'Confeti': la novela de la vida y leyenda de Xavier Cugat
Jordi Puntí ficciona la historia del ‘rey de la rumba’, verdades y fábulas de un comparsa de los años dorados de Hollywood

El músico Xavier Cugat junto a su esposa Abbe Lane y su chihuahua Susie. | Keystone Pictures USA (Zuma Press)
En la Barcelona de los años ochenta del pasado siglo era habitual ver aparcado delante del Ritz un llamativo Rolls Royce dorado. Su propietario era Xavier Cugat, cliente fijo del hotel. Para entonces era un anciano un poco patético, con un notorio peluquín, al que le gustaba mostrarse con alguna jovencita de buen ver, para continuar con su leyenda de descubridor de talentos y bellezones. Las radios y televisiones locales estaban encantadas de ponerle delante un micrófono para que contara batallitas de sus años dorados en Hollywood y Las Vegas: que si Al Capone le invitaba a comer los espaguetis preparados por su madre; que si había sido amigo de Valentino, Chaplin y varios presidentes de Estados Unidos; que si le había puesto a Margarita Cansino el nombre de Rita Hayworth…
¿Cuánto había de verdad y cuánto de autobombo y mistificación en esas glamurosas historias en las que resonaban nombres de locales míticos como el Waldorf Astoria, el Flamingo, el Mocambo, el Ciro’s…? Dado que es difícil escribir una biografía fiable de este personaje en el que es casi imposible desgajar la verdad de la ficción, tal vez la manera más cabal de abordarlo sea a través de la novela. Es lo que ha hecho Jordi Puntí en Confeti, publicada el año pasado en catalán y que ahora Anagrama ha traducido al castellano.
El autor –del que Anagrama ya había publicado el volumen de cuentos Esto no es América– se empapó de las peripecias de Xavier Cugat gracias a una estancia en Nueva York con una beca, que le permitió husmear en el fondo documental de la biblioteca de la ciudad. Con todos los datos corroborados y todas las leyendas que el músico dispersó sobre sí mismo, el autor ha escrito un libro de algo más de 400 páginas en el que utiliza una inteligente argucia: la novela está narrada por un ficticio periodista que supuestamente ayudó a Cugat a escribir sus memorias repletas de falsedades Rumba Is My Life. Las vidas de ambos transcurren en paralelo y, por tanto, el periodista sigue las andanzas del músico a lo largo de varias décadas. El uso de esta voz narrativa permite tomar distancia sobre el personaje retratado y separar lo cierto de lo fabulado.
Xavier Cugat nació con el siglo, el 1 de enero de 1900, en Gerona, y falleció en Barcelona en 1990. Entre ambas fechas pasó su vida muy lejos de casa: emigró a Cuba con su familia cuando tenía cuatro años, allí aprendió violín y tocó en la orquesta de la ciudad siendo todavía menor de edad. Quiso triunfar en Estados Unidos, animado, según él, por Caruso, que había actuado en Cuba. Pasó hambre en Nueva York –según su versión, llegó a dormir durante un tiempo en el Central Park– y tuvo éxito en Hollywood y Las Vegas con su orquesta latina. Conoció a estrellas y gánsteres, se casó cinco veces, vendió chihuahuas, puso nombre a una cadena de restaurantes mexicanos…
Antes de la novela de Puntí, Cugat había sido objeto de un recomendable documental en 2016: Sexo, maracas y chihuahuas, dirigido por Diego Mas Trelles (está disponible en Filmin). La película cuenta con muy buen material de archivo y opiniones de expertos y personas que lo conocieron, a través de cuyos testimonios se intenta separar los mitos de la realidad. Aunque lo de Al Capone es más que dudoso, sí es cierto que tuvo tratos con varias figuras de la Mafia, en especial con Bugsy Siegel. También es verdad que intervino en 21 películas con su orquesta, aunque él era dado a adornarlo todo y a ponerse todas las medallas.
Decadencia
Lo llamaron The King of Rumba y fue el introductor de los ritmos latinos en Estados Unidos, reduciéndolos a un simple cliché y convirtiéndolos en un producto tan artificioso como las bananas que lucía sobre la cabeza Carmen Miranda, con la que actuó en más de una ocasión. Décadas después, Julio Iglesias desde Miami haría un papel parecido, aunque con aires más seductores que los que se gastaba Cugat. Las dos grandes aportaciones musicales de este fueron popularizar la música del gran Ernesto Lecuona y descubrir a Abbe Lane, su cuarta esposa.
Con la irrupción de Machito, que era cubano de verdad, que contaba con el virtuoso de la conga Chano Pozo y jugaba en una liga musical más cercana al jazz, la rumba de cartón piedra de Cugat empezó a oxidarse. La posterior aparición de Elvis y el rock’n’roll lo convirtieron de un día para otro en una antigualla. Su decadencia se hizo patente cuando pasó de la sofisticada Abbe Lane, que lo dejó en 1964, a Charo Baeza, su siguiente esposa, importada desde Murcia. Y de ahí saltó a las aprovechadas que merodeaban a su alrededor en los años del Ritz de Barcelona en busca de unas migajas de fama. De sus cinco matrimonios, el más tormentoso fue el tercero, con Lorraine Allen, que la novela de Puntí retrata muy bien.
Confeti perfila a un individuo cuyo principal talento fue la picardía y la capacidad de convertir la frivolidad en un negocio. Alguien capaz de crearse un personaje que era todo brillo sin apenas fondo. Xavier Cugat fue un comparsa de los años dorados de Hollywood que supo exprimir al máximo las fabulaciones que creó sobre sí mismo. Su vida fue como una novela. Ahora pueden leerla. El personaje se ha convertido por fin en literatura.