ernst conoció a Dorothea Tanning y tuvieron un affaire. «No tardaron en hacerse más que amigos, y me di cuenta de que hubiera debido hacer la exposición sólo con treinta mujeres. Aquello estaba destinado a terminar con nuestro matrimonio». 

Peggy no se conformó con ser una socialité más de su época. Rompió moldes, apoyó a artistas que cambiarían la historia del arte moderno y desafió las normas sociales de su tiempo. Tal y como explica Patricia Mayayo, Peggy «sirvió de puente, en la época de la Segunda Guerra Mundial, entre las vanguardias europeas y las vanguardias norteamericanas». Falleció en 1979, pero su legado sigue vivo en su amada Colección Peggy Guggenheim en Palazzo Venier dei Leoni en Venecia –decidió regresar a Europa, estableciéndose en la ciudad italiana, donde permanecería por el resto de su vida–, que multitud de turistas visitan cada año. Tal y como se define ella en sus propias páginas, siempre fue «una niña precoz». 

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