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Saul Bass, el diseñador que cambió la historia del cine

Considerado ‘el Picasso del arte comercial’, modernizó radicalmente la estética de Hollywood

Saul Bass, el diseñador que cambió la historia del cine

Saul Bass en el Rochester Institute of Technology (1979). | Wikimedia Commons

Resulta asombroso que Hitchcock rodase Psicosis (1960) después de estrenar Con la muerte en los talones (1959). Como si terminase una etapa y comenzara otra, el realizador dejaba atrás un gran espectáculo en VistaVision para concentrarse en un austero film de terror en blanco y negro. Con la muerte en los talones venía a ser un anticipo de la saga de James Bond, pero Psicosis sirvió de prólogo a una infinidad de películas protagonizadas por psicópatas. Y es ahí, en ese paso al frente del cineasta británico, donde se reveló, una vez más, la genialidad de uno de los mejores diseñadores de la historia, Saul Bass (Nueva York, 1920 – Los Ángeles, 1996).

Tras idear la tipografía cinética que animaba los títulos de crédito de Con la muerte en los talones, Bass se implicó a fondo en el rodaje de Psicosis, convencido de que su voz creativa se escucharía aún mejor. La escena más famosa del film, y una de las más admiradas de la historia del cine, es aquella en la que Janet Leigh es asesinada mientras se ducha en el motel de Norman Bates.

La intensidad de esos 45 segundos es el resultado de una semana de rodaje y del magistral guion gráfico que dibujó Bass. Este último dato llevó a muchos críticos a hacerse una pregunta: ¿por qué no se atribuyen esos fotogramas al diseñador en lugar de adjudicarle el mérito a Hitchcock?

En cierto momento, incluso corrieron rumores de que Bass había dirigido toda la escena. De momento, según los testimonios del equipo, solo está confirmado que filmó algunas pruebas para mejorar su prodigioso storyboard. Asimismo, perfeccionó los planos más siniestros de la casa y desarrolló el asesinato del detective Arbogast.

‘Psicosis’ (1960). | Paramount Pictures

«Todo el mundo hablaba de la escena de la ducha ‒declaró años después Billy Wilder, que trabajó con Bass en Uno, dos, tres (1961)‒. Desde el principio, entendí que Saul fue el responsable. Todos sabíamos que Saul era brillante. Solo hay que ver esta secuencia y compararla con el resto de la película. Ves la escena de la ducha y, de inmediato, entiendes que no se parece en nada al estilo del Sr. Hitchcock, el Rey de la Toma Larga».

Títulos de crédito de ‘Vértigo’ (1958). | Paramount Pictures

Diseño en movimiento

Saul Bass consideraba que los títulos de crédito deben parecerse a la obertura de una ópera o una sinfonía. Su finalidad es condicionar a la audiencia, proporcionando una resonancia emocional de lo que va a contar la película. Así lo prueban las excepcionales imágenes que dan paso a la trama de El hombre del brazo de oro (1955), La vuelta al mundo en ochenta días (1956) ‒en este caso, se trata de los créditos finales‒, Horizontes de grandeza (1958), Vértigo (1958), Anatomía de un asesinato (1959), Éxodo (1960), West Side Story (1961), Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995).

Si a esto le añadimos que Bass solía ser el cartelista, y en más de una ocasión, el responsable de los tráilers de esas mismas producciones, se entenderá mejor este elogio que le dedicó Steven Spielberg: «Saul Bass ‒decía el director en 1996‒ no solo fue un artista que contribuyó a los primeros minutos de algunas de las mejores películas de la historia. A mi modo de ver, su obra lo califica como uno de los mejores cineastas de esta o de cualquier otra época».

Pósters de ‘Vertigo’ (1958) y ‘Anatomía de un asesinato’ (1959).

El mago de los logotipos

De forma equivocada, se concede menos mérito al trabajo de Bass en áreas como la publicidad o el diseño corporativo. Sin embargo, muy pocos pueden igualar dos de sus credenciales: fue designado Royal Designer for Industry en 1965 y ganó la Medalla de Oro del Instituto Americano de Artes Gráficas en 1981.

Algunos de sus logotipos comerciales fueron tan avanzados para su época que seguirá admirándolos el público del futuro. Entre ellos, figuran los de Continental Airlines (1968), Bell Telephone (1969), Hanna-Barbera (1979), Kleenex (1962), Minolta (1978), United Airlines (1974), Warner Communications (1972) y AT&T (1986).

Pósters de ‘El resplandor’ (1980) y ‘El hombre del brazo de oro’ (1955).

Bass siempre conseguía el sello de visto bueno por parte de los ejecutivos. Pero si hubiera que elegir uno solo de sus proyectos para terminar estas líneas, a modo de resumen, quizá habría que pensar en todo lo que aportó a Espartaco (1968), de Stanley Kubrick. «Saul es un tremendo talento -dijo el protagonista y productor de la película, Kirk Douglas-. Un verdadero artista que capta emociones reales. Fue mucho más lejos de lo que nadie podría haber imaginado al visualizar escenas clave. Y además de eso, se le ocurrió una imagen muy poderosa para la publicidad del film. Lo que Saul nos trajo fue un esclavo con una espada y una cadena rota. Con solo verlo, sabías que el tema de la película es la libertad».

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