The Objective
Cultura

Más gordos y menos flacos

Un informe denuncia la discriminación de actores y actrices gruesos frente a «los cuerpos normativos»

Más gordos y menos flacos

La presentación del informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales presenta sobre la gordofobia. | Redes

Acabo de enterarme de que existe un organismo llamado Observatorio de la Diversidad de Medios Audiovisuales (ODA). En su página web, se explica que «analizamos la imagen que se proyecta de las personas LGBTIQA+, racializadas y con discapacidad en la ficción audiovisual española con el objetivo de impulsar un cambio y lograr medios más responsables y diversos».

Varios medios han recogido el resultado de su último estudio —Informe sobre gordofobia en la ficción audiovisual nacional—, que ha dado lugar a titulares muy poco alentadores, tipo: «La ficción sigue sin dar relevancia a los personajes gordos, aunque empieza a incluir otros cuerpos no normativos». El trabajo, que se ha realizado a partir de las películas y series estrenadas el año pasado, constata que «no hay un gran crecimiento en la incorporación de corporalidades disidentes».

Resulta que en 2024 los personajes gordos —igual deberíamos decir con sobrepeso— han descendido notablemente. Un 6,17% en las películas y un 7,04% en las series. El dato no es tan malo. Al fin y al cabo, son solo unas décimas con respecto al año anterior. Pero lo preocupante, según el ODA, es que sigue dejando de manifiesto el «nulo crecimiento en diversidad de la ficción audiovisual producida en este país», ya que «la presencia de cuerpos no normativos se sitúa en un 9,19% en películas y en un 9,21% en series». Algo que, según los autores del informe, está muy lejos de la realidad.

La realidad, según la Encuesta de Salud de España 2023, es que el 15,2% de los hombres y el 15,1% de las mujeres tienen obesidad.  Todo hace indicar que lo que pretende ODA es que en nuestras películas y series uno (y medio, para ser más exactos) de cada diez personajes sea interpretado por actores obesos. ¿Ese es el objetivo? Parece que sí. Y eso solo con lo que respecta a los gordos. A la hora de hacer un casting, además, tenemos que buscar la proporción correspondiente de cada una de las letras de LGBTIQA+, razas, culturas, discapacidades, etc.

En busca de la igualdad de oportunidades, de la forzada inclusión de las minorías, de la representación de todos los colectivos, hemos llegado a situaciones tan absurdas como esta. Hemos pasado de un extremo al contrario. De excluir a gordos, homosexuales o negros por sistema, a meterlos con calzador, venga a cuento o no.

No se dan cuenta de que así se están cargando la libertad creadora. Los creadores de ficciones audiovisuales, los directores de casting se van a volver locos como hagan caso a todas las sociedades encargadas de velar por la moral imperante. ¿Se imaginan una serie o una película en las que se cumplan esas directrices? Es decir, con la proporción exacta de actores y actrices gordos y delgados, de homosexuales y heterosexuales, de discapacitados de todas las variedades…

Desde luego, a mí no solo no me interesaría, sino que, además, no me representaría. Y eso que soy sordo, y se me ha adjudicado un grado de minusvalía del 69%. Pero no por eso exijo que tengamos representación en las ficciones los cuatro millones de españoles que sufrimos problemas auditivos. Reconozco que me ha alegrado mucho el éxito de Sorda (Eva Libertad, 2025), pero no porque haya cumplido con la cuota de sordos en nuestro cine, sino porque es una gran película, de indudable interés para un público general.

Hace solo unos días, el Congreso aprobaba una proposición no de ley del Grupo Socialista para promover el uso responsable y empático de la palabra «cáncer». Cualquiera diría que asistimos a una resurrección de lo políticamente correcto, que uno ya creía superado. Estamos en un mundo en el que parece que todo hay que regularlo: desde la cantidad de gordos que han de aparecer en una serie hasta cuándo y cómo usar la palabra cáncer. ¿Debería reclamar que, salvando las distancias, se regule el uso de la palabra «sordo»? ¿Que no se admitan expresiones como, por ejemplo «guerra sorda»? Mejor sería que hicieran oídos sordos y se tomaran medidas eficaces de verdad para mejorar la vida de los enfermos de cáncer, los gordos y los sordos. Lo demás es puro maquillaje.

Publicidad