Iñaki Ellakuría y sus crónicas sobre un presente inquietante
El periodista barcelonés reúne una antología de sus artículos en el libro ‘Contra lo ‘woke’ y otros virus identitarios’

El escritor Iñaki Ellakuría. | Cedida
El periodismo, igual que la literatura, de la que tan sólo le separa el respeto a los hechos y la obligación de decir verdad, sirve esencialmente para construir narrativas que nos ayuden a dotar de sentido a las cosas. Frente a la Historia, cuyo objeto es el pretérito, y está obligada a una discusión permanente, pues al interpretar el pasado pueden alcanzarse consensos, aunque rara vez unanimidades, entre otras razones porque cabe la posibilidad de que un documento, un dato o un testimonio enmiende lo que se piensa indudable, el periodismo debe contar el presente mientras sucede.
Esto es: sin seguir una linealidad determinada, con modestia y de forma simultánea al acontecer de los sucesos. Por eso, tan necesario como hacer un relato fiel es analizarlos, ponerlos en contexto, relacionarlos y proyectarlos hacia lo concreto e inmediato. De esta tarea se ocupan los (buenos) articulistas que, en vez de limitarse a contarnos su vida, condensan la nuestra, aunque sea a través del cauce de una voz individual.
Iñaki Ellakuría (Barcelona, 1978) lo hace en El Mundo, cuya delegación catalana dirige, después de pasar por La Vanguardia, Abc, Efe y la revista El Ciervo, y haber escrito –solo o en compañía de Pablo Planas, el otro sospechoso habitual– varios libros de crónica política. Como don Quijote, Ellakuría ha velado sus armas –y sus letras– tanto en los altos palacios como en las ventas del periodismo. Esto se nota. Los artículos que reúne en Contra lo ‘woke’ y otros virus identitarios (Sr. Scott), dan forma a una antología (argumentada) de lo que nos está sucediendo en los últimos años.
A diferencia de muchos dietarios camuflados de otros escritores de prensa, sus reflexiones parten del trato directo con la actualidad, del roce profesional con sus personajes y de una obstinada voluntad de entendimiento, animada por un pacífico y noble sentido de la rebeldía. Todos estos elementos trascienden la mera escritura, que en su caso es estupenda, y convierten sus análisis, se coincida o no con sus opiniones, en algunos de los más brillantes de su generación.
¿De qué habla Ellakuría en este libro? Se podría decir que de muchas cosas. Sobre todo indaga sobre la crisis política y cultural que horada –de momento, sin mucho remedio– el escenario de la democracia liberal, la convivencia y el espacio público, amenazando además el pensamiento individual. A diferencia de los ensayos de ideas y de los libros ortodoxos de pensamiento, los artículos tienen la indudable ventaja de que deben ceñir sus reflexiones a un espacio estricto y acotado –el que asigna el diario– que impide que el escritor de periódicos se vaya por las ramas.
La «izquierda boba»
Ellakuría aborda los asuntos que le preocupan, que son muchos, de forma directa, introduciendo en su escritura una perspectiva crítica que ayuda a ver el bosque, o su vislumbre, en lugar de limitarse a contemplar los árboles particulares que lo disimulan. Su mirada sobre las transformaciones culturales de estos tiempos, que han visto el resurgir de nacionalismos, populismos e inquietantes dogmatismos totalitarios como la corrección política, que guillotina a sus víctimas con una sonrisa bondadosa, amplía el campo de visión habitual de los periódicos, articulando una perspectiva insólita dada la atmósfera general circundante.
Ellakuría se toma en serio aquello que es trascendente. Nunca frivoliza sobre lo importante, como tantas veces hace la «izquierda boba», a cuya prodigiosa mentalidad dedica la primera parte de esta antología. Recurre a la ironía para desvelar las mentiras y las manipulaciones que nos rodean. Dos de las cuatro partes del libro se dedican a hechos políticos capitales: la anatomía fáctica del sanchismo, esa forma de degeneración populista de la antigua socialdemocracia, y el procés, que evidenció cómo la operación de ingeniería social del nacionalismo catalán desembocaba en la entronización de una de las formas posmodernas de intolerancia identitaria.
La última sección del volumen está consagrada a artículos sobre política internacional. La visión del libro es, pues, poliédrica. Exactamente igual que la realidad. Ellakuría es un articulista sofisticado y valiente. No se traiciona frente al folio. Nunca teme decir lo que ve y piensa, una actitud que, dado el servilismo del periodismo patriótico, no crean ustedes que es común ni merece admiración. Los periodistas lo sabemos mejor que nadie. Nuestra profesión está llena de individuos que llevan años, lustros, décadas, especializados en el arte de hacer columnas para no decir nada, poner una vela a Dios y otra al diablo, afirmarse y contradecirse en el mismo párrafo, elucubrar sobre las margaritas y así, marineando, alcanzar esa forma de gesta suprema: acabar el artículo semanal sin molestar absolutamente nadie y sin molestarse (en pensar).
«Ya nadie puede optar entre el vicio y la virtud: solamente entre esta última y la nada». La cita de Philippe Muray, puerta de entrada a Contra lo ‘woke’ y otros virus identitarios, formula con crudeza la órbita de estos artículos. Es la misma que nos arroja todos los días a la cara el presente: ya no se trata de elegir entre bandos políticos antagónicos y sectarios. Eso no arregla absolutamente nada. Lo agrava.
«Vivimos tiempos donde la palabra escrita ha perdido valor y las identidades –sean colectivas, múltiples, atávicas o ideológicas, como el nacionalismo o el wokismo– alimentan los enfrentamientos más encarnizados», escribe. En efecto. La disyuntiva ahora tiene una escala distinta. Mayor. Se trata de combatir los dogmas de la inquisición posmoderna. De no suicidarse intelectual y moralmente. De no aceptar los pregones de la nueva clerecía. De defender la inteligencia y la libertad sin asumir el borreguismo de la tribu. Ésta es la Barcelona de Iñaki Ellakuría.