'¿Guerra o paz?': Estados Unidos, Europa, China y la trampa de Tucídides
El catedrático y experto en relaciones internacionales José María Beneyto desgrana las claves de la geopolítica venidera
En la complejidad del mundo contemporáneo, en el que las tensiones entre grandes potencias se entretejen con una interdependencia sin precedentes, pocas voces ofrecen un análisis tan matizado y clarividente como la de José María Beneyto. En su último ensayo, el autor aborda lo que considera, evocando a Ortega y Gasset, «el gran tema de nuestro tiempo»: la pugna global entre Estados Unidos y China, dos titanes que encarnan modelos radicalmente opuestos y que, sin embargo, están condenados a coexistir en un equilibrio tan frágil como inevitable.
Beneyto no duda en situar a China como protagonista de esta nueva era. «China no juega al ajedrez; juega al Go», afirma con determinación, destacando la diferencia fundamental entre las estrategias orientales y occidentales. Mientras el ajedrecista siempre busca una victoria rápida y directa, el Go consiste en rodear y controlar, construyendo un dominio progresivo y a largo plazo. Este enfoque, arraigado en su milenaria tradición, define la hoja de ruta geopolítica de Beijing: evitar la confrontación militar directa mientras se fortalece económica, tecnológica y comercialmente.
Taiwán es una pieza crucial en este tablero. Para Beneyto, la isla no solo representa una reivindicación patriótica y política para el Gobierno chino, sino también un objetivo tecnológico y económico de primer orden. «Taiwán fabrica el 90% de los semiconductores avanzados del mundo; para China, lograr la autonomía tecnológica en este ámbito es vital», explica. Y aunque señala que Beijing prefiere estrategias de seducción y presión para atraer a la isla, también advierte que las maniobras militares chinas en el estrecho de Taiwán son un recordatorio constante de su determinación.
Tucídides y el cortoplacismo occidental
Por otro lado, Beneyto pone el foco en las debilidades de Occidente, particularmente su tendencia al cortoplacismo. Mientras China diseña estrategias que abarcan décadas, los gobiernos democráticos, atados a ciclos electorales, suelen caer en la inmediatez. Esta desventaja estructural plantea preguntas difíciles sobre la capacidad de Estados Unidos y Europa para resistir lo que Beneyto describe como «la trampa de Tucídides», —es decir, el riesgo de que la potencia hegemónica y la potencia emergente entren en un conflicto inevitable. «La historia está llena de ejemplos, pero no estamos condenados a repetirla. La clave está en cómo gestionemos esta transición».
El autor es firme al subrayar que Estados Unidos no está tan debilitado como algunos sugieren. Desde su punto de vista, sigue siendo «el país esencial», con ventajas significativas en tecnología, inteligencia artificial, capacidad militar y control de los mares. Pero también advierte de que la mentalidad transaccional de líderes como Donald Trump podría poner en peligro alianzas fundamentales como la de la OTAN mientras se concentra en «asfixiar» a China mediante aranceles y barreras comerciales.
Europa: la cuerda floja entre EEUU y China
En este escenario, Europa camina en un delicado equilibrio. Beneyto elogia la estrategia de «reducción de riesgos» propuesta por Ursula von der Leyen, que busca limitar la dependencia europea de China sin romper completamente los lazos. Sin embargo, también critica la falta de visión estratégica de los líderes europeos. «Hemos vivido en una especie de limbo, confiando en que nuestra seguridad estaba garantizada por Estados Unidos y nuestra prosperidad por un comercio global abierto. Esto se ha acabado».
El autor insiste en que Europa debe reforzar su autonomía en áreas clave como la defensa, la tecnología y la energía. Al mismo tiempo, advierte contra la tentación de una política exterior demasiado independiente respecto a Washington. «No podemos prescindir de Estados Unidos. La clave es construir una relación que combine el apoyo mutuo con nuestra capacidad para dialogar con China desde una posición de fuerza».
Quizá una de las reflexiones más brillantes de Beneyto durante la conversación sea su advertencia sobre la fragilidad del orden mundial actual: «La paz no es inevitable, pero tampoco lo es la guerra. Estamos en una situación frágil y gruesa, donde cualquier error de cálculo o accidente puede desatar una crisis global. Taiwán, como antes lo fue Cuba, puede convertirse en el epicentro de una escalada que nadie desea, pero que nadie sabe cómo detener». Estas palabras resuenan como un recordatorio urgente de la necesidad de crear mecanismos de gestión de tensiones que eviten repetir los errores del pasado.
El papel de España en un tablero global
Finalmente, Beneyto reflexiona sobre el rol que puede desempeñar España en este contexto. Aunque reconoce los esfuerzos del Gobierno español por reforzar la relación con China, advierte que el camino no puede ser unilateral. «Intentar relaciones bilaterales aisladas con China debilita nuestra posición como parte de la Unión Europea y genera tensiones con Estados Unidos», explica. En cambio, aboga por una política exterior que articule intereses nacionales con una visión común europea, aprovechando los canales diplomáticos propios sin perder de vista el contexto más amplio.
La incertidumbre como constante
En última instancia, el análisis de Beneyto deja claro que estamos en un momento definitorio de la historia. La transición hacia un nuevo equilibrio global no está exenta de riesgos, pero tampoco de oportunidades. La clave, según el autor, radica en encontrar formas creativas y pragmáticas de gestionar las tensiones, apostando por el diálogo sin renunciar a la firmeza. «El futuro no está escrito, pero dependerá de nuestra capacidad para imaginar un orden distinto al que hemos conocido».
Con estas palabras, José María Beneyto invita a pensar el mundo desde una perspectiva que trasciende el inmediatismo. Su ensayo no es solo una hoja de ruta para entender la complejidad global, sino también una llamada a la responsabilidad colectiva en un tiempo marcado por la incertidumbre y la volatilidad.