Nunca serás un genio, Picasso, a menos que trabajes como una mula
Si Pablo Ruiz Picasso se convirtió en genio se debió —fundamentalmente— al empeño inquebrantable del padre, que continuó en su hijo la vocación frustrada de ser un pintor de éxito. No cabe duda de que lo logró, con el coste de implantar en el pequeño Pablo una disciplina militar que nunca abandonó. De aquella época se conserva el queridísimo El picador amarillo, pintado por el alumno precoz en 1889 bajo las instrucciones determinadas del padre. Aquella obra anticipaba una trayectoria deslumbrante.