Escandalosas, nazis, fascistas y comunistas: la loca historia de las hermanas Mitford
Movistar Plus+ estrena la producción británica sobre la fascinante historia de las hermanas aristócratas Mitford

Reparto de 'Escandalosas'.
Las series basadas en hechos reales siempre gustan al público. Si además tienen un componente histórico, suelen ganar más puntos. Y la cuadratura del círculo: si llevan el sello de la BBC, el éxito está asegurado. En España tenemos una potente industria subvencionada y una historia que nos precede extraordinaria, pero seguimos sin tener buenas series o películas salvo contadas excepciones como La vida breve, de la que en su día hablamos aquí. Con una historia rica en matices, reinados, dinastías e intrigas, nuestro mundo de la «cultura» parece solo querer hacer producciones basadas en la guerra civil y, por descontando, siempre recalcando lo malos que fueron los que ganaron la contienda. Ha llegado a ser tedioso por repetitivo.
Los ingleses, que tienen una historia también potente aunque nada que envidiar a la nuestra, son un pueblo que sabe sacar brillo a todo lo que tiene y lo hace de manera constante. La última producción es Escandalosas (Movistar Plus +) que narra la vida de las seis hermanas Mitford y su hermano, el único varón y heredero con una vida desgraciadísima (no les hago spoiler). Está ambientada en la época de entreguerras, es decir, en los años que transcurrieron entre el final de la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial.
Esta etapa fue desde 1919 a 1939 pero la serie se centra en la década de los 30, diez años fascinantes desde el punto de vista histórico por cuanto en tan corto periodo de tiempo surgieron los fascismos en todas sus formas dando lugar finalmente al estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuyas consecuencias derivaron en lo que bien podríamos denominar el mundo más contemporáneo. Aunque la historiografía marca el comienzo de la Edad Contemporánea en 1789 con la Revolución Francesa, continuando hasta nuestros días, sería absurdo ignorar que hay cuatro hitos fundamentales desde dicha fecha hasta hoy: la revolución industrial, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y Mayo del 68 por cuanto cambia radicalmente el concepto de sociedad, piedra angular de todo.
Europa en el período de los años 30
Pero vayamos al contexto de la serie: Reino Unido a comienzos de los años 30. Una familia aristócrata venida a menos como muchas otras, pero con unos valores todavía muy enraizados como el de casar bien a sus hijas, especialmente porque tienen seis y están bastante caninos tras el crack del 29. Solo un hijo, que es el que heredará todo por la costumbre del mayorazgo, siendo la herencia indivisible. ¿Qué se puede hacer con seis señoritas guapas y resueltas para casarlas bien? Lo primero es hacerlas debutar, esto es, presentarlas en sociedad y cruzar los dedos para que algún rico se fije en ellas, les pida matrimonio y una boca menos que alimentar.
Pero las Mitford, que existieron de verdad, no eran señoritas al uso. Se las presento: Nancy, Pamela, Diana, Unity, Jessica y Deborah, de mayor a menor. Lo interesante de sus vidas no es que salieran en las portadas de los periódicos, fueran promiscuas para el estándar de la época, que una se divorciara… Lo importante es que, de las seis hermanas, tres de ellas cayeron arrobadas por los movimientos totalitaristas de la época. Diana, por el fascismo británico, Unity por el nazismo, y Deborah, por el comunismo. Tres joyitas, vaya.
Diana Mitford y el fascismo británico
Diana estaba casada con el aristócrata y escritor Bryan Walter Guinness, segundo barón Moyne. Fue la primera en contraer matrimonio y qué buen partido ya que su marido era de los hombres más ricos de Reino Unido de la época. Pero eso no fue suficiente para evitar caer rendida ante sir Oswald Mosley, el fundador del partido Unión Británica de Fascistas. Su eco político tuvo apenas relevancia (nunca ganaron unas elecciones) y durando más bien poco. En 1939 fue prohibido por el gobierno y desapareció en 1940. Su ideología era profundamente nacionalista, antisemita, antiliberal, anticomunista, monárquica y profundamente (por lógica), proteccionista.
Una bomba de relojería en una de las etapas más convulsas del siglo XX. Diana se divorció de su marido antes de que Mosley le dijera que sí a estar con ella, lo único que le ofrecía era ser su amante. Pero Mosley se quedó viudo y finalmente se casó con ella. Diana llegó a ser amiga de Adolf Hitler ni más ni menos. Una joya pero nada en comparación con su hermana Unity, fielmente reflejada por la actriz Shannon Watson.
Unity Mitford, enamorada de Hitler
Unity Mitford es quizás la más interesante de las hermanas y no precisamente porque fuera una nazi absolutamente entregada a la causa, sino porque su manera de ser y pensar provoca lástima. Desde el punto de vista de la psicología este personaje es de lo más interesante. Era de las pequeñas de las hermanas, todas ellas con un carácter fuerte y gran personalidad. Buena parte de sus biógrafos, como Jan Dalley o David Pryce-Jones, llegaron a afirmar que el hecho de ser de las pequeñas y no destacar especialmente en nada, le hizo buscar fórmulas para llamar la atención. Esta la encontró, ni más ni menos, que haciéndose nazi.
Podría haberse hecho comunista también ya que ambas formaciones políticas se caracterizaban por situaciones similares: una fuerte personalidad del líder, una aspiración a transformar la sociedad haciendo creerles que son una suerte de mesías, eliminación del pensamiento crítico por el único y una fuerte sensación de pertenencia a una comunidad, a una familia.
Esto se ve muy bien en la película La ola, basada en el experimento real que hizo el profesor de historia Ron Jones con sus alumnos de secundaria en 1967. En dicho experimento el profesor propone a sus alumnos crear un grupo llamado la Tercera Ola para que ellos mismos comprueben que, aunque viven en una democracia consolidada y han logrado ver los efectos del nazismo, si se dan las condiciones necesarias, pueden caer en lo mismo. Estas condiciones son fortalecidas a través de la disciplina, la comunidad, la acción y el orgullo.
Lo que de verdad importa de la serie
La serie es muy interesante por lo histórico pero también por la pedagogía que emana cuando los ciudadanos se unen para reaccionar ante algo que les disgusta profundamente y que provoca movimientos radicalmente opuestos y profundamente reaccionarios. Actualmente vivimos tiempos ideológicos muy similares a la época de entreguerras con dos ideologías fuertemente enfrentadas: la extrema izquierda amarrada al wokismo que provoca el auge de una derecha reaccionaria que dice basta. Muy similar a lo que sucedió en el período de entreguerras.
Unity quería desmarcarse de su familia y llamar la atención de una forma u otra y vio el cielo abierto integrándose en la comunidad nazi que la acogió con los brazos abiertos. Una rubia aristócrata británica que se enamora perdidamente del líder y que resulta ser más papista que el papa. Unity aprendió alemán porque estaba tan entregada a la causa que no podía no poder comunicarse en el idioma de los nazis.
El hecho que la cambió para siempre fue acudir junto a su hermana Diana (ya divorciada) al Congreso de Núremberg de 1933. Allí conoció a Hitler y ya no hubo vuelta atrás. Ella misma dejaría en sus diarios: «La primera vez que lo vi supe que no había otro a quien prefiriese conocer». Fue una adoración bastante irracional y totalmente emocional. Lo más probable es que Unity se sintiera muy valorada dentro de una «familia» como era el partido nazi.
Un año más tarde volvió a Alemania para matricularse en una escuela de señoritas claramente orientada a la doctrina nazi. Un hecho que se narra en la serie y que este iba habitualmente al Osteria Bavaria, un local de meriendas. Unity comenzó a ir a diario para ver si sonaba la flauta y en uno de los días, coincidir con él. Y sonó la flauta. Diez meses después de ir incansablemente al local, Hitler invitó a Unity a sentarse en su mesa, estableciendo una conversación que se convertiría en una amistad, aunque para ella el sentimiento iba más allá: obsesión disfrazada de admiración. Unity, en una carta a su padre, le dijo: «Fue el día más maravilloso y bonito de mi vida. Estoy tan feliz que no me importaría morir un poco. Supongo que soy la chica más afortunada del mundo. Para mí él es el hombre más grande de todos los tiempos».
Unity terminó fatal. Cuando quedaban pocas semanas para que se declarase la guerra, oficiales de Hitler le recomendaron que volviera a su país. Ella se negó y en su cabecita, quién sabe qué paso que no tuvo mejor idea que pegarse un tiro. Tuvo tan mala suerte que no se mató pero sí se quedó en estado comprometido para el resto de su vida: nada más y nada menos que nueve años más. La bala se quedó alojada en su cerebro y era inviable sacarla ya que, de hacerlo, moriría. Sus facultades mentales quedaron fuertemente mermadas y finalmente moriría de una meningitis el 28 de mayo de 1948 ya en tierras británicas. De hecho Hitler, que fue el que le había regalado el arma con la que se disparó, se encargó de pagar su estancia en el hospital así como los gastos de enviarla con su familia. Una especie de agradecimiento a la que consideraba una leal amiga y fiel defensora de su causa.
La Mitford comunista, Jessica
La sexta de los siete hermanos era Jessica que siempre compartió cuarto, por cierto, con su hermana Unity. Su vida fue más longeva (murió en 1996) y menos interesante por cuanto estaba más cuerda que su hermana Unity, pero también tiene su hueco en la historia. Se casó con su primo segundo Esmond Romilly, familiar de Winston Churchill quién había luchado en la guerra civil española del lado de las Brigadas Internacionales. Enseguida conectaron por sus pensamientos similares. Se casaron y se marcharon a vivir a Estados Unidos. Su vida en común duró poco ya que él fue dado por muerto en combate por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Jessica terminó casándose con Robert Treuhaft, un abogado experto en derechos civiles. Ambos se convirtieron en miembros activos del partido comunista de Estados Unidos que, como es sabido, tuvo poca influencia a lo largo de la historia en la democracia de las democracias. Fue una escritora con más de diez obras publicadas y, como curiosidad, fue el gran referente de J. K. Rowling, la autora de la saga Harry Potter. Murió de cáncer de pulmón. Sus restos fueron cremados y esparcidos por el mar.
La década de los treinta, un ejemplo para no ser repetido
Europa y Estados Unidos y buena parte de Hispanoamérica viven desde hace años cambios políticos fuertemente populistas en diferentes sentidos y, salvando las distancias con la época de entreguerras, parece que la historia se vuelve a repetir con dos bandos fuertemente enfrentados e igual de populistas. Ya en 2001, los catedráticos de Historia Contemporánea, Ramón Villares y Ángel Bahamonde publicaron el ensayo El mundo contemporáneo. En él, y a pesar de que fue escrito hace 24 años, ya vislumbraron lo que es una realidad: que desde finales del siglo XX, nos hallamos en el camino de una nueva civilización donde se ha producido una mutación profunda de la realidad histórica.
Tanto el fascismo como el nazismo y comunismo tuvieron como principal objetivo la destrucción de la identidad personal, así como la adhesión entusiasta y emocional a valores como la patria, la raza o el jefe. Esto es muy interesante porque en redes sociales se insulta siempre con el término fascista a quien defiende la unidad de España y lo suelen hacer personas que creen firmemente en la unidad de su comunidad autónoma, por ejemplo, con un fuerte nacionalismo también.
Lo que la historia nos enseñó es que todos estos regímenes totalitaristas emplearon la violencia física y moral para lograr sus fines: comunismo, con más de 150 millones de muertos, nazismo, con el holocausto nazi, franquismo con miles de muertos en período de paz y fuerte represión. La reflexión sería la siguiente: ¿Está Europa en las mismas circunstancias y ahora se suma, además, una fuerte migración islámica? La historia tiene la respuesta.