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Arte

'Páro Ques̈há', una invitación al corazón de la Amazonía peruana

La galería MEMORIA presenta un diálogo entre la obra del pintor Roldán Pinedo y el fotógrafo Javier Silva Meinel

‘Páro Ques̈há’, una invitación al corazón de la Amazonía peruana

'La fuerza del jaguar a través de la ayahuasca', de Roldán Pinedo. | Cortesía del artista y MEMORIA Madrid

La galería MEMORIA presenta Páro Ques̈há, un diálogo entre la obra del pintor Roldán Pinedo y el fotógrafo Javier Silva Meinel, mostrando elementos del corazón de la Amazonía peruana y de la cosmogonía shipibo-conibo. THE OBJECTIVE conversa con los dos artistas y con Alejandro de Villota y Pedro Vasconi, curadores de la muestra. «En el idioma shipibo, páro ques̈há significa estar a la orilla del río, esa sensación abrumadora de observar la fuerza del agua, la incertidumbre de su profundidad, o la belleza del caudal que corre entre colores y coreografías», señala Vasconi.

PREGUNTA.- La muestra explora parte de la cosmogonía amazónica desde prácticas artísticas. ¿Qué elementos hay que tomar en cuenta para comprenderla?

PEDRO VASCONI.- En la cultura shipibo-conibo los dibujos plasmados en objetos reciben un espíritu y cobran vida, una vez que pasan a estar conectados a un lenguaje cósmico. Las pinturas, las cerámicas, las vestimentas y telas, las canoas o las casas, todos los objetos son sagrados, y sus espíritus cuidan a sus dueños, a partir del momento en que sobre ellos se imprime un dibujo. Por ejemplo, los kené, complejos patrones en construcciones geométricas y abstractas remiten a la piel de Ronin, la gran serpiente creadora del universo, y son intuidos y entregados por deidades a las mujeres y sacerdotes shipibo durante las ceremonias religiosas con la ayahuasca.

P.- Son experiencias artísticas que escapan absolutamente del canon occidental…

PV.- Sí, porque el acceso al pensamiento artístico se entiende como un contacto con los misterios de lo divino, con el elevar de las conciencias hacia una sabiduría ancestral trasmitida. Por ejemplo, por los árboles que guardan el conocimiento de la historia y la vida.

P.- La muestra presenta obras icónicas de Pinedo como La última cena, o Bufeo con Kené

ROLDÁN PINEDO.- La última cena es una representación shipiba de esta escena tan simbólica. Como alimento principal aparece el «paiche», el pescado más grande de la Amazonía, puede llegar a medir hasta cuatro metros, y es además parte de nuestro cotidiano. De este pez, además de ser alimento, utilizamos casi todas sus partes, de las escamas se hacen artesanías, al igual que con sus espinas. Su lengua se utiliza para rallar el piripiri, la planta que tiene el poder de «despertar» o abrir los ojos al kené, nuestro diseño legendario. Tradicionalmente eran las mujeres las que portaban la sabiduría para realizarlo, al nacer, sus madres o abuelas, les ponían una gota de piripiri en los ojos y de esa forma obtenían la capacidad de revelarlo a través de sus trazos.

P.- También hay un repertorio de obras que muestran plantas medicinales, como lo son la ayahuasca o el floripondio…

RP.- Sí, son parte central de mi obra. Está el Árbol de la Copaiba rodeado de la ayahuasca, que es una planta que siempre trepa y envuelve. El efecto o las visiones del floripondio son más fuertes aún, también es una planta maestra. Los pájaros están presentes en estas pinturas porque son mensajeros o ayudantes de los chamanes, son aves espirituales que reconocen cuál es el mal que padece la persona. También están representadas las raíces, que contienen la energía de la planta, que proviene de la tierra o hojas como la chacruna en la obra La fuerza del Jaguar a través de la ayahuasca, que también da visión al curandero.

P.- Su trabajo plasma un universo fantástico. ¿De dónde parte cada creación?

RP.- De mi historia, soy de Yarinacocha, un pueblo de la Amazonía al que siempre regreso. Llegué a la capital del Perú a finales de los años noventa, a vender raíces exóticas de la selva, luego empecé a pintar, siempre con tintes vegetales, con el tiempo he ido variando mi técnica. Desde el 2000 vivo en Cantagallo, una asociación de artistas shipibos en Lima. En la capital soy Roldán Pinedo, pero mi nombre shipibo es Shoyan Sheca, que significa «ratón inquieto». Mi obra existe sobre todo porque quiero preservar mis tradiciones, nuestra cultura, que a veces parece tan denostada. Quiero que se conozcan los animales, la flora, la fauna que tienen tanto conocimiento y que tan poco se respeta. Mi abuelo era curandero, él fue el primero que me hablo de las sirenas que habitaban nuestros lagos, me decía que él las podía ver, que llegaba a ellas guiado por los bufeos colorados, que lo contactaban convertidos en humanos. También me contaba de las mantarrayas gigantes, que ahora cobran vida en mis pinturas.

P.- ¿Por qué se eligió el diálogo de la obra de Pinedo frente a la de Silva Meinel?

PV.- La obra de Silva se ha volcado en investigar y visibilizar las contemporaneidades ocultas que cohabitan el mundo «desde los márgenes», frente a la hegemonía del canon occidental. El artista desde hace cuatro décadas, se dedica a viajar y estrechar lazos con comunidades nativas peruanas, reflejando a través de la fotografía los intersticios entre realidad y fantasía, entre cuerpos presentes y sus creencias ancestrales. Esta tensión entre lo terrenal y lo espiritual se hace latente en las obras realizadas junto a la comunidad shipibo-conibo y se manifiesta en una mirada que dignifica los sujetos como arquetipos de la belleza inefable de una humanidad genuina e inquebrantable.

P.- El escritor Guillermo Niño de Guzmán dice que su obra posee una habilidad mágica para transformar la realidad a través de su cámara, o que sus retratos revelan composiciones en las que los hombres o animales suscitan extrañas asociaciones en nuestra memoria…

JAVIER SILVA MEINEL.- Quizás porque el tema son los encantados, estos personajes tan especiales o mágicos, que se pueden ver en la serie Amazon Skin. Mi interés por la selva, es de toda la vida, pese a que fotografiarla no es sencillo. Al hacer fotografía en blanco y negro, el verdor propio del territorio complica la técnica. Por ello decidí fotografiarla separando a las personas con un fondo y mostrar así a sus habitantes, ese lado mágico de hombres, peces y animales cercanos al río.

P.- Se inaugura Páro Ques̈há ad portas del desembarco del arte amazónico en Madrid. Será el tema central de la edición de ARCO 2025…

ALEJANDRO VILLOTA.- El Amazonas es un tema de absoluta actualidad y el interés es revisarlo desde una mirada crítica. Ha sido un eje central en la Bienal de Venecia este año, actualmente ocupa las salas del CCCB con Amazonias. El futuro ancestral o en Casa América con la muestra Convergencias/ Divergencias de la Carlos Maldonado Collection. ARCO hará una edición especial dedicada a la región, bajo la curaduría de la colombina María Wills Londoño. Creo que todo esto refleja el interés de estéticas compensatorias que surgen no desde el centro sino desde la periferia, y en hallar miradas estéticas menos saturadas por el mercado del arte. Al producir obra al margen de lo que sucede en el centro, se encuentran nuevas narrativas que arrojan miradas más frescas y necesarias para entender nuestro mundo, no solo desde una mirada occidental, sino a través de lo ancestral. Páro Ques̈há es una invitación a pensar desde otro lugar, desde una dignidad y un respeto hacia estos otros centros que intentamos visibilizar.

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