Furor por el terror
Coinciden en Netflix el «Frankenstein» de Guillermo del Toro y la serie «Monstruos. La historia de Ed Gein»

Imagen de la serie 'Monstruo: La historia de Ed Gein'. | Netflix
El pasado fin de semana de Halloween, en cines y plataformas, ha habido toda una eclosión de cine de terror. El género, como en todos los momentos de incertidumbre, vive un momento de esplendor. Entre una avalancha de títulos de terror adolescente, destacan dos propuestas interesantes, que coincidirán en Netflix el próximo viernes.
Por un lado, el Frankenstein de Guillermo del Toro, estrenado en los cines hace poco más de una semana. Empieza a no haber ninguna diferencia entre un producto para la pantalla grande y otro para la pequeña. Por otro lado, la serie La historia de Ed Gein, tercera entrega de las miniseries, con el sello Ryan Murphy (American Horror Story) e Ian Brennan, agrupadas bajo el lema de Monstruo. La primera fue Dahmer y la segunda La historia de Lyle y Erik Menendez.
La obsesión Guillermo del Toro por el cine de terror, en general, y los monstruos, en particular, es bien conocida, como lo demuestran gran parte de sus títulos: Blade II, Hellboy, El espinazo del diablo, Mimic, Cronos, La forma del agua, La cumbre escarlata o Pacific Rim. En una entrevista reciente, el director mexicano aseguraba que, tras ver el Frankenstein original (James Whaller, 1932), sintió «la sacudida del reconocimiento en ese momento seminal: el terror gótico se convirtió en mi iglesia y Boris Karloff en mi Mesías». Y añadía que, desde entonces, el monstruo le había perseguido. Ahora, por fin, ha logrado ofrecer su propia versión de Frankenstein o el moderno Prometeo.
El director explicó en el pasado Festival de Venecia el sentido de su película, y lo que justifica que el público busque respuestas en el terror. «Vivimos en un tiempo de terror e intimidación. La respuesta para mí son el amor y el perdón. La pregunta central de la novela [de Mary Shelley] es qué nos hace humanos. No tenemos tarea más urgente que seguir siéndolo, en un momento en que todo nos empuja hacia la polarización. El filme trata de mostrar nuestro derecho a la imperfección, a entendernos como seres humanos en las circunstancias más opresivas. No me asusta la inteligencia artificial, sino la estupidez natural».
La obsesión por el terror de Ryan Murphy, como la de Guillermo del Toro, nació también muy pronto y motivada por otro monstruo. Con solo ocho años, aprovechando la ausencia de sus padres, vio Psicosis de Hitchcock y se quedó fascinado con el personaje de Norman Bates, basado en Ed Gein e interpretado por Anthony Perkins. «Desde entonces no he podido dejar de pensar en él», ha confesado. Ahora le ha dedicado la tercera temporada de Monstruo, su antología de sobresalientes asesinos en la historia estadounidense.
La concepción del terror de Murphy es muy diferente a la del director de Frankenstein, según explica él mismo. «La curiosidad se transformó, décadas después, en una obsesión artística: entender por qué el horror nos atrae. Cada generación hace una versión más violenta y explícita de esta historia. Y me pregunto por qué. ¿Qué nos pasa culturalmente para que necesitemos subir la dosis de espanto? Monstruo intenta responder eso. No es solo una serie sobre crímenes, sino una radiografía de nuestras enfermedades colectivas».
Pese a que la serie está llena de escenas explícitas, asesinatos macabros, decapitaciones, descuartizamientos, prácticas necrófilas, Murphy defiende que su trabajo no es una exhibición de casquería. «Esta serie no pretende asustar al público con sangre —se justifica—. En las ocho horas que dura, hay menos de cinco minutos de violencia. Lo importante es lo que se insinúa. Lo verdaderamente aterrador es la posibilidad de entenderlo. Cuando la gente me dice que sintió compasión por Ed Gein, sé que hicimos algo bien».
La serie es, además de la historia recreada de Ed Gein, un recorrido por las ficciones que inspiró el brutal asesino. Desde el mencionado Norman Bates de Psicosis hasta el Ted Bundy de la serie Mindhunter, pasando por Leatherface de La matanza de Texas o el Buffalo Bill de El silencio de los corderos.
La película de Guillermo del Toro ha cosechado mayoritariamente críticas muy elogiosas. La serie de Ryan Murphy, solo discretas, e incluso severas reprimendas por mostrar demasiada empatía hacia sus «monstruos». Él se defiende. «En realidad, esta historia no va sobre Ed Gein. Va sobre nosotros. Sobre cómo miramos el mal y qué vemos reflejado ahí. Y ese es el poder del arte. No el que te asusta, sino el que te obliga a mirarte dentro».
Vivimos en un mundo saturado de horrores. Imágenes de atrocidades nos asaltan a todas horas, ya sea desde las propias noticias de actualidad o desde las redes sociales. La violencia forma parte de nuestra vida cotidiana. Tal vez por eso el público demande cada vez más terror y más explícito o, tal vez, tenga razón Murphy cuando dice que «el arte tiene la obligación de mirar hacia lo que nos incomoda, porque si no lo hace, se vuelve decorativo».
