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El premio Goncourt y la otra memoria de África

El senegalés Mohamed Mbougar Sarr publica ‘La memoria recóndita de los hombres’, búsqueda literaria y existencial por el continente africano en el siglo XX

El premio Goncourt y la otra memoria de África

Mohamed Mbougar Sarr (Dakar, 1990) es un joven escritor senegalés, afincado en Francia, que se dio a conocer en 2021, al ganar el prestigioso premio Goncourt de ese año con su novela La más recóndita memoria de los hombres, –título que nace a partir de una cita de la novela Los detectives salvajes del escritor chileno Roberto Bolaños-, además del premio Transfuge a la mejor novela en lengua francesa, y que ahora publica en español la editorial AnagramaMohamed Mbougar Sarr es un hombre tranquilo, que mira a los ojos al hablar y medita con pasmosa rapidez sus palabras, y cuyo nombre se une a la pléyade de escritores franco-africanos que han ganado el premio Goncourt en los últimos años como el también senegalés David Diop que lo hizo en 2018 con las novela Hermanos de sangre, también publicado en la misma editorial.

Pregunta. ¿Qué persona le ha marcado más en su vida?

Respuesta. La verdad es que ha habido muchas personas que me han marcado. Sin embargo, hay una, que desgraciadamente ha fallecido, que sí que lo hizo particularmente. Era un místico sufí senegalés, un religioso. De todas las conversaciones que tuve con él sobre el sentido de la vida, me impresionó mucho su desapego de lo material, su humor, su… Es algo que tampoco osaría llamar erudición, pero sí que aceptaba las cosas con una gran resiliencia, ponderando ligereza y gravedad, algo que lo volvía a la vez simpático, cercano y amable. Parecía estar a años luz del resto en el camino de la sabiduría, tanto de su propio ser como de los demás. Fue el califa de una cofradía musulmana en Senegal durante varios años. Fue sobre todo durante mi adolescencia cuando lo veía más a menudo y puede ser que esa fuese la razón por la cual me marcó tanto, ya que por aquellos tiempos me hacía muchas preguntas sobre todo.

P. ¿Una lección o un aprendizaje que valora más?

R.  Ha habido algo que he aprendido con la literatura, de los escritores a los que he leído, y es que en los momentos más graves hay sitio para la comedia y que en los momentos más cómicos hay sitio para la gravedad. Siempre existe una puerta hacia la comedia y otra hacia la gravedad, en situaciones que son radicalmente contrarias y que el secreto de la vida es estar siempre listo para un giro que no nos esperamos: Saber llevar con naturalidad emociones que sentimos que son opuestas y nos afectan.

Imagen de Mohamed Mbougar Sarr, ganador del premio Goncourt.

P. ¿Hubo algún acontecimiento que le influyera para dedicarse a la escritura?

R. No y a veces incluso lo lamento, pero tengo amigos que han tenido una especie de revelación y lo menciono en La más recóndita memoria de los hombres. Hay escritores que empiezan a escribir a partir de una experiencia muy fuerte, pero en mi caso no ha habido nada que pueda considerarse crucial, a menos que uno considere a la lectura como algo crucial. Antes de ponerme a escribir, he leído muchísimo. Ese ha sido mi acontecimiento, lo que me ha hecho ponerme a escribir.

P. Muchos escritores tratan de enviar algún tipo de mensaje con sus relatos, por muy leve que sea… 

«Si quisiese enviar un mensaje, me dedicaría a escribir ensayos»

R. No… Siempre he pensado que una novela no es algo a lo que acuda la gente cuando quieres aprender algo. Se puede aprender de ellas, por supuesto, pero es el propio lector el que debe sacar sus propias conclusiones. De momento pienso que, como escritor, no hay ningún mensaje que haya querido mandar, solo quiero mostrar lo que veo, contar historias y las experiencias humanas y dejar a cada lector interpretar lo que le parezca, pero nunca ha habido un mensaje explícito por mi parte. Si quisiese hacer algo así, me dedicaría a escribir ensayos, pero creo que una novela es un espacio de libertad para el autor, pero también para el lector, para que pueda hacerse su propia idea de las cosas. Creo que además cada uno es suficientemente inteligente para ello.

P. ¿Qué historia ha querido contar en La más recóndita memoria de los hombres?

R. La más recóndita memoria de los hombres es la historia de una búsqueda, de una búsqueda literaria, ya que el protagonista es un joven escritor senegalés, llamada Diegane Latyr Faye, que descubre un libro que estaba desaparecido, que no se había reeditado y cuyo autor también había desaparecido hace 80 años. La historia ocurre en 2018 pero el libro fue publicado en 1938. Diegane queda fascinado con el libro y por el escritor desaparecido y se lanza a investigar qué fue de ese hombre y porqué desaparecieron del mapa tanto él como su libro. El libro cuenta la historia de la búsqueda de Diegane durante muchos años y por distintos continentes como África, Europa y América del sur. La historia atraviesa toda la historia del siglo XX, con las dos guerras mundiales los conflictos coloniales y pone en escena a varios jóvenes escritores africanos que se tienen diversas dudas existenciales acerca de ellos, de su escritura y de cómo hacerse entender. Así pues, es una novela muy ligada a la literatura pero también a la relación de esta con la vida, la con la amistad, al humor, a la sensualidad y al erotismo. Para resumirlo todo, Diegane se enfrasca en la búsqueda de T. C. Elimane, el escritor desaparecido y toda la novela es la historia de esa búsqueda, con sus contradicciones, sus sorpresas y sus dilemas.

P. Una de las figuras centrales de la novela es T. C. Elimane. ¿Quién es realmente? 

R. La persona que está detrás de T.C. Elimane es Yambo Ouologuem, un escritor de Malí que publicó en 1968 su primera novela, llamada Le devoir de violence  (El deber de violencia)  que ganó el premio Renaudot. Tras ganar ese premio, que sigue siendo igual de prestigioso, Yambo es acusado de plagio. Esto crea una gran polémica y un escándalo y se genera un debate que se torna muy violento para Yambo. Finalmente, este último, abandonado por sus editores y por su entorno, se retira a Malí a su casa. Durante mucho tiempo, permanece encerrado y se vuelve muy religioso y deja atrás toda su vida anterior. Durante cincuenta años Yambo no concede entrevistas ni se deja ver en ningún lado hasta desaparecer totalmente con su muerte. Esta es la razón de que sea un personaje tan fascinante, así como Le devoir de violence, que también es una novela fantástica. Además, Yambo Ouologuem ha terminado encontrando su lugar en la literatura africana y es considerado prácticamente un mártir dentro de ésta por todos los sucesos que le ocurrieron. Por esto, me parece un personaje muy interesante. Sin embargo, en mi novela, Elimane se desliga muy rápido de lo que es la figura auténtica de Ouologuem, no es una transposición exacta de su historia y en la novela me tomo ciertas libertades creativas.

Portada de La más recóndita memoria de los hombres.

P. Esta novela es la historia de una búsqueda literaria que se convierte en una búsqueda existencial…  podría pensar que existen ciertos paralelismos entre usted y Diegane, el protagonista…

«En África hay una literatura muy inventiva, que habla de lo que le preocupa a la gente, de las grandes inquietudes»

R. ¡Sí! Los hay, pero hasta cierto punto. Aquí tampoco es una transposición literal, podemos decir que ciertas preguntas que se hace Diegane son las mías, o algunas de las que me he hecho a lo largo de mi vida. Hay ciertas cosas que ambos hemos vivido o hecho, aunque evidentemente no diré cuáles…  Pero eso es la ficción, es la transfiguración, la transformación de hechos reales hasta alejarlos totalmente de la realidad. Pero sí, Diegane es lo que podríamos llamar mi alter ego literario, mi doble ficticio. Lo que más nos une son las preguntas para las cuáles buscamos respuestas, pero también hay cosas que él piensa o que hace que yo no haría jamás, pero creo que esa es la gracia del juego entre la realidad y la ficción.

P. Dice que hay preguntas que han sido las suyas pero que ya no lo son, entiendo que ha conseguido responder a algunas de ellas.

R. No, no es que haya encontrado respuestas, pero he progresado en mi camino hacia ellas, lo que me parece más que suficiente.

P. Desgraciadamente la literatura africana no es particularmente conocida ni muy difundida en Europa. ¿Cree que La más recóndita memoria de los hombres puede ayudar a cambiar esto gracias al premio?

R. Esa es mi esperanza, una esperanza de que la literatura africana, escrita en todas las lenguas, se dé a conocer algo más. Su presencia en Europa se remonta a hace ya muchos años y sigue estando vigente, sobre todo en Francia, pero sí que espero que este libro y este premio puedan llevar a la literatura africana un poco más lejos. También espero que este libro sirva de puerta de entrada a algunos para descubrir otras obras, del pasado y del presente. Creo que en África hay una literatura muy rica, inventiva y que hace eco al lector de todo lo que ocurre, habla de lo que le preocupa a la gente, de las grandes inquietudes. Es una literatura que está metida de lleno en el mundo y que ocupa su espacio como tal, preocupándose por las grandes dudas y las grandes preguntas del ser humano. Es importante descubrirla y no permitir que se quede encerrada o encasillada. Así que sí, espero que este premio pueda ayudar a que la gente se anime a descubrir la literatura del continente africano.

P. El Premio Goncourt es un premio prestigioso. ¿Cree que le cambiará? 

R. Para ser totalmente sincero, no lo sé. No sé todavía cómo se portará el tiempo conmigo o con mi relación con el premio. Todavía no he escrito nada desde entonces así que es difícil saberlo. Lo que es seguro es que cambiará mi grado de exigencia hacia mí mismo ya que es fácil caer en el conformismo de haber ganado ya algo, hay que preguntarse siempre si uno será leído. Incluso a uno le puede llegar a paralizar o darle una especie de gafe el sentir que han ganado algo, una suerte de tope virtual. Es cierto que ganar un premio es algo muy bonito tanto para un escritor como para su editor, pero siempre hay algunos inconvenientes. Yo relativizo mucho y, aunque no me refiero a la importancia del premio, que la tiene, sí que relativizo los efectos que este premio puede tener sobre la forma de escribir de uno. Hay que tener cabeza y no pensar que cualquier cosa que uno escriba va a ser automáticamente aceptada.

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