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La mujer real que inspiró Gladys Russell de 'La edad dorada': millonaria y familia de Lady Di

Gladys Russell está inspirada en la millonaria estadounidense Consuelo Vanderbilt, duquesa de Marlborough

La mujer real que inspiró Gladys Russell de ‘La edad dorada’: millonaria y familia de Lady Di

A la izquierda, el personaje ficticio Gladys Russel (interpretada por Taissa Farmiga); a la derecha, Consuelo Vanderbilt.

Casarse por amor es algo muy propio de nuestros días. Hasta el siglo XX lo normal era casarse por aunar intereses en la pareja. En todas las clases sociales pero sobre todo en las altas. En Estados Unidos, a finales del siglo XIX, tiene lugar un fenómeno muy interesante que podemos ver perfectamente en la serie La edad dorada (The Gilded Age) que está ahora mismo en su tercera temporada emitiéndose en HBO. La nueva clase adinerada que surgió por el increíble avance del ferrocarril provocó situaciones que, vistas desde ahora, son hilarantes aunque todavía hoy día persiste esa diferencia entre el viejo y nuevo dinero, old money versus new money. En la serie, dirigida por Julian Fellowes (Downton Abbey, Gosford Park), todo esto se ve maravillosamente bien plasmado. Atención, a partir de aquí va spoiler. 

La trama va de una familia de procedencia pobre, los Rusell, que se convierten en multimillonarios gracias a las inversiones del padre de familia, George (Morgan Spector) en los negocios de ferrocarril y bolsa. Siempre es complejo establecer el equivalente del dinero de hace más de hace 120 años pero bien podríamos hablar de una persona que estaría entre los 100 hombres más ricos del mundo de la lista Forbes

Fellowes, sin duda un experto en ricos y nobles británicos como demostró en su aclamada serie Downton Abbey, se inspira en personajes que sí existieron aunque en La edad dorada les cambia el nombre lo que le permite hacer un guion sin tener que cumplir ningún requisito histórico. Se vale de la Historia para hacer historias divertidas e intrigantes. 

El personaje de George Russell está inspirado en Jason Gould, un inversionista, industrial y financiero que se hizo rico sobre todo por el ferrocarril llegando a controlar prácticamente todo el negocio a través de sus dos empresas, la Union Pacific y la Kansas Pacific. Formaba parte del exclusivo grupo de los llamados «barones ladrones» con Rockefeller y J. P. Morgan. Decimos exclusivo porque eran pocos pero, como puede intuirse por el nombre, bastante sospechosos de cómo lograron sus fortunas.

No hay que olvidar que fue a finales del XIX cuando las fuerzas obreras lograron los grandes cambios en derechos de los trabajadores, precisamente porque tenían unas condiciones infrahumanas en sus fábricas. Algunos historiadores en el XX como Walter R. Borneman y Maury Kein han explicado de otra forma la manera en la que se enriquecieron basándose en documentación de la época.

George Russell está casado en la serie con Bertha que no está inspirada en la esposa real de Jason Gould, sino en Alva Vanderbilt. Al no ser una serie histórica, Fellowes se inspira en muchos aspectos de Alva pero le da un aire todavía más inspirador, si cabe, a Bertha. La real provenía de una familia adinerada, no tanto como para ser millonario, pero sí lo suficientemente acomodados para veranear en los Hamptons de la época, Newport, que en la serie sale perfectamente retratado. Fuera de esas diferencias sí que hay muchos parecidos entre la real y la ficticia.

Bertha Russell, como Alva, fue una mujer de fuerte carácter que se negó a no ser aceptada en la alta sociedad neoyorquina y para ello se sirvió, además de la inmensa fortuna de su marido, de su fría e inteligente cabeza. Tal y como sucede en la serie, Vanderbilt se hizo con una mansión en la Quinta Avenida, considerada ya entonces como una de las zonas más caras de la Gran Manzana. Como Bertha en la serie, hizo una inauguración de su mansión con una impresionante fiesta valorada en unos tres millones de dólares actuales.

Y, como en la serie y para castigar a la señora Astor, la socialité que decidía quién entraba en el exclusivo círculo de los ricos de Nueva York, y que no la aceptaba al principio por ser new money, no la invitó deliberadamente argumentando que la señora Astor nunca le había presentado sus respetos visitándola en su casa y presentándole su tarjeta (esto era una condición sine que non para ser aceptada). La señora Astor, al ver que el “todo NY” estaba invitado a la fiesta y ella no, se doblegó y se presentó en la casa de Alva Vanderbilt para no quedarse fuera. Esto también sucede en la serie. 

Una vez que la señora Astor dio su visto bueno a que entrase Alva Vanderbilt, Bertha en la serie, esta cogió fuerzas y poco a poco la desplazó de su puesto. 

La polémica de la Academia de la Música

En la segunda temporada sucede algo que sí pasó en la realidad. La Academia de la Música era el lugar donde la ópera tenía lugar y conseguir un palco alquilado o comprado era tarea harto difícil con lista de espera de años. La señora Astor sabía perfectamente que Alva Vanderbilt quería uno y no se lo puso nada fácil. En la serie se narra perfectamente lo que sí sucedió. Bertha Russell (Alva Vanderbilt) viendo que no iba a conseguir en el exclusivo círculo de tener palco en la Academia de la Música, no tuvo mejor idea de proponer con el dinero de su marido y otros mecenas más de la new money, claro, la construcción de una nueva sede para la ópera.

Nacía así el Metropolitan, más conocido como el Met, mucho más grande y moderno que enseguida superó con creces al anterior, algo que sigue siendo así ya que es uno de los grandes templos operísticos a escala mundial. Este golpe de efecto dejó claro que Vanderbilt formaba parte de la nueva «aristocracia» y con ella se inauguraba una nueva era. Fue un golpe de efecto tal que toda la old money se tuvo que rendir a sus pies. Pero todavía quedaba algo mucho más importante: emparentarse de verdad con la aristocracia. 

¿Existió el duque de Buckingham?

El título sí es real, ha existido aunque ahora mismo nadie lo ostenta. El último duque fue Richard Temple-Nugent-Brydges-Chandos-Grenville (1823–1889) quien, por edad, bien podría haberse casado con la hija de Ava Vanderbilt. Sin embargo en la serie Fellowes vuelve a inspirarse en lo que realmente sucedió con su gran imaginación. En la serie la hija de Bertha, Gladys, se casa con el duque de Buckingham sin amarse ninguno de los dos. Lo hacen para unir dinero con posición, algo que se ha dado muchas veces a lo largo de la historia.

En la ficción el duque está arruinado, tiene patrimonio pero no dispone de cash para mantenerlo, así que casarse con la hija de un multimillonario que aporte una valiosa dote, soluciona todos sus problemas financieros mientras que ella, y por consiguiente toda su familia, escala al mayor puesto que puede alcanzar (con permiso de la realeza, claro) al que puede aspirar. 

En la serie se ve cómo las artimañas de Bertha logran convencer al duque de que lo que mejor le conviene para su estatus es casarse con su hija. Un quid pro quo en toda regla que en aquella época no solo no era mal visto sino que era práctica habitual. Que la novia no quisiera era secundario. Obviamente, si quería podía negarse, pero en aquella época era norma común que los hijos hicieran lo que los padres les mandaban. 

La verdadera Gladys Russell fue Consuelo Vanderbilt

Esta tercera temporada está empezando muy fuerte con una Bertha Russell siendo ya una gran influencia en la sociedad neoyorquina pero le faltaba el «gran» detalle: casar a su hija con un duque. Y no lo casó con el príncipe de Gales porque en aquella época los matrimonios morganáticos, ya sí que era «pasarse», pero de haber tenido acceso, de buen seguro lo hubiera intentado.

La inspiración fue Alva Vanderbilt que también tenía una hija, Consuelo (en honor a su madrina española) y que, como la pobre Gladys, también fue «obligada» por su dominante madre a casarse con un duque. Y no eligió mal la madre, no. Consiguió que matrimonio con el mismísimo Carlos, octavo duque de Marlborough, un título de enorme tradición histórica pero en ese momento, sin una libra. Very typical. Por cierto, su nombre completo era duque of Marlborough, y Lord Ivor Spencer-Churchill y era, por tanto de la ascendente rama de Winston Churchill y de Diana de Gales, es decir, Lady Di.

Las casas señoriales británicas a finales del siglo XIX y no digamos tras la I Guerra Mundial, vieron cómo su estatus iba aminorando. Grandes castillos con centenares de habitaciones que requerían de un elevado personal de servicio que, aunque cobraban una miseria, era una renta. Además de la comida y mantenimiento de la finca. Como en el siglo XIX los nobles no contemplaban ni de broma el «noble» arte de trabajar, y como el modelo de producción agrícola fue cediendo terreno al industrial, todo su mundo empezó a desmoronarse.

No había manera de sacar dinero para mantener tanto derroche sin ingresar. Estados Unidos empezaba a despuntar con un modelo económico que terminó por desbancar a este sistema económico. En resumen, los nobles tenían muchos títulos, apellidos, propiedades y joyas, pero ni un duro. Y los millonarios suspiraban por esos títulos inundados en millones de dólares. Aunque al principio se vio como algo deshonroso, casarse con alguien que no tuviera doscientos apellidos, poco a poco se les fueron quitando los complejos porque, de lo contrario, les quitaban los castillos. Así fue cómo empezaron a unirse familias estadounidenses ricas a través de sus preciosas hijas (o no tanto, pero millonarias) con duques, marqueses, condeses y demás nobles. 

¿Se acuerdan de la serie Downton Abbey? Pues su matrimonio fue concertado así: ella, millonaria americana, él, conde arruinado que se casan sin amor, aunque después el bueno de Fellowes les dio un matrimonio feliz y venturoso, así como unos sirvientes encantados de trabajar de sol a sol por cuatro perras. La ficción es lo que tiene. 

El matrimonio entre Consuelo Vanderbilt (Gladys Russell) y el duque de Marlborough (de Buckingham en La edad dorada), tuvo lugar. El matrimonio real terminó en divorcio y anulación. El de ficción tendremos que esperar a ver cada lunes cómo se desarrolla la tercera temporada pero, conociendo a Fellowes, seguro que toma inspiración en lo que de verdad pasó.

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