The Objective
Cultura

Fernando Girón, el héroe que hace 400 años defendió Cádiz... sentado

Ingleses y holandeses perdieron 7.000 hombres y 62 naves durante su fallido ataque a la ciudad trimilenaria en 1625

Fernando Girón, el héroe que hace 400 años defendió Cádiz… sentado

'Defensa de Cádiz contra los ingleses', de Francisco de Zurbarán. A la izquierda, sentado, Fernando Girón. | Museo del Prado

Este sábado, 1 de noviembre de 2025, se cumplen exactamente 400 años de un desconocido hecho de armas de nuestra larga historia. Su protagonista es un militar que, pese a su nobleza de sangre, es anónimo para el gran público. Su nombre, Fernando Girón, primer marqués de Sofraga; su hazaña, repeler el ataque de una poderosa escuadra angloholandesa contra la ciudad de Cádiz.

Nos situamos en el contexto de la guerra de Flandes, también llamada de los Ochenta Años. Tras una tregua de doce años, las hostilidades entre la Monarquía Hispánica y las llamadas Provincias Unidas, es decir, Flandes, se reanudan con la llegada al trono de Felipe IV, en 1621. A esta relación de fuerzas se unió Inglaterra, que se puso del lado holandés después de un conflicto diplomático con España.

El primer escenario de aquella guerra tuvo lugar en la ciudad holandesa de Breda. No hace falta que contemos aquí cómo acabó aquello porque todos hemos visto Las lanzas de Velázquez: Ambrosio Spínola rindió la plaza causando 13.000 muertos en el enemigo.

La rendición de Breda
‘La rendición de Breda’, de Diego Velázquez. | Museo del Prado

La guerra angloespañola y Fernando Girón

Pero flamencos e ingleses no iban a dejar así las cosas. Cinco meses después, ambos aliados fletaron una impresionante flota de 110 navíos rumbo a Cádiz, puerto estratégico en el comercio con América y por su posición de guardián del paso entre el Atlántico y el Mediterráneo. La escuadra transportaba a nada menos que 17.000 tropas. El hombre encargado de pararles los pies, o las velas, tuvo que hacerlo sentado por sus problemas de salud. Spoiler: lo logró.

Fernando Girón de Salcedo y Briviesca nació en Talavera de la Reina en 1564, en una familia de la baja nobleza. A la edad de 20 años, comenzó su carrera militar en los tercios de Flandes. En las décadas siguientes, por ejemplo, participó en la conquista de La Esclusa, combatió en Francia y sirvió en la Armada. Su amplia experiencia le abrió las puertas del Consejo de Guerra de los Países Bajos, el órgano que dirigía la contienda en Flandes. Tras ello, ocupó diversos cargos militares, de gobierno, e incluso actuó como embajador interino. Por último, fue nombrado miembro del Consejo de Estado, el máximo órgano consultivo del Rey.

Llegamos, por fin, al famoso año de 1625. La alianza entre los rebeldes flamencos e Inglaterra hacía sospechar una acometida sobre Cádiz, y Girón pidió ser enviado a dirigir la defensa. Pero el ataque se retrasaba y el numeroso contingente inicial de tropas destinado en la ciudad trimilenaria se reubicó en otros destinos. Girón se quedó en Cádiz con apenas 300 hombres. Casi parecía una broma de la historia recordando al ejército espartano en las Termópilas. La diferencia es que el Leónidas que había de defender Cádiz estaba impedido por la gota y no podía ni ponerse en pie. Sin embargo, aquello no fue obstáculo para Girón, que se dispuso a sostener el asedio sentado.

La defensa de Cádiz

Con todo, resistir el ataque angloholandés con tan pocos soldados era inviable. Girón ordenó entonces al duque de Medina Sidonia, capitán general de Andalucía, que organizase una leva para reforzar la guarnición. Este respondió prontamente poniendo a su disposición 6.000 hombres, que se repartieron por las poblaciones costeras de la bahía.

El día 1 de noviembre llegó la flota enemiga, mandada por Sir Edward Cecil. Su primer movimiento fue enviar un destacamento de 25 naves para atacar el fuerte de Puntales que, entonces y ahora, guarnece la bahía de Cádiz. Los 120 españoles que defendían el castillo repelieron la intentona con los apenas ocho cañones de que disponían.

Pero, al día siguiente, Cecil ordenó que toda su escuadra se lanzase contra el fuerte. Los defensores aguantaron hasta donde pudieron, pero, dos mil cañonazos después, Puntales cayó bajo control angloflamenco. Eso sí, tal fue el desempeño de la guarnición española que el almirante británico la despidió con honores militares.

Problemas de avituallamiento

Cecil, entonces, tomó a 8.000 de sus hombres y se adentró en el istmo de Cádiz. Pero los españoles respondieron. Siguiendo órdenes de Girón, el corregidor de Jerez, Luis Portocarrero, salió al encuentro de los ingleses y holandeses. Pese a la amplia superioridad numérica de los invasores, una mala intendencia a la hora de transportar las provisiones detuvo el avance de los protestantes. Para más inri, la tropa dio con unos barriles de vino jerezano y, embriagada, se amotinó contra sus oficiales.

Paralelamente, Girón se aseguró de que la ciudad estuviera bien abastecida, ante la posibilidad de un sitio prolongado. Fue así como un esfuerzo coordinado entre la artillería gaditana y varias galeras españolas procedentes de Sanlúcar consiguió romper la línea de navíos enemigos y llevar suministros a Cádiz.

A partir de ese momento, con la ciudad ya preparada para resistir, los hechos se precipitaron. Los ingleses al mando de Cecil comenzaron a retirarse, con los hombres de Portocarrero mordiéndoles los talones. Al hostigamiento se sumó una fuerza de castigo comandada por Diego Ruiz de la Correa, maestre de campo de Girón. Ingleses y holandeses embarcaron en sus naves y, tras quemar una de ellas donde habían depositado a sus caídos, pusieron rumbo a casa. Por si fuera poca desgracia, cientos de holandeses murieron durante la travesía de vuelta, azotados por las tormentas y las enfermedades. El peaje total del fallido ataque fueron 7.000 muertos y 62 naves perdidas, más de la mitad de la escuadra.

Aunque hoy en día no sea tan recordada como otras batallas, la defensa de Cádiz tuvo gran impacto en su época. Tanto es así que el rey Felipe IV le encargó a Francisco de Zurbarán, uno de los grandes pinceles de nuestro Siglo de Oro, un cuadro conmemorativo de aquel combate. El lienzo fue uno de los pocos elegidos para adornar el famoso Salón de Reinos, la estancia donde el monarca recibía a los embajadores extranjeros y que estaba destinado a cantar las glorias de España e impresionar a los visitantes. En él aparece en primer plano Fernando Girón, responsable de la valerosa defensa.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

Publicidad