THE OBJECTIVE
Ilustres olvidados

Francisco Salvá Campillo, precursor del telégrafo

Este médico catalán fue un adelantado en el estudio de las aplicaciones prácticas de la electricidad

Francisco Salvá Campillo, precursor del telégrafo

Retrato de Francisco Salvá Campillo. | José María Marqués.

España, a diferencia de Inglaterra o Francia, no tiene la fama de ser un país de inventores. Sin embargo, en episodios pasados de este podcast, ya hemos contado la historia de varios científicos que contribuyeron al desarrollo de distintos artefactos. Por ejemplo, Emilio Herrera, que patentó el primer traje espacial, o Leonardo Torres-Quevedo, que inventó un modelo de dirigible, un teleférico o una máquina que jugaba al ajedrez. En el campo de la medicina, por su parte, destacan los logros de Fidel Pagés, con la anestesia epidural; de Jaime Ferrán y Clúa, responsable de la primera vacuna contra el cólera; o de Antonio Ribera Blancafort, que dio con el ibuprofeno.

Así pues, esta semana nos centraremos en la figura de otro de estos inventores. Su contribución está hoy en día obsoleta por el desarrollo de incontables herramientas de comunicación, como el teléfono, los chats o las redes sociales. Con todo, en su tiempo hizo una aportación muy destacada para facilitar la conexión entre personas.

De quien hablamos es de Francisco Salvá Campillo, un personaje fundamental para entender el desarrollo de uno de los inventos más revolucionarios de la historia en el campo de la comunicación, el telégrafo, un dispositivo que, aunque ahora nos resulte muy lejano, gozó de notable uso hasta hace apenas unas décadas. Recordemos que este aparato emplea señales eléctricas para la transmisión de mensajes de texto codificados.

Si se estudia la historia del telégrafo con un poco de profundidad, y dejando al margen enfoques chauvinistas, se puede concluir que no hay una sola persona responsable de su desarrollo. En otras palabras, no hay un sólo inventor del telégrafo —no, tampoco Guillermo Marconi ni Samuel Morse—, sino que su nacimiento fue fruto del esfuerzo continuado de varios científicos de muchos países a lo largo de varias décadas.

Francisco Salvá Campillo, un médico ilustrado

Uno de los más destacados de este grupo es el barcelonés Francisco Salvá Campillo, nacido en 1751 en una familia ligada al campo sanitario. El joven Francisco siguió los pasos de su padre y estudió Medicina en la Universidad de Valencia. En sus primeros años ejerciendo como doctor, Salvá entró en contacto con la nueva vacuna contra la viruela, recién descubierta por el británico Edward Jenner. El médico catalán se convirtió en un gran defensor del novedoso sistema de inmunización y contribuyó a su difusión en España.

Otros de los intereses de Salvá como investigador fueron el escorbuto o la fiebre tifoidea. De hecho, la Real Sociedad de Medicina de París llegó a premiar una publicación suya sobre estas enfermedade. El médico barcelonés también fue defensor de la importancia de la higiene en los hospitales, mucho antes de que esta idea se popularizara en la medicina moderna.

Precursor del telégrafo

Pero la curiosidad de Salvá, como personaje ilustrado que era, iba mucho más allá de la medicina. Fue en Francia, donde Salvá estudió la tesis, cuando por vez primera entró en contacto con las ideas sobre la electricidad difundidas por Benjamin Franklin (recordemos que este padre fundador de Estados Unidos vivió varios años en el país galo actuando como embajador). El médico catalán empezó entonces a interesarse por la electricidad, que en su época era un campo emergente y fascinante para muchos intelectuales. Salvá dedicó años a investigar la naturaleza y los efectos de la electricidad, y experimentó con diversas aplicaciones prácticas.

Fue así como, en 1795, Salvá presentó un innovador proyecto de telegrafía eléctrica a la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en el que proponía el uso de impulsos eléctricos para transmitir mensajes a distancia. Este fue uno de los primeros intentos documentados de desarrollar un sistema de comunicación telegráfico utilizando electricidad, precediendo otros desarrollos en Europa. Su proyecto teórico fue sorprendentemente avanzado para su tiempo y es considerado un precursor del telégrafo eléctrico que posteriormente perfeccionaron otros inventores como Samuel Morse.

Salvá sugirió que, mediante la disposición de cables y electrodos conectados a una fuente de electricidad, se podían enviar señales que representaran letras o números a larga distancia. Aunque su sistema no llegó a construirse debido a las limitaciones tecnológicas de la época, su teoría fue influyente y se considera un paso fundamental en el desarrollo de las comunicaciones modernas.

El telégrafo no fue el único interés de Salvá al margen de la medicina. Su espíritu inquieto le llevó también a adentrarse en campos tan diversos como la meteorología, la fabricación de lino, el desarrollo de globos aerostáticos o la renovación del aire en naves submarinas. Por su trabajo incansable y su inquebrantable curiosidad, Francisco Salvá Campillo se convirtió en uno de los intelectuales ilustrados más respetados de su tiempo. Murió en Barcelona en 1828.

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