The Objective
Ilustres olvidados

Héroes de la Guerra Civil | El cónsul que salvó a 600 personas de la represión republicana

Porfirio Smerdou, cónsul mexicano en España, acogió a cientos de personas para librarlas de asesinatos políticos

Héroes de la Guerra Civil | El cónsul que salvó a 600 personas de la represión republicana

Porfirio Smerdou acogió en su casa de Villa Maya a cientos de perseguidos políticos.

Una semana más, continuamos una serie de episodios de Ilustres olvidados dedicados a héroes anónimos de la Guerra Civil que no encajan en los relatos propagandísticos de ambos bandos. Tras el general republicano Antonio Escobar, el futbolista del Real Madrid Hilario Marrero y el sacerdote Virgilio Valle, hoy nos trasladamos al mundo diplomático.

Con el estallido de la Guerra Civil, España se convirtió en escenario de furia bélica, represión política y vendettas personales. Pero no toda la violencia se produjo en los frentes, una parte muy importante de ella tuvo lugar en las retaguardias de ambos bandos. En ese contexto, las embajadas y consulados se convirtieron en refugios para escapar del terror republicano y del sublevado, de las checas, los paseos y las sacas.

El escenario de la mayoría de aquellos gestos humanitarios, que salvaron miles de vidas, fue Madrid, ya que en la capital se concentraban la gran parte de las legaciones diplomáticas. Pero una muy destacada excepción fue la que protagonizó el cónsul honorario de México en Andalucía Oriental y Marruecos. Su nombre, Porfirio Smerdou, un personaje que puede equipararse a las figuras de Oskar Schindler o de Ángel Sanz Briz.

Una familia mexicana de diplomáticos

Nos situamos en 1905. Ese año, se publica la novela de Emma Orczy La Pimpinela Escarlata, que narra las aventuras de un caballero inglés que rescata aristócratas antes de que sean guillotinados durante el Terror de la Revolución Francesa. La coincidencia es muy significativa porque, apenas un mes después de salir la novela, nacería Porfirio Smerdou Fleissner, que, como veremos, jugó un papel similar en su vida.

Smerdou vino al mundo en la ciudad de Trieste, que entonces era parte no de Italia, sino del Imperio austrohúngaro; su padre, diplomático, había conseguido restablecer las relaciones entre dicho imperio y México. La familia siguió al cabeza de familia por sus distintos destinos, recalando primero en Bruselas y, más tarde, en la soleada Andalucía.

Fue así como, cuando su padre se jubiló, Porfirio Smerdou fue nombrado cónsul honorario de México, con jurisdicción en la zona oriental de Andalucía, así como en el protectorado español de Marruecos. En los años siguientes, Smerdou se esmeró en potenciar la imagen de México en nuestro país, lo hizo estableciendo buenos contactos en la sociedad andaluza y norteafricana, en parte gracias a su pertenencia a la masonería.

Porfirio Smerdou, el ‘Schindler’ de Málaga

El estallido de la guerra le sorprendió en Málaga. La capital de la Costa del Sol quedó bajo control republicano, que no bajo control del Gobierno republicano. Quienes mandaban de facto eran las milicias socialistas, comunistas y anarquistas, que —además de combatirse unos a otros— impusieron un terror rojo en la ciudad. Se calcula que unas 3.400 personas murieron asesinadas en los primeros meses de la guerra por motivos políticos y religiosos.

En ese contexto de extrema violencia, Porfirio Smerdou desplegó una actividad incansable para salvar a cuantas personas le fue posible. Para empezar, acogió a cientos de personas en su propia casa, Villa Maya, que también hacía las veces del consulado de México, así como en otros inmuebles de su propiedad. Además, logró sacar de la ciudad a más de 550 personas rumbo a Marruecos y Gibraltar, territorios donde llegaba su jurisdicción.

Y, cuando no pudo dar asilo a más gente por falta de espacio, convenció a tres amigos suyos, también mexicanos, para que acogiesen a otros 65 prófugos. Por si fuera poco, aprovechó también la sede del consulado argentino cuando su titular salió de la ciudad. Cabe decir que sus esfuerzos fueron respetados por las autoridades republicanas, ya que gestionó un canje de prisioneros entre ambos bandos. Todo esto lo hizo a pesar de que, en mitad del proceso, fue cesado de su cargo por el Gobierno mexicano.

Placa dedicada a Porfirio Smerdou, en Málaga. | Ayuntamiento de Málaga

Protección para ambos bandos

A principios de febrero de 1937, se produjo la llamada Desbandá. Buques y aviones del bando sublevado bombardearon la carretera que iba de Málaga a Almería, por donde transitaban decenas de miles de personas que escapaban de la ciudad, la mayoría de ellas civiles. Entre 3.000 y 5.000 de ellas fueron asesinadas, en lo que resultó una de las mayores masacres de la guerra. Este episodio culminó la conquista franquista de Málaga.

Con la llegada de los sublevados a la ciudad, el miedo cambió de bando. Si durante meses la gente de derechas había sido víctima del odio de los rojos, ahora la furia de los fascistas se dirigió sobre las personas de izquierdas. Porfirio Smerdou, por su parte, no cambió un ápice su actitud y siguió acogiendo a quienes lo necesitaban con independencia de sus ideas. En colaboración con el cónsul italiano Tranquillo Bianchi, el diplomático mexicano intercedió por muchos presos que habían sido condenados a muerte, logrando su liberación o la conmutación por penas de cárcel.

Tras la guerra, el régimen de Franco fue ambivalente para reconocer su figura. Por una parte, concedieron a Smerdou la nacionalidad española y la cruz del Mérito Militar de primera clase con distintivo blanco. Sin embargo, unos pocos años después, fue encarcelado por masón. El Vaticano intercedió por él y fue puesto en libertad.

Al haber perdido su condición de diplomático, Smerdou se dedicó a diversos negocios en España, Alemania y México. Murió en El Escorial en 2002. En 2023, el Ayuntamiento de Málaga le nombró Hijo Adoptivo de la ciudad y le concedió la Medalla de Málaga a título póstumo.

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