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Literatura

Alberto Barrera Tyszka: «La revolución es un exceso permanente de posverdad»

El escritor venezolano regresa con ‘El fin de la tristeza’, una novela sobre los efectos de las dictaduras en la salud mental

Alberto Barrera Tyszka: «La revolución es un exceso permanente de posverdad»

El escritor venezolano Alberto Barrera Tyzska. | Óscar Lucien

El nuevo libro del premiado escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka se titula El fin de la tristeza (Random House, 2024), una novela que puede verse como un thriller psicológico o una narración realista de los profundos cambios psicológicos que ha vivido la sociedad venezolana en los últimos años.

La narración es hilada por el personaje de Gabriel Medina, un hombre retraído que no desea saber nada de las noticias de su país ni estar en redes sociales, trabaja para un burocrático ente del Estado, tiene una vida rutinaria hasta que todo cambia al verse afectado por el encarcelamiento de su psicóloga, Elena Villalba, a quien un influencer ha tildado como ‘Doctora Suicidio’. A partir de ahí los recuerdos del personaje en terapia comienzan aparecer en la historia, mientras se obsesiona con una mujer, Inés, con la que se encuentra casi siempre en la misma calle.

En THE OBJECTIVE conversamos sobre la verdad, la realidad y el narcisismo con Alberto Barrera Tyszka, Premio Herralde de Novela 2006, con La Enfermedad y Premio Tusquets 2015, por la novela Patria o Muerte.

Alberto Barrera Tyszka, El fin de la tristeza

Pregunta. – Este nuevo libro desvela el estado mental de una nación ¿Qué hecho importante dentro de la historia contemporánea venezolana fue el disparador de El fin de la tristeza

Respuesta.– No hay, como tal, un único evento que haya funcionado como detonante de la novela. Quizás, más bien, el disparador está justamente en esta cotidiana normalización del absurdo a la que hemos sido sometidos los venezolanos. La revolución es un exceso permanente de posverdad. Necesita continuamente transformar la historia en el discurso. Es una nueva versión del gatopardismo: para que la realidad no cambie, las noticias de la realidad deben cambiar constantemente. 

P.-Esta es la primera vez que, en una novela, usas un narrador en primera persona para llevar adelante la historia ¿esto se debe a algo en particular?

R.– Es cierto. Nunca antes, había usado la primera persona de esta manera. No me resulta cómoda la primera persona. Pero esta vez sentí que era necesaria, que me permitía contar mejor lo que quería. Fue parte del trabajo de corrección. A mi me fascina reescribir. Tengo otra versión de la novela en tercera persona. Y también otra narrada en tiempo pasado. Todo este proceso me condujo, finalmente, a este narrador en primera persona que, de vez en vez, cuando recuerda o cuando imagina, se permite mudarse a la tercer persona. 

P.- Otro elemento importante son las redes sociales como signo de desinformación y adormecimiento para los personajes, en especial, para el protagonista. ¿Por qué era necesario el uso de las redes sociales dentro de la dinámica de esta historia?

R.– ¿Es necesario justificar la presencia de las redes sociales en cualquier relato de ficción actual? Me temo que son una presencia irremediable. En el mundo, más del 60% de la población usa redes sociales. Por supuesto que, en contextos autoritarios, esto adquiere además otra dimensión. En los países donde el poder controla los medios de comunicación, censura y promueve la autocensura, ejerce la violencia institucional de muchas maneras, las redes sociales tienen mayor importancia e incluso un valor social y político distinto. La ilusión de que, a través de las redes sociales, podemos estar informados es mucho más urgente y tentadora en los contextos autoritarios. Y esto, como sabemos, también tiene sus riesgos.

P.- ¿Cree que la democratización de internet y las redes sociales dentro del contexto venezolano ha incrementado el problema de la desinformación y, en consecuencia, la salud mental? 

R.– Es un tema complejo. No creo que Internet o las redes sociales sean las causas del problema. Quizás, más bien, forman parte de las consecuencias. La depresión, la ansiedad compulsiva, la paranoia. Se convierten en experiencias sociales no por culpa del internet o de las redes sino porque hay un sistema que acosa, acorrala, persigue y somete a los ciudadanos. Por supuesto que las redes pueden replicar y magnificar todo eso, alimentando, a veces involuntariamente, esta dinámica. Las redes distribuyen la fantasía de la velocidad, la idea de que el escándalo es el motor de la historia, la certeza de que sólo lo público puede validarte como individuo. Son cosas que nutren la distorsión de lo real pero no son el origen de todo lo que altera nuestras vidas. 

«Las redes distribuyen la fantasía de la velocidad, la idea de que el escándalo es el motor de la historia»

P.- El personaje principal representa a un hombre tímido versus la virilidad y vivacidad del resto de los personajes masculinos que lo acompañan a lo largo de la historia. La timidez se contrapone a la masculinidad viril o tóxica. ¿A qué se debe esta contraposición de masculinidades en la novela?

R.- En principio, quería trabajar con un personaje tímido, retraído, con dificultades para relacionarse con los otros; apartado voluntariamente de las redes, además, donde supuestamente puedes conseguir amigos y seguidores con facilidad. Pero al entrar en la dinámica amorosa, en las dificultades de Gabriel para relacionarse con la mujer que desea, comenzó a aparecer también esto que señalas. Se encuentra permanentemente enfrentado a otras formas de masculinidad, una fracasada y patética, la de su padre, y otra aparentemente segura y exitosa, la de su mejor amigo. Creo que el punto central es en que ambos casos, tanto el padre como el amigo tienen una concepción de lo femenino ya hecha, básica y patética. Gabriel, por el contrario, vive en una inseguridad total, cosa que permite que perciba a Inés como un enigma permanente. 

P.- Escribió, junto a Cristina Marcano, la biografía de Hugo Chávez hace ya 20 años. Al entender la mente de un narcisista, ¿se le hizo más fácil la creación del retrato de un influencer en el siglo XXI?

R.– No lo sé. El narcisismo también ya se ha vuelto demasiado común. Es una epidemia cordial, casi festiva. Ahora estamos educando a los niños y los jóvenes para el narcisismo. La exhibición pública se ha convertido en una virtud, en una forma de vida, en un negocio. El pudor parece una palabra en extinción

***

En El fin de la tristeza, el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka explora temáticas de los nuevos fenómenos de principios de siglo XXI, como la percepción de lo real y la fragilidad de la verdad a través de la complejidad de las relaciones humanas con la tecnología, una exploración que sucede gracias a los elementos narrativos que usa el autor propios del thriller, el suspenso y la novela fantástica, inclusive del lenguaje cinematográfico.

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