Ramón Bonifaz, el almirante que doblegó la resistencia mora para reconquistar Sevilla
Este comerciante fue primero alcalde de Burgos y después el primer almirante de Castilla de la historia

Retrato de Ramón Bonifaz. | Museo Naval
Incluso con el pobre plan de estudios del actual sistema educativo, cualquier escolar sabe cuándo empezó y cuando terminó la Reconquista. En efecto, ese proceso de siglos por el cual los reinos cristianos de la Península Ibérica recuperaron el territorio perdido a raíz de la invasión musulmana en el año 711 tuvo su origen con Pelayo en Asturias (año 722) y culminó 750 años después en Granada con los Reyes Católicos.
Sin embargo, cuando de verdad se forjó el grueso de la Reconquista fue en el siglo XIII. Las centurias anteriores habían sido testigos de un avance lento en el que no faltaron etapas de retroceso de los cristianos. De esta forma, en quinientos años, los reinos que en un futuro formarían España apenas lograron recuperar la mitad norte de la península, hasta la línea marcada por el río Tajo.
Evidentemente, el gran hito de la Reconquista en el siglo XIII es la batalla de las Navas de Tolosa. En aquella jornada, los reyes de Castilla, Aragón y Navarra unieron sus fuerzas para infligir una derrota clave a los almohades que abrió la posibilidad de recuperar el valle del Guadalquivir en las décadas siguientes.
Hoy hablaremos precisamente del avance hacia el sur que permitió las Navas de Tolosa, en concreto de la reconquista de Sevilla, ocurrida entre 1247 y 1248. Y en la toma de la hoy capital andaluza fue clave nuestro protagonista de esta semana: Ramón Bonifaz. No se sabe con certeza en qué año nació Ramón de Bonifaz y Camargo, pero sí que lo hizo a finales del siglo XII. Los historiadores también discuten dónde vino al mundo, parece que en el sur de Francia. Su familia, noble, era originaria de Génova, sin embargo, el joven Ramón terminó estableciéndose en Burgos como mercader.
En la caput Castillae, Bonifaz fue prosperando como uno de los comerciantes principales de la ciudad, hasta el punto de que ocupó el cargo de alcalde de Burgos en dos ocasiones. Esta posición le permitió trabar cada vez mayores relaciones con la Corte, hasta que fue presentado al rey Fernando III el Santo.
La reconquista de Sevilla
Precisamente el rey castellano hizo llamar a Bonifaz en 1246. Fernando se encontraba en ese momento en Jaén, liderando una campaña militar en Andalucía contra los musulmanes. Para entonces, el monarca ya había tomado los reinos de Jaén y Córdoba, y el próximo objetivo era Sevilla. Para ello, Fernando le encargó a Ramón Bonifaz que reuniese una flota para sitiar la antigua Hispalis. Así lo hizo nuestro comerciante, reconvertido a soldado, que fue recorriendo los puertos de Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa hasta armar una escuadra de trece naves más algunas galeras.
La flotilla comenzó a navegar el Guadalquivir en agosto de 1247 y, antes siquiera de llegar a las inmediaciones de Sevilla, tuvo un primer encontronazo con embarcaciones moras que trataron de cortarle el paso. La escuadra de Bonifaz se impuso en el combate y logró así cortar las comunicaciones entre la ciudad y los refuerzos que pudiera recibir del sur, procedentes de África.
Así fue como la escuadra mandada por Bonifaz se despejó el camino a Sevilla, adonde llegaron por el sur, navegando el Guadalquivir. A su llegada, el ejército cristiano llevaba ya varios meses poniendo cerco a la ciudad, pero sin éxito a la hora de penetrar en ella. Eso sí, el control del río permitió a los cristianos tomar la barriada de Triana.
Ramón Bonifaz, el héroe del puente de Triana
Sin embargo, los moros todavía estaban abastecidos gracias a un puente construido sobre una base de barcas y cadenas que conectaba la ciudad con un fuerte. Esta pasarela fluvial encima del Guadalquivir, de unos 150 metros de largo y siete de ancho, se situaba donde hoy se levanta el puente de Triana. El rey, entonces, ordenó a Bonifaz que su flota destruyese el puente para poder estrechar el cerco sobre Sevilla.
Para ello, Bonifaz diseñó un procedimiento aparentemente tosco, pero que después se demostraría eficaz. Aguardó a un día en el que acompañasen las condiciones adecuadas, es decir, con viento y marea propicios, y entonces ejecutó su plan. Era el 3 de mayo de 1248.
Bonifaz ordenó cargar hasta los topes las dos embarcaciones más pesadas de su escuadra y mandó que navegasen a toda vela hacia el puente. El impacto de la primera no terminó de quebrarlo, pero la segunda, en la que viajaba el propio Bonifaz, sí logró partirlo por la mitad. El éxito de la operación permitió a los cristianos rodear por completo a una Sevilla que ya no podía recibir suministros. La ciudad hispalense acabó cayendo seis meses después. A pesar de ese tiempo transcurrido, la crónica sobre la batalla asegura que en la acción de Bonifaz «consistió toda la victoria, porque los moros desde aquella hora conocieron ser vencidos».
Primer almirante de Castilla
Ramón Bonifaz recibió numerosos premios y privilegios por sus méritos en Sevilla, pero también un importante encargo. El rey Fernando se dio cuenta, tras lo ocurrido en la ciudad hispalense, de que Castilla necesitaba una armada fuerte. Por ello, acudió de nuevo a Bonifaz y le ordenó que organizase una marina a la altura. Así, el monarca creó para nuestro protagonista el cargo de almirante de Castilla.
En ese empeñó se ocupó Bonifaz los últimos años de su vida. Su gran tarea fue la de supervisar la puesta en marcha de ataranazas (lo que hoy llamaríamos astilleros) para construir navíos. El lugar elegido fue precisamente Sevilla. Bonifaz murió en Burgos en 1256.
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