Wim Wenders y Anselm Kiefer, un encuentro con la memoria y el arte
El cineasta alemán estrena un documental por la obra colosal y simbólica de uno de los artistas más provocadores
El próximo 13 de diciembre llega a los cines Anselm, el esperado documental de Wim Wenders que explora la vida y obra del renombrado artista alemán Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945). Conocido por sus monumentales pinturas matéricas y por sus esculturas, Kiefer ha dedicado su carrera a enfrentarse con los traumas históricos, filosóficos y espirituales de la humanidad, especialmente los de la Alemania de posguerra. Wenders, con su particular sensibilidad para capturar la poesía del mundo visual, convierte la obra de Kiefer en el centro de una narrativa que nos transporta al corazón del proceso creativo del artista alemán.
Nacido en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, Anselm Kiefer creció en una Alemania marcada por la devastación y el silencio sobre el pasado nazi. Este contexto formó el núcleo de su obra, que desde el principio estuvo enfocada en abordar los tabúes de la historia alemana y la memoria colectiva. Kiefer destacó por su valentía para enfrentarse al legado del Holocausto y la culpa de la guerra, lo que lo convirtió en un artista controvertido en su país natal, pero también en uno de los más influyentes de la posguerra a nivel internacional.
Ha participado en numerosas exposiciones de prestigio a lo largo de su carrera, consolidándose como una figura clave del arte contemporáneo. En 1980, fue seleccionado para representar a la República Federal Alemana en la XXXIX Bienal de Venecia con su muestra titulada Verbrennen, verholzen, versenken, versanden («Quemar, lignificar, hundir, sedimentar»). Esta exposición generó controversia por su enfoque crudo y directo hacia la memoria colectiva de su país.
En 1987, el alcance internacional de Kiefer se fortaleció con una exposición retrospectiva en el Art Institute of Chicago. La muestra viajó posteriormente al Philadelphia Museum of Art, al Museum of Contemporary Art de Los Ángeles y al icónico Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, lo que marcó un hito en la difusión de su obra en Estados Unidos. En 1998, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid albergó una destacada exposición de su obra, que permitió al público español adentrarse en su vasto universo artístico.
Su arte mezcla elementos históricos, filosóficos y literarios, en particular los poemas del poeta judío-rumano Paul Celan, como «Todesfuge», escrito a partir de su experiencia en los campos de concentración, que también aparece en el documental. Estos versos le sirvieron como inspiración para cuadros como Margarethe.
«Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y a la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania».
«Todesfuge», Paul Celan
En sus trabajos, Kiefer utiliza materiales como tierra, plomo, ceniza y madera para crear texturas densas que evocan los paisajes devastados por el conflicto y el tiempo. Sus obras, de una fisicidad abrumadora, parecen llevar al espectador a un viaje introspectivo hacia las profundidades del duelo, la memoria y la redención.
Un creador visceral
En el documental, Wim Wenders nos introduce en el inmenso taller de Kiefer, La Ribaute, ubicado en la Provenza francesa, cerca de Barjac. Este espacio no es solo un lugar de trabajo, sino un microcosmos que refleja la filosofía y el enfoque del artista. Rodeado de vastos paisajes naturales, el taller –hoy en día también sede de la Fundación-Museo Eschaton-Anselm Kiefer–se compone de almacenes transformados en galerías, catacumbas llenas de esculturas y áreas dedicadas a sus colosales lienzos y estructuras.
El proceso creativo de Kiefer es imponente y visceral. Wenders muestra al artista trabajando con lanzallamas, paletas gigantescas y metales fundidos, moldeando sus obras con un enfoque casi teatral. Cada creación parece una lucha entre los materiales y la visión del artista, una búsqueda constante por darle forma al caos y a la memoria.
Las esculturas de figuras femeninas emergen como símbolos recurrentes en el taller. De hecho, el documental abre con una secuencia visual cautivadora en la que travellings circulares nos adentran en los paisajes boscosos de la Provenza francesa, donde la naturaleza se fusiona con el arte del artista.
En esta atmósfera de misterio y belleza, emergen sus imponentes esculturas: figuras de mujeres vestidas como novias parecen ser hijas de la tierra misma. Algunas enjauladas o con colas tentaculares, otras con cabezas atómicas, evocan una honda conexión con lo primordial y lo destructivo. Son representaciones de mujeres poderosas y olvidadas de la historia, como Octavia, Popea, Julia Mesa, Helena de Corinto o Safo. Mujeres cuyo recuerdo ha sido silenciado por el tiempo, pero que, a través de la mirada de Kiefer, resucitan con fuerza. Sus figuras sugieren un vínculo entre lo humano y lo elemental, un recordatorio de la conexión viva entre la historia y la naturaleza.
«El lenguaje es la casa del Ser», escribe Paul Celan, subrayando el credo fundamental de Heidegger, una frase que resuena en la obra de Kiefer. Este concepto se manifiesta en el taller del artista, —su hogar, su Ser— que Wenders retrata como un espacio donde la memoria, el lenguaje y la historia dialogan constantemente. Las citas a Celan y la relación tensa del poeta con Martin Heidegger se reflejan en la obra de Kiefer, quien en un momento del documental nos muestra un cuaderno gigante de pintura dedicado al filósofo alemán. Las páginas de este gran bloc revelan imágenes de un cerebro invadido por una «metástasis cancerígena», una metáfora de la oscuridad que Heidegger permitió que lo consumiera debido a su vínculo con el régimen nazi.
Obras colosales
Kiefer convierte estas tensiones filosóficas y existenciales en arte, creando obras que parecen surgir de la confrontación directa con la oscuridad del pasado. Sus pinturas matéricas, cargadas de simbolismo y densidad, hablan de la desolación, pero también de la posibilidad de transformación.
Una de las características más distintivas de Kiefer es la escala de sus obras. El documental enseña cómo el artista utiliza grúas y plataformas elevadoras para trabajar en lienzos de dimensiones colosales. Sus esculturas y estructuras son igualmente inmensas: torres hechas de escombros, aviones destrozados que parecen restos arqueológicos y montañas de materiales reciclados que evocan paisajes postapocalípticos.
El taller es un espacio donde el tiempo parece diluirse. Wenders nos lleva por galerías interminables, descendiendo a catacumbas donde cada rincón está lleno de significado. En una escena particularmente evocadora. Seguimos al artista mientras recorre en bicicleta estas vastas salas, un testimonio de la magnitud y la complejidad de su mundo creativo.
En el centro de la obra de Kiefer está su crítica al silencio que marcó a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Desde joven, el artista se horrorizó por la falta de diálogo sobre los crímenes del Holocausto y la complicidad de la sociedad alemana. Este horror lo llevó a crear obras que confrontaran directamente estos temas, ganándose tanto admiradores como detractores.
Culpa y redención
Wenders explora esta lucha a través de la narrativa del documental, mostrando cómo la provocadora confrontación de Kiefer con el pasado no solo desafía a su país natal, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre el papel del arte en la construcción de la memoria colectiva.
Anselm no es solo un documental sobre un artista. Es una exploración de cómo el arte puede convertirse en un medio para confrontar la historia, la culpa y la redención. Wim Wenders captura con maestría el universo de Kiefer, desde su proceso creativo hasta las complejas ideas que subyacen en su obra. El documental nos permite adentrarnos en el simbolismo del arte de Kiefer, revelando cómo este logra transformar los materiales más humildes y las historias más dolorosas en algo humano y trascendental.