Francisco Ortega Montoliu: dar nueva vida al patrimonio histórico
THE OBJECTIVE entrevista al ganador del premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional

El arquitecto Francisco Ortega Montoliu. | Cortesía: Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional
El arquitecto asturiano Francisco Ortega Montoliu, afincado en Madrid, se alza como ganador del XIII Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional 2025, por su visión para dar una nueva vida al patrimonio histórico situado en el medio rural, respetando su identidad. THE OBJECTIVE conversa con el arquitecto, cuyos proyectos han permitido recuperar edificios que se encontraban en ruinas conservando su autenticidad, pero adaptándose a la vida contemporánea con nuevos usos. «Trabajar de este modo además contribuye a la reactivación de los núcleos rurales en los que se encuentran», nos dice.
PREGUNTA.- Para intervenir edificios con tanta historia, hay que tomar en cuenta muchos parámetros. ¿Cómo influye la interpretación y aplicación de las intervenciones sobre el patrimonio histórico?
RESPUESTA.- Las leyes de Patrimonio Histórico en España se hicieron en 1985. No estoy seguro de qué tipo de normativas existían anteriormente, pero en los 80 se definen los parámetros oficiales. Dentro del marco de la Unión Europea, cambia la interpretación de esas normas. Por ejemplo, una de las cosas que está prohibida son los falsos históricos, una imitación de un elemento histórico a día de hoy. Pero esa interpretación, también ha llevado a hacer verdaderas aberraciones, la norma dice que lo nuevo se tiene que diferenciar de lo antiguo. No puede haber confusión, lo que ocurre si los elementos son miméticos, pero no quiere decir que haya que hacer una arquitectura completamente contemporánea para diferenciarse de lo antiguo.
P.- Hay arquitectos que defienden esto, no intervenir el patrimonio haciendo algo completamente moderno para diferenciarlo…
R.- Sí, pero hay varias teorías, durante los 80, 90 y 2000, sobre todo, se hicieron intervenciones de patrimonio que buscaban esa diferenciación mediante un lenguaje diferente, por ejemplo, donde había una columna, colocar una de cristal. Eso para mí supone una distorsión y una merma del lenguaje histórico del edificio. Pero también hay casos muy loables, como el de las Escuelas Pías de San Fernando en Madrid, donde se hizo una intervención fantástica con un lenguaje contemporáneo utilizando un edificio histórico de contexto. Sin embargo, siento que el lenguaje se pierde, se vuelve contemporáneo y pierde su carácter. Otros países son más delicados con este tipo de intervenciones. Lo que yo propongo y que he puesto en manifiesto en las obras premiadas es precisamente que esa diferenciación sea muy sutil. Utilizo materiales de época de oficios tradicionales como canteros, herreros, carpinteros y la distinción la hago en el espacio arquitectónico.
«Los paradores son edificios históricos, hay que intervenirlos de una manera específica»
P.- Su estudio ENERO Arquitectura también se especializa en construcciones hospitalarias…
R.- El estudio tiene dos ramas, la más importante es sanitaria con el diseño de hospitales. Son proyectos en los que el diseño y la sostenibilidad cuentan con el respaldo de la innovación y la tecnología. Hemos hecho el Quirónsalud de Zaragoza, el de Badalona, el nuevo Hospital Regional de Bellinzona, el del Valle del Henares, el Hospital Madrid de Boadilla, el Olympia, entre otros. También trabajamos con paradores, ahora estamos con el de Olite en Navarra, hemos hecho el de Ciudad Rodrigo que es uno de los más antiguos del país, un castillo reconstruido en 1372 por Enrique II de Castilla. Los paradores son edificios históricos, hay que intervenirlos de una manera específica.
P.- ¿De qué épocas son los principales edificios que ha rehabilitado?
R.- El Palacio de las Torres de Donlebún en Barres es del siglo XVI, fue declarado Bien de Interés Cultural, lo transformamos en un hotel manteniendo su identidad arquitectónica y su carácter defensivo; el Palacio del Marqués de Santa Cruz en Castropol, del siglo XVIII, lo reconstruimos para abrirlo a la ría del Eo sin perder su esencia; el Palacio de los Pardo Donlebún en Figueras, del siglo XIV, fue concebido para la vigilancia de lo que hoy es frontera con Galicia. A ellos se suman, la reconstrucción en Ribadeo de la Casa de los Perecitos, así como la Torre de los Moreno y en Luarca la de la Villa Excélsior.
«Lo primero es conocer la historia, la economía de la época, cuál era el significado del edificio o para qué se hizo»
P.- ¿Qué es lo primero que hay que tener en cuenta para intervenir un edificio considerado patrimonio histórico?
R.- Las obras han durado casi diez años. Yo empecé casi sin experiencia en el tema. Lo principal es conocer la historia del entorno del edificio. Además, son edificaciones que abarcan muchas épocas, uno de ellos empieza en el siglo XIV, cuando se funda el pueblo de Figueras y surge una torre defensiva. En el XVI, hay un repunte económico, hay un señor feudal que compra el pueblo y hace un gran palacio rural. Así que lo primero es conocer la historia, la economía de la época, porque eso te da la clave de qué tipo de intervenciones se hicieron, cuál era el significado del edificio o para qué se hizo. Por ello la importancia de conocer el contexto, para entender el edificio y luego hay que ver qué elementos tienen valor y cuáles no. A partir de este análisis histórico de fases constructivas, uno puede ver qué etapa tiene mayor calidad arquitectónica y llevar el lenguaje de toda la restauración a esta capa de la historia.
P.- ¿Con qué gremios y oficios artesanales ha trabajado? ¿Encontró todos los que se utilizaron originalmente?
R.- No, de hecho, los cuatro primeros años los empleé en buscar los materiales de época y oficios, tuve que viajar por toda España. La Fundación Culturas Constructivas Tradicionales, que promueve el premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional, ha hecho un registro de todos los oficios artesanos que hay en España. Es muy importante este tipo de iniciativa para preservarlos. Por ejemplo, los canteros vinieron de Galicia, que la tuve que recorrer entrevistando a varios. La mayoría tenía aserraderos modernos de piedra y yo buscaba que trabajaran con las manos como se hacía tradicionalmente, con la masa y el cincel y finalmente los encontré. También utilizamos carpintería de armar que es la de estructuras y la de taller, el roble que usamos, lo encontramos en anticuarios y derribos. Trabajamos con albañiles que sabían utilizar la cal, los maestros vinieron de Burgohondo en Ávila, la cal hay que tenerla en agua un mínimo de seis meses y luego hay que apagarla también durante meses. Contaba Vitruvio que había cales de hasta cincuenta años de reposo en agua…
«Hay que saber integrar la modernidad, buscando tecnologías minimalistas, distorsionando el espacio lo menos posible»
P.- ¿Cuáles fueron los principales retos y decisiones que tomaron durante la intervención del Palacio de los Pardo Donlebún?
R.- El Palacio de los Pardo Donlebún fue el primero que empezamos y el que terminamos más tarde, porque ahí diseñamos todas las soluciones para las otras edificaciones. Fue también el más complicado de intervenir, ahora es un hotel de diez habitaciones de 2.000 metros cuadrados. Mi idea fue que no podía tener tantas habitaciones pese al inmenso metraje y que ello lo haría más rentable, pero claro, gracias a ello las habitaciones tienen 100 metros cuadrados. No todos los espacios siguen existiendo, como las cuadras, por eso se tienen que hacer cambio de usos. Hay que saber integrar la modernidad, buscando tecnologías minimalistas, distorsionando el espacio lo menos posible.
P.- ¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
R.- Tenemos varios en la rama sanitaria. Uno de los que más me entusiasma es la Fundación Mupag, el primer edificio del arquitecto Miguel Fisac, un pequeño centro hospitalario construido entre 1969 y 1973, en la que ensayó las fachadas tan típicas suyas y muebles de hormigón. El reto que tenemos es el de no alterar el edificio, anteriormente se han hecho intervenciones que creemos pertinente reconsiderar, porque se ha desvirtuado el sentido original y su carácter. Lo maravilloso de estos proyectos de patrimonio, es que demandan un trabajo de investigación y análisis muy profundo y de mucha entrega, por ello haber recibido el Premio Rafael Manzano ha sido un gran honor.
