'La Toffana', primera asesina en serie de la historia
Vanessa Monfort firma una novela histórica basada en hechos reales sobre una envenenadora en la Roma del siglo XVII

La escritora Vanesa Monfort.
La novela llamada histórica se ha convertido en género por su capacidad de combinar la realidad y la ficción. La base fáctica de una época y de unos personajes históricos se adereza con tramas superpuestas que atraen de tal manera la atención del lector que llega a imaginarse trasladado en el túnel del tiempo, reviviendo las intrigas del pasado. Si desean ser atrapados por una ficción histórica basada en hechos reales y, sin negar las licencias necesarias para construir una novela, déjense tomar en sus manos por La Toffana (Editorial Espasa), de Vanessa Monfort, quien, como asegura, prioriza la historia en minúscula sobre la Historia, en gran medida porque ha sido intenso el esfuerzo por borrar o tergiversar lo acaecido en Roma a mediados del siglo XVII.
La Toffana es, con toda probabilidad, la primera asesina en serie de la historia, una envenenadora que creía y quería hacer justicia al modo en que sabía hacerla. La Toffana, de nombre Giulia, aprendió alquimia de su madre, una palermitana muerta trágicamente. Esa muerte injusta y prematura definió el destino de Giulia que, para unos era vengarla y, para otros, proteger a las jóvenes que sufrían los mismos abusos y desprecios que su madre había padecido. El juramento hipocrático de esta boticaria siciliana era defender la dignidad de las mujeres, condenadas, forzadas a casarse contra su voluntad, obligadas a satisfacer los deseos más oscuros de sus maridos, a aceptar castigos, a parir un hijo tras otro hasta su extenuación, a sufrir sin medida ni freno.
Justiciera, vengadora, reparadora, Giulia Toffana, fue acogida en el Convento de las Siervas de María, en la isla del Tíber en el que se encargó de organizar la farmacia. Allí es donde puso en marcha el secreto que había aprendido de su madre: la fórmula del Acqua Toffana o Acqua de Palermo o Acquette, un potente veneno, del que habla Dumas en El Conde de Montecristo. Un veneno de acción lenta pero letal, y que, al tiempo era de prácticamente imposible identificación. La red organizada por Giulia con su propia hija Gironima, la astróloga de la Lungara y una antigua prostituta Giovanna de Grandis, con la ayuda de no pocos voluntarios, permitió a La Toffana «llegar» a muchos hogares, y atender a muchas mujeres que habían sufrido todo tipo de abusos.
La historia del libro comienza con la detención por dos alguaciles de Giulia Toffana, que es conducida al Castillo de Sant’Angelo. Un joven y tenaz inquisidor, que habría emprendido una investigación exhaustiva sobre la presunta Virgen Negra, que había atendido las plegarias de mujeres distintas, y que era invocada con fervor, pero en estricto secreto, por temor precisamente a los defensores a sangre y fuego del dogma, los que hicieron de la hoguera una forma fonética de defender su verdad. El juicio de la Toffana, y sus colaboradores, en el Tribunal del Santo Oficio, permite a Vanessa Monfort descubrir conductas deleznables y otras ejemplares, personajes abominables (como Baranzone o Bracchi; inquisidor general inquisidor encargado del caso) y otros justos y benéficos, (como la abadesa), hechos perfectamente olvidables y otros merecedores de no perecer nunca.
La Toffana y sus colaboradoras serán ajusticiadas, por supuesto, nueve meses después de que se dictara la sentencia condenatoria, que lo fue por los delitos de herejía grave y sacrilegio fuera emitida por aquel Tribunal, cuya decisión era perfectamente predeterminable antes incluso de que el juicio comenzara. El inquisidor Bracchi había conseguido su propósito, pues su acusación se convirtió en condena. Sin embargo, «se sintió derrotado porque fue consciente de que la ciudad que un día soñó conquistar seguía del lado de la Toffana».
Vanessa Monfort, que tiene en su haber novelas de mérito —como La leyenda de la isla sin voz o Mujeres que compran flores—, bebe en buenas fuentes para trabar esta historia que no es imaginaria sino real. Demuestra en La Toffana, su vis attractiva para los lectores y, por supuesto, su capacidad y calidad narrativas. Larga vida de éxitos para ella.