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Literatura

Chimamanda Ngozi Adichie: «La violencia contra las mujeres no es fuerza, es inseguridad»

La escritora nigeriana regresa a la ficción tras doce años con ‘Unos cuantos sueños’ (Penguin Random House).

Chimamanda Ngozi Adichie: «La violencia contra las mujeres no es fuerza, es inseguridad»

Chimamanda Ngozi Adichie. | Manny Jefferson vía Penguin Random House


La autora de Americanah, la escritora africana Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977), ha necesitado 12 años para volver a publicar una novela. Lo hace ahora con lo que define como su obra «de adulta hecha y derecha», escrita después de convertirse en madre y, a su vez, perder a sus padres en 2020 y 2021. «Fue devastador para mí. Solo después de la muerte de mi madre comencé a escribir esta novela. Me gusta decir que realmente creo que su espíritu me ayudó a escribirla», confesó en rueda de prensa con medios hispanoamericanos.

En este nuevo libro -apuesta de la rentrée literaria de Penguin Random House- se titula Unos cuantos sueños. En ella Adichie entrelaza las vidas de cuatro mujeres africanas: Chimaka, escritora de viajes; Zikora, abogada que decide abandonar su carrera empresarial; Chiamaka, prima de la anterior; y Kadiatu, inspirada en Nafissatou Diallo, la inmigrante guineana que denunció al entonces director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, por agresión sexual. «Seguí ese caso y me sentí herida. Al principio tuve muchas esperanzas en Estados Unidos, porque en Nigeria o Guinea una mujer sin poder nunca habría conseguido que detuvieran a un hombre rico, pero el proceso mostró algo terrible: el acoso sexual es el único crimen en el que, en lugar de poner el foco sobre el autor, se pone en la víctima», recordó la escritora.

Mujeres, cuerpos y privilegios

Adichie defiende que sus protagonistas no encajan en los estereotipos habituales con que se suele retratar a las africanas en la ficción. En Unos cuantos sueños, «una viene de una familia muy rica, otra de clase media que se convierte en una persona mucho más rica, otra es una abogada de éxito. Responden a un cierto grado de privilegio de clase que no es muy común para los lectores occidentales y me parecía importante plasmarlo», explicó. Para ella, contar también la riqueza es indispensable para entender Nigeria: «No podemos entender un país como Nigeria pensando solo en la pobreza -que hay mucha-, pero si no se cuenta que hay mucha riqueza también, en manos de pocas personas, no se puede entender bien la realidad».

Ese privilegio, advierte, no asegura que los sueños se cumplan. «Se puede tener acceso a muchas cosas, pero eso no significa que tus sueños se hagan realidad», dijo. De ahí la importancia de mirar la migración como un acto profundamente humano: «El acto de salir de casa ya es una acción que tiene que ver con el hecho de soñar. Una persona se va de su casa porque sueña con una vida mejor. Hoy, la gente que sueña con algo mejor está siendo criminalizada y tratada de una forma muy inhumana», aseguró.

«Hoy, la gente que sueña con algo mejor está siendo criminalizada y tratada de una forma muy inhumana»

La novela, como muchas de la literatura africana, incorpora el cuerpo femenino como un eje central. «Necesitamos ver a más mujeres en la considerada como literatura seria, sus complejidades, su humanidad confusa. Es hora de cambiarlo. La medicina moderna puede reconfigurar un cerebro, pero no sabe cómo ayudar a las mujeres en la menopausia. ¿Por qué el béisbol merece ser tema literario y no la salud de las mujeres?», preguntó con ironía.

Literatura como resistencia

Chimamanda Ngozi Adichie reivindica la literatura como herramienta de cambio. «Las historias, las novelas y la literatura son tan importantes porque en cierto modo son el último reducto para decir la verdad. Vivimos en un mundo en el que nos gusta pensar que las cosas son como nos gustaría que fueran y no exactamente como son», afirma. Ese gesto de narrar, insiste, es político: mostrar lo que se oculta, dar voz a quienes no la tienen y desmontar silencios impuestos.

En este contexto, la amistad femenina ocupa un lugar central. «Creo que una buena amistad femenina es casi un acto revolucionario. Si tuviéramos muchas más de estas amistades reales y profundas, el mundo sería distinto. Las mujeres solas no podemos resolver el problema de la marginalización: los hombres deben ser parte, pero las amistades entre mujeres son esenciales», aseguró.

También su mirada sobre la violencia de género se volvió uno de los momentos más citados de la rueda de prensa: «La violencia contra las mujeres no es fuerza, es inseguridad. No creo que sea algo que debamos llamar masculinidad, porque no lo es. La masculinidad no es la violencia, especialmente contra mujeres y niñas».

Con Unos cuantos sueños, Chimamanda Ngozi Adichie vuelve a recordar que la literatura no es un refugio, sino una forma de mirar el mundo sin eufemismos. Entre el duelo y la maternidad, entre los privilegios de clase y los silencios de género, la novela coloca en primer plano lo que ella misma llama «la verdad incómoda de las vidas de las mujeres»: sus cuerpos, sus deseos, sus miedos, pero sobre todo su derecho a soñar.

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