El libro que pide «salvar Europa» del islam y del globalismo y rescatar su identidad cristiana
Irene González publica su primera obra, un provocador ensayo contra «los conceptos que destruyen nuestra sociedad»

La autora Irene González posa con su nuevo libro, 'Salvar Europa', en la redacción de THE OBJECTIVE. | Víctor Ubiña
Irene González tiene una fórmula para salvar Europa: recuperar su identidad cristiana. Esta provocadora autora ha escrito un ensayo que busca «romper los consensos que nos han llevado a la destrucción de nuestra sociedad», siendo el mayor de todos ellos que la democracia liberal es el mejor de los mundos posibles o, en términos de Fukuyama, el fin de la historia. González alerta de que esta -la democracia liberal- ha derivado en una desgracia de estatismo global que «no respeta límites demográficos ni individuales». Y llama a tomar conciencia.
Del mismo modo que el poeta Jon Juaristi comprendió que sus padres le mintieron con la fantasía nacionalista, Irene González ha escapado de la utopía liberal. La caída del telón de acero y el triunfo del liberalismo trajeron, a su juicio, más estatismo y no menos, «situación que se agravó al cobrar mayor protagonismo su forma transnacional, creando un Superestado con mayor poder concretado, la Unión Europea». También ha diluido la identidad milenaria de Europa: «El liberalismo, fuera de su vertiente económica, no es más que un derivado lácteo del socialismo».
-¿A qué se refiere?
-La emancipación para liberar al hombre de todas sus cadenas, ya sean la clase, el dinero, el Estado, la familia, el sexo biológico, hasta de sí mismo. El liberalismo, para poder llevar a cabo la emancipación de toda opresión del individuo, necesita rechazar los valores que trascienden al hombre, como el amor verdadero o verdades fuertes, considerando todo lo trascendente como cadenas que oprimen la libertad.
González no se encuentra entre las intelectuales que repudian a Fukuyama. Al contrario. Aunque lo considera un «globalista», señala que él ya avisó de que «la evolución natural de la democracia liberal llevaría a una tecnocracia globalizada», y «en eso estamos ahora»: «La tecnología permite controlar todos los ámbitos de la vida, y va a dar a unos pocos hombres un poder con el que jamás pudo soñar ningún tirano. Es un proyecto que se viste de palabras buenistas».

En la implantación del proyecto, el fin de la libertad de expresión, al que dedica un capítulo, es fundamental. La persecución a la libertad de expresión desde las instituciones en nuestros días es una de las claves esenciales que prueban que el sistema político en Europa se ha transformado en «una tiranía hipócrita, que nada tiene que ver con esa democracia de las libertades».
Globalismo e islamismo
Estamos ante una obra que versa sobre la guerra espiritual, mucho más profunda y decisiva que la ideológica, que libra Europa y el resto de Occidente, en donde está en juego la supervivencia de una civilización (la cristiana), que puede ser reemplazada por otra (el islam). «El globalismo deshumanizador con una agenda decrecentista junto a la islamización de Europa han llevado a un desastre que tiene su origen en la descristianización de la sociedad», considera Irene González.
-¿El globalismo y el islamismo van de la mano?
-El islamismo es una herramienta del globalismo para destruir nuestra civilización y que el individuo acabe siendo una máquina de producción dócil. La inmigración masiva desde países islámicos no es una inmigración natural, como la que siempre ha sucedido a lo largo de la historia, sino que está dirigida.
Está dirigida, a juicio de la autora, a crear una sociedad «ahogada en el caos, desarraigada, sin nada bello y verdadero que defender». «Ellos piensan que pueden manejar a una masa africana mejor a una europea, y además saben que a ellos no les afecta, sino que afecta a la plebe. Ellos no viven en Molenbeek ni en los pueblos de Gran Bretaña. Quieren destruir la sociedad y generar el caos, y no les importa lo que destruyan por el camino», considera González.
Para conseguirlo, «necesitan un relato de luz de gas que convierta a las víctimas de la islamización en racistas o conspiranoicos para expulsarlos de la sociedad, provocando una ruptura ente los ciudadanos que sufren la multiculturalidad en sus barrios y los dirigentes que viven sobre la moqueta roja de la democracia europea». El islam, en definitiva, es proceso descivilizatorio de Occidente.

El mensaje final
Llama a reconstruirse espiritualmente con las virtudes cristianas que fueron despreciadas. Solo así «se puede crear el mejor de los mundos desarrollado, bello, verdadero y humano». No estamos, como pudiera parecer, ante un libro pesimista. Al contrario, es una llamada a la acción porque Europa está a tiempo. A tiempo de recuperar la verdad y las raíces cristianas para frenar su disolución y preservar su identidad. Y parece que hay gente dispuesta a hacerlo: el libro se ha vendido muy bien en sus dos primeras semanas y ya está preparando su segunda edición.
En definitiva, llama a recuperar la verdad y a recuperar a Dios: «En un mundo en el que no hay certezas, ¿por qué vas a luchar? No hay nada que dé más poder ante el resto del mundo que la dignidad humana. La Revolución Francesa separó al hombre de Dios, luego lo separaron de la mujer, de su patria, y ahora solo queda separarlo de sí mismo. En el fondo, es una derivada necesaria. Si tú crees que hay alguien que te ama que te ha creado, eso te hace merecedor de una vida digna, todo cobra sentido».