Richard McGuire, la estrella post-punk del cómic
El artista revolucionó el género con su novela gráfica ‘Aquí’, que acaba de ser adaptada al cine por Robert Zemeckis

Richard McGuire sujetando su obra 'Aquí', devuelta a la fama gracias a la película homónima de Robert Zemeckis. | Anja Jahn (Museo de las Artes Decorativas de Fráncfort)
Cuando en 1989, Richard McGuire publicó en la revista RAW una tira gráfica titulada Aquí, se convirtió en uno de los autores más innovadores del género. En apenas seis páginas, en blanco y negro, aquella historieta, una de las más influyentes y transformadoras del cómic moderno, narraba la historia del mismo rincón de una habitación a lo largo de miles de años. «Aquí hacía saltar por los aires los confines de la narrativa gráfica y expandía su universo con un detalle incendiario, al introducir una dimensión nueva en la narración visual que se apartaba drásticamente de la lectura tradicional de las tiras cómicas (de arriba abajo y de izquierda a derecha)», cuenta otro de los grandes del cómic, Chris Ware, autor del maravilloso Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo.
Ampliada a 300 páginas, aquella historieta se transformó en novela gráfica en 2014, ahora ya sí a color, y el año pasado en una película dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks, Robin Wright, Paul Bettany y Kelly Reilly. «La primera versión fue una de las primeras cosas que me publicaron en la vida», recuerda McGuire, de gira por España tras su participación en la primera Feria del Cómic de Madrid, celebrada hace escasos días en Matadero. «Me interesaba el cómic, pero no es lo único que hago, ni mucho menos. También desarrollo animación, he escrito libros infantiles, diseñado juguetes, a veces creo esculturas y grabados, y tengo mi música».
Artista polifacético y colaborador asiduo de la revista semanal The New Yorker, en 2024 su obra fue expuesta en una gran retrospectiva en Suiza que ocupaba tres plantas, donde por primera vez se agrupaban todos sus trabajos. «Es una cosa que te llena el ego un poco», comenta entre risas. «Pero, de todo mi trabajo creo que este libro es una de las cosas más significativas de mi trayectoria. Diez años después de su publicación todavía estamos hablando de él».
McGuire fue también bajista en la década de los 80 del grupo de post-punk, Liquid Liquid. «Solo grabamos unos pocos discos y luego la banda se disolvió. Sin embargo, en los círculos de DJs me conocen gracias a mi bajo. Y es muy extraño porque cada diez años esa música se vuelve a reeditar en un nuevo formato y encuentra un nuevo público. Es otra cosa que también tiene vida propia». De hecho, ya en 1983 su tema Cavern fue utilizado por Grandmaster Melle Mel para su canción White Lines (Don’t Don´t Do It). La cosa acabó en los tribunales en una larga batalla legal que ganó la banda. Desde entonces, comenta el artista, su música «se ha usado para anuncios de televisión e incluso en una película de Spiderman».
En Aquí, los conocimientos musicales le sirvieron a McGuire para componer la estructura. «La diferencia entre la primera versión y esta, es que la primera no se refería a un lugar real. En cambio, cuando escribí la novela gráfica, decidí que la basaría en la casa donde yo crecí. Así que mi familia está en el centro de toda la historia. Son como microrrelatos y yo tenía tanta información… Ese fue uno de mis problemas», comparte. «Al escribir el libro, tenía que encontrar un camino. Así que, al final, lo que me funcionó fue planteármelo como si fuera música. Para ello, puse todas las páginas en la pared y empecé a recortar trocitos, a mover cosas de aquí para allá, hasta encontrar un ritmo. Fue más una experiencia musical que narrativa».
Una investigación exhaustiva
Eran los primeros meses del año 2000 y McGuire había recibido una beca de residencia en la Biblioteca Pública de Nueva York. «Normalmente este tipo de ayudas son para académicos, escritores, otro tipo de gente más seria –bromea–, pero, por alguna razón, me la dieron». Aquello le permitió investigar sobre la zona en la que sitúa la acción del cómic, la costa de Nueva Jersey, aprender sobre el idioma de los indios americanos para incorporarlo a sus diálogos o descubrir, por ejemplo, que el primer esqueleto de dinosaurio completo se había encontrado muy cerca de allí.
Pero, ¿por qué los lectores volvemos una y otra vez sobre las hermosas ilustraciones de McGuire? «¿Por qué he venido aquí otra vez?», se preguntan de manera recurrente varios de sus personajes. Congelados quedan los instantes de felicidad, de complicidad, los momentos de ira, los enfados, las discusiones, las risas, los insultos, las alegrías, como si acaso, la vida tal cual fuera capaz de atraparse. En esta novela gráfica, un hombre sufre un ataque al corazón después de escuchar un chiste, una paloma atraviesa una ventana, una familia –la propia del autor– se hacen la misma fotografía a lo largo de los años… «¿Has perdido algo?», pregunta uno. «He perdido la cartera», «me habré dejado el paraguas en algún sitio», «estoy perdiendo la cabeza», «entonces perdí el control», responden diferentes personajes.
«Hice muchas listas de cosas que quería incluir y una de ellas era la pérdida. Hay un momento en el que la gente está de luto, porque ha perdido un ser querido. Todo el mundo vive algún tipo de pérdida, es una parte importante de la vida. Antes de empezar a trabajar en serio en el libro, mis padres murieron y tuvimos que vender la casa y vaciarla. Así que mi propia experiencia de entonces estaba atravesada de esta nostalgia», recuerda el autor. «Había pasado tanto tiempo en aquel hogar y tuve que revisar fotografías, recuerdos… Pero también hay momentos divertidos. Espero que el humor salga a la superficie en el libro, porque también lo hay».
Sin protagonistas ni narradores, Aquí sigue la suerte de una serie de personas, y animales, que recorren a lo largo del tiempo el mismo espacio. «Una de las cosas que me preocupaban al componer el libro fue el hecho de que no hubiera un personaje al que ir siguiendo el hilo durante todo el arco narrativo. Pensaba que el hecho de que estuviera tan fragmentado, quizás haría que no hubiera suficiente emoción», reflexiona. «Después, muchas personas me han dicho que es un libro que les emociona y creo que es porque, en realidad, se ven a sí mismos, a sus propias familias. Es casi como un álbum de fotos».
El tiempo, protagonista
No obstante, y a pesar del lado más personal del artista, «siempre digo que esto no son mis memorias, ni mucho menos. Mi familia vivió allí durante 50 años. Y en esta visión tan amplia del tiempo 50 años es un instante. Pero creo que el hecho de que haya algunas cosas personales es la parte del libro que la gente nota que le resuena. Aparezco en el libro, pero solo fugazmente. No es mi historia. Yo solía decir que la habitación era la protagonista, pero ni siquiera está ahí todo el tiempo. La sala desaparece y luego vuelve en algunos momentos. Así que el tiempo es el auténtico protagonista».
Mientras tanto, vemos diferentes momentos también del espacio. Cómo lo construyen, lo pintan o lo cambian mientras las cosas más serias se convierten en pequeñas y las pequeñas en grandes. «Yo sabía, por ejemplo, que tenía que mencionar el fin del mundo, pero se menciona de una manera muy fugaz». En el centro de las dos páginas, en un documental que se proyecta en una pequeña televisión, se nos cuenta que el Sol acabará haciéndose cada vez más y más grande hasta absorber el planeta Tierra. «Al principio hice varios dibujos de la destrucción del mundo, pero aquello no funcionaba y al final lo puse ahí pequeñito. Quería que lo pequeño se convirtiera en lo más importante, como cuando cae una copa al suelo y es un momento dramático. A eso me refiero cuando hablo de la escala, porque la mayoría de nuestra vida es un compendio de esos pequeños momentos. Lo importante era llamar la atención sobre esos instantes».
También esa capacidad de detenerse en los detalles es la que provoca una emoción sobre el lector. Una mujer apoyada en la repisa mira por la ventana hacia afuera en medio de una habitación absolutamente vacía mientras su sombra se proyecta sobre la chimenea. Un hombre alza a un bebé para darle un beso en una habitación a oscuras, sobre la que se superpone un árbol de Navidad de varios años. Hay también, claro, accidentes, inundaciones, caídas azarosas, peleas, objetos rotos, historias de amor, relatos milenarios…
Reeditado por Salamandra Graphic tras su adaptación a la gran pantalla con una edición especial que incluye la tira original y el epílogo de Ware, fue hace algunos años cuando Zemeckis le habló por primera vez a McGuire de dirigir Here. «En nuestra primera conversación me dijo que quería hacer algo exactamente igual a la novela y yo lo que pensé fue: ‘Buena suerte, pero seguro que no va a ser así’. La noche que se anunció que se haría estaba tan nervioso que me desperté a medianoche pensando… Alguien me preguntará: ‘¿Y cuál será tu próximo proyecto?’», bromea.
El futuro lejano
La idea le llegó casi al instante. «En el nuevo libro en el que estoy trabajando se produce todo a la vez, es lo contrario de este. En lugar de todo el tiempo tan amplio, todo se produce en un minuto, y en vez de una habitación, ocurre en todas partes a la vez. También es una cosa musical, porque también es fragmentaria. Estoy encontrando las conexiones que se producen entre todos los eventos distintos. Será un buen compañero para este libro, porque lo tendré en el mismo formato, solo que, en lugar de tener los años, será la cuenta atrás de un minuto».
En cuanto a la película, continúa, cuando vio el filme por primera vez le superó un poco. «Lo único que quería era tomarme una copa, porque me pareció demasiado, quería estar solo. Me alegró mucho que gran parte del libro apareciera en pantalla, pero era la versión de Zemeckis. Es como si escribiera una canción y alguien hiciera un cover», opina. Antes, hubo otras adaptaciones de Aquí, comenta: se hizo una obra de teatro en Noruega y una experiencia de realidad virtual. «Y en ambos», destaca, «añadieron cosas que no estaban en el libro. Me parece bien, porque tengo la sensación de que así el libro puede ir ampliándose y creciendo. No tengo ningún problema con que alguien haga una reinterpretación y lo convierta en otra cosa, pues todo lo que yo tenía que decir ya está ahí».
Incluso el futuro más lejano, para el que se documentó a conciencia sobre las posibilidades climáticas que azotarían la zona en la que lo ambienta. «En verdad, me ponía un poco nervioso la idea de hacer predicciones sobre el futuro y temía que fuera demasiada ciencia ficción. Pero cuando vi las previsiones pensé que era factible que acabara inundándose».
Una sensación a la que contribuyó, además, el accidente nuclear de Fukushima, que se produjo mientras estaba trabajando en Aquí. «Eso me hizo pensar también en Chernóbil, claro, y pensé que cerca de la casa de mi novela gráfica había una central nuclear y podría producirse también un accidente similar. En el cómic queda implícito, no quería que fuera muy depresivo –se ríe–. Porque en la parte del libro donde se habla del futuro más lejano hay vida, hay plantas, incluso me inventé animal híbrido nuclear del futuro. Lo que quería reflejar un poco es que la vida continúa. Pase lo que pase, todo sigue», concluye.