Madrid inicia los trámites para la protección del Teatro Pavón como Bien de Interés Patrimonial
Destacan el «interés histórico» del teatro, considerado uno de los primeros ejemplos de racionalismo madrileño

Teatro Pavón. | EP
La Comunidad de Madrid ha procedido a alzar el telón de la protección patrimonial para el Teatro Pavón, uno de los escenarios históricos de la ciudad que, desde su inauguración en 1925, ha sido testigo de zarzuelas, revistas y la vibrante vida cultural de Lavapiés, y que ahora inicia su camino para ser declarado Bien de Interés Patrimonial (BIP) en la categoría de Monumento.
Así lo recoge un anuncio del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM), consultado por Europa Press, en el que se detalla que la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español ha iniciado los trámites para su protección, destacando el «interés histórico, arquitectónico y tipológico» del teatro, considerado uno de los primeros ejemplos de racionalismo madrileño.
El Teatro Pavón, diseñado por el arquitecto Teodoro de Anasagasti y situado en la calle de Embajadores, ha sido todo un faro ‘art decó’ en el paisaje castizo testigo de la evolución del teatro popular y la historia cultural de Madrid a lo largo de un siglo. Abrió sus puertas el 11 de abril de 1925, con la zarzuela ‘El asombro de Damasco’ y ante la presencia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Desde el primer día se presentó como un teatro moderno, distinto a los coliseos historicistas que poblaban Madrid.
Francisca Pavón y Martos encargó el proyecto a Anasagasti, figura clave en la transición entre el historicismo académico y la modernidad arquitectónica, pionero en el uso del hormigón armado y admirador de Otto Wagner. La estructura de grandes luces, el diseño trapezoidal de la sala y la torre en esquina con reloj, hoy reconstruida, marcaron un edificio adelantado a su tiempo, concebido como teatro y cine al mismo tiempo, con una fachada entendida como soporte publicitario y no como mero ornamento, algo inédito en la España de los años 20.
La vida del Pavón estuvo ligada desde el principio a los géneros populares: zarzuela, revista, sainete, folclore y, de manera destacada, flamenco. Por su escenario pasaron figuras como Manolo Caracol, Juanito Valderrama -que estrenó aquí Bolero de Sacromonte- y Angelillo. En 1931, se produjo uno de los hitos del teatro musical español con el estreno de ‘Las Leandras’ y el personaje Pichi, interpretado por Celia Gámez, convertido con el tiempo en icono castizo madrileño.
Sin embargo, no todas sus funciones fueron festivas. Durante la Guerra Civil, el edificio fue controlado por la CNT y se convirtió en un teatro de zarzuela vinculado a la cultura obrera. Ya en los primeros años del franquismo, los camerinos fueron escenario de la agresión y secuestro del cantante Miguel de Molina, episodio que derivó en su exilio definitivo.
La decadencia para el Pavón llegaría en los años cincuenta, cuando la sala se transformó en cine y, tras varios intentos frustrados de reapertura, cerró en 1985 durante más de una década. En ese periodo funcionó como escenario cinematográfico -Pilar Miró rodó en él ‘Beltenebros’ en 1991- hasta su recuperación en 2001 y su posterior renacimiento teatral en el siglo XXI, primero como sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y más tarde con la compañía Kamikaze, Premio Nacional de Teatro en 2017.
Racionalismo madrileño
La incoación del expediente para declararlo BIP pone en valor la singularidad arquitectónica del teatro, cuyo diseño anticipó principios racionalistas, antes de que el Movimiento Moderno se consolidara en España.
La fachada, hoy restaurada, despliega esgrafiados rojizos, revocos ocres, ladrillo visto y pinturas de girasoles de inspiración secesionista, con referencias al ‘art déco’ y a la arquitectura vienesa de Joseph Hoffmann. La torre geométrica, azul, rojiza y coronada por un reloj reconstruido según el diseño de 1925, preside el edificio con vistas a la Plaza de Cascorro.
Por su parte, el interior conserva parte de la estructura original de hormigón -aunque oculta bajo intervenciones posteriores- y mantiene espacios singulares como el Café Pavón, con artesonados de yeso y cerámica nazarí, restaurado en 2016. La sala, con una aforo de 693 espectadores, comprende dos niveles, patio de butacas y anfiteatro, a través de una altura de tres plantas.
El expediente identifica qué elementos del edificio tienen carácter patrimonial -entre ellos las fachadas, barandillas originales, estructura de hormigón, cerámica nazarí del bar, carpinterías históricas y cubierta de teja plana- y cuáles quedan excluidos por no ser originales, como falsos techos, carpinterías metálicas, puertas de evacuación, la maquinaria del reloj o la distribución contemporánea del espacio de ensayo.
Pese a su buen estado general, el documento detecta problemas de humedad en el sótano bajo el escenario, deterioro en carpinterías de madera, roturas en vierteaguas y la presencia de cableado visto en fachada, además de la ocultación de la estructura original de hormigón, cuya recuperación se considera recomendable.
La medida pretende proteger también el entorno del teatro en las calles Embajadores y Dos Hermanas, con el objetivo de preservar sus visuales urbanas y evitar intervenciones que distorsionen su integración en la trama histórica del barrio.
Tras la incoación del expediente, se abre ahora un periodo de información pública de un mes y se inicia la solicitud de informes al Colegio Oficial de Arquitectos, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura.
