Basilio Baltasar alerta contra el dominio del espíritu humano por las máquinas
THE OBJECTIVE conversa con el pensador tras la reciente publicación de su ensayo ‘Crítica de la razón maquinal’

El pensador Basilio Baltasar. | Begoña Rivas
«Las aspas que giran mecánicamente sobre su eje y la rueda de piedra que no deja de moler la simiente de la vida surgió ante don Quijote como la espantosa efigie del dios devorador (…). Desde el principio de los tiempos, la noble orden de caballería declaró eterna hostilidad al imperio temporal». Con estas líneas, el pensador Basilio Baltasar plantea una de las principales reflexiones que contiene su Crítica de la razón maquinal (KRK Ediciones): la eterna guerra contra el tiempo.
Con él hablamos en THE OBJETIVE sobre los porqués de una obra compleja que hunde sus raíces en una tradición cultural alejada, para el autor, del mundo contemporáneo, sometido «a la banalidad y trivialidad de la industria del entretenimiento». Quizá él también sea una suerte de Quijote empeñado en recuperar la esencia de la verdad, de decantarla de algún modo.
PREGUNTA.- ¿Qué impresiones está recibiendo de los lectores desde la publicación?
RESPUESTA.- Más allá del juego de cortesía social y de la difusión que todo autor –y sobre todo el editor– esperan, lo más importante ha sido comprobar cómo se lee el libro. Los mensajes de los lectores profundos han sido lo más interesante, porque lo que tienes que oír es la voz de quien ha leído el libro, y saber qué ha visto en él. Más allá. Además, es un libro que es muy exigente para el lector, como habrás visto.
P.- Me atrevería a decir que supone un verdadero reto para más del 95% de la población. ¿Es consciente de esto?
R.- El libro pertenece a una tradición cultural que obviamente no se cultiva en el mundo contemporáneo, pero que tiene sus raíces. Cuando cito el conceptismo de Baltasar Gracián, o el libro del renacentista humanista de Pico de la Mirandolla, o incluso de Valle-Inclán en uno de sus libros menos conocidos y más valiosos sí que hay un campo de reflexión que podemos recuperar.
«La razón maquinal está dominando la mentalidad contemporánea»
P.- Habla sobre los agonistas como los personajes que se enfrentan en la trama de un texto literario, ¿quiénes son los agonistas en el tablero político actual?
R.- Bueno, no creo que un ensayo de filosofía como este tenga que tener una traducción inmediata a lo que es el tablero de la política. El ejercicio de reduccionismo al que nos obliga la política puede encoger el campo de reflexión que un ensayo de filosofía agonista quiere compartir con los lectores.
El agonista es precisamente el personaje que, en el mundo del teatro, de la dramatización teatral, es el antagonista, el que lleva la réplica a otro de los personajes en escena. Y es ese antagonismo el que el libro propone con esas hondas raíces en la historia de la cultura frente a la razón maquinal que está dominando la mentalidad contemporánea.
P.- Dentro de esa mentalidad contemporánea, hay pasajes escalofriantes en el apartado que ha titulado El hombre artificial. ¿Cuál va a ser el proceso psicológico por el que un hombre desarrolle emociones como el enamoramiento hacia las máquinas?
R.- Sí, sí, desde luego. Creo que esto es literalmente la destrucción del espíritu humano, la destrucción de miles de años de historia y el sometimiento a esta ficción mórbida que supone la razón maquinal, que implica lo que conocemos de la robótica, del algoritmo, de la tecnología… El gran aparato de dominación del espíritu humano a manos de máquinas.
«En estos momentos la humanidad está sometida a los dictados y a la teoría del tiempo»
P.- ¿Es posible que nos lleguemos a enamorar de máquinas? ¿Se va a abolir el sentimiento humano?
R.- La verdad es que todo esto deberíamos tomárnoslo desde un punto de vista sarcástico, porque es verdaderamente ridículo, por un lado, y desde luego patológico: hace poco hemos sabido que un chico se enamoró de una de estas figuraciones tecnológicas, y desesperado, se suicidó. Obviamente toda esta maquinaria lo que hace es trastornar y enfermar al ser humano.
P.- También reflexiona sobre el pensamiento peripatético. ¿El peripatetismo avanza, o se queda estancado en ese dicho de frustración «Estamos caminando en círculos»?
R.- Desde luego el filósofo, el pensador ambulante, del cual hablo en el libro, no puede dejar de caminar porque está en un camino de exploración. Pretende desarrollar el gran proyecto humano a través de este peregrinaje hacia las fuentes del saber y el conocimiento.
P.- ¿Basilio Baltasar, para escribir sus libros, camina mucho?
R.- Sí, sí, desde luego, además es algo muy sano y gratificante. No es sólo un paseo físico, sino la voluntad de atravesar a través de la investigación sin quedarse nunca en ningún lugar.
P.- Habla mucho sobre sacrificarse en el altar del tiempo, ¿a qué se refiere?
R.- Esto es uno de los grandes enigmas de la existencia, ¿cuál es el sentido y la naturaleza del tiempo? Durante miles de años la humanidad se ha dedicado a exorcizar el paso del tiempo para buscar la vía de escape. En estos momentos la humanidad está sometida a los dictados y a la teoría del tiempo. La metáfora del reloj de pulsera es muy ilustrativa porque ya no solo estamos gobernados por esa gran maquinaria astral que gira sin cesar alrededor del hombre, sino que hemos incorporado al pulso de la muñeca el pálpito permanente, la marca constante del paso de cada segundo.
«El gran legado de la humanidad se está sometiendo a la banalidad de la industria del entretenimiento»
P.- Estaba pensando en que ya no es solo el reloj, sino también las pantallas.
R.- Así es, incluso las pantallas de gran tamaño que colocan en la calle para que no olvidemos en ningún momento que somos un apéndice de la gran máquina.
P.- ¿Hay escape posible a esto?
R.- Sí, precisamente a través de la conciencia y de rescatar el gran legado de la humanidad, que se está sometiendo a la banalidad y trivialidad de la industria del entretenimiento que está ocupando todo el tiempo de los seres humanos, a los que se les ha hecho creer que son hombres aburridos a los que tienen que divertir.
«Todo el mundo se ha convertido en un predicador»
P.- Claro, pero adquirir esa conciencia me parece muy complicado, casi habría que ser un eremita para escapar a los continuos inputs de la vida diaria.
R.- De alguna manera esta inmensa maquinaria global lo que quiere es someter la inteligencia del ser humano y nuestro deber, tanto moral como estético, es evitarlo. No es necesario ser un eremita para escapar de estas tenazas.
P.- Le voy a pedir un consejo práctico para ayudarnos a la fuga.
R.- El problema es que esto es lo que yo querría evitar: todo el mundo se ha convertido en un predicador. En este ámbito tan extraño y tan misterioso de la política contemporánea todo el mundo da instrucciones, sermonea… Y a mí me gustaría evitarlo.
P.- Dígame algo: ¿cómo se le ocurrió el diseño del libro? Al final es una suerte de Rayuela, que puede ser leído de diferentes modos.
R.- Es verdad. Creo que la estructura narrativa de cualquier libro es lineal, pero este libro podemos imaginarlo como una espiral en la que se invita a entrar al lector para que vea desde diferentes posiciones las mismas reflexiones. En este sentido, es un libro que no se puede acabar; es un breviario para meditar, sobre todo, el milagro del lenguaje.
P.- ¿Está con algún otro proyecto? Porque le tiene que llevar tiempo elaborar reflexiones de este calado…
R.- Sí. De alguna manera, todo esto forma parte de un proyecto en el que, aunque no tenga aún nombre ni título, sigo trabajando.