Las circunstancias deportivas de la Fórmula 1 minan la imagen de Carlos Sainz
El piloto madrileño acumula 144 grandes premios sin victoria en el zurrón, y es previsible que la primera llegue este año
Los que piensen que Carlos Sainz está llamado a ser un segundón en Ferrari se equivocan, de lado a lado, porque no es así. A su carrera deportiva le falta la brillantez de la victoria, pero no por ello deja de ser un corredor mucho más acertado que otros que sí cumplieron la clara función de escoltas en la Scuderia. Este no es el caso del madrileño, y hay varias razones para pensarlo.
Durante años y de manera tradicional, la política en Maranello ha sido la de tener un primer espada, y protegerlo de ataques externos y sobre todo internos. Para ello es necesario colocar a su lado a un buen corredor pero que no le moleste demasiado, al tiempo que funcione como tapón para el resto. Para que esta ecuación funcione el primer piloto ha de ser un líder reconocible y dominar la mayoría de las asignaturas, y no queda del todo claro que esto ocurra en el caso de Charles Leclerc, el teóricamente llamado a ser primer valedor. No se trata de restar valor al monegasco, nada más lejos, pero nunca ha sido Campeón del Mundo y jamás ha disputado un título hasta el final contra un contrario de su nivel.
Si Charles fuera nominado como primer piloto sería más por dar continuidad a un más largo periodo en el seno de Ferrari y a provenir de su cantera. Leclerc se ha criado de pechos rojos y esto siempre pesa, aunque siendo un piloto extraordinario, flaquea en algunas asignaturas en las que el madrileño saca nota. Quien dude de esta afirmación debería echar un vistazo a la tabla clasificatoria del año pasado. La genialidad visceral de Leclerc, al que muchos comparan con Gilles Villeneuve, le llevó el año pasado a pisar en una ocasión el pódium. Con iguales mimbres Carlos Sainz, en su temporada de debut en Ferrari, lo hizo en cuatro ocasiones; es más, Sainz le dejó atrás en la tabla clasificatoria al liquidar el calendario.
Primario vs. metódico
Leclerc parece un piloto más primario, más animal, más puro y esa es la razón por la que se accidenta más… porque siempre va un límite que en ocasiones traspasa. Confía más en su instinto y en su capacidad natural de encontrar la velocidad, y es lo que le lleva un poco más allá de lo razonable. De ahí que sea implacable a una vuelta y puede que sea junto a Max Verstappen uno de los más rápidos de toda la parrilla.
Carlos, por el contrario, es más metódico, más frío, más técnico, atiende a un sistema. De hecho es un comentario muy extendido en el paddock que sus aportaciones técnicas, y sobre todo, las explicaciones que deja sobre la mesa acerca de sus sensaciones al volante sirven de referencia preferente ante sus ingenieros. El propio Leclerc reconoce analizar con lupa las telemetrías y registros de su compañero de equipo. La visión de carrera es otra de las cualidades de Carlos. Huye de los problemas, saca tajada donde otros naufragan, y con pequeños pasos siempre avanza. Es el piloto eficiente, silencioso, y que trae puntos, el Smooth Operator, el tapado. Si miramos su histórico, suele empezar las temporadas de manera discreta, establece su territorio, y acaba recaudando sus premios viajando de manera ascendente de forma habitual.
Ferrari no tiene a un campeón como Lewis Hamilton o Max Verstappen en sus filas, pero tiene el duo de corredores más equilibrado y complementario de toda la parrilla. La táctica de los italianos no será la de tener un piloto número uno y dos, sino mantener un justo equilibrio entre sus soldados para acumular puntos y evitar marasmo interno. Solo cuando la matemática dictamine que solo uno puede llevarse el título de este año decidirán que el otro, sea cual sea, apoye al compañero no para pasar a un segundo plano sino para cumplir una función práctica. Si esta circunstancia se hubiera dado en 2021, con Carlos Sainz liderando la tabla de puntos, este papel le hubiera tocado a Charles Leclerc.
La carrera del madrileño
A todo esto hay que añadir un extra que juega en favor del madrileño. Su carrera deportiva está dirigida por un pequeño equipo de personas tremendamente curtidas: su padre, bicampeón del Mundo de Rallyes y triganador del Dakar, su padrino Juanjo Lacalle, manager de su progenitor durante muchos años, y su primo, Carlos Oñoro, el más cercano a él y que está en el día a día. Esta triada gestiona con firmeza los pasos del piloto y a tenor de los resultados en este sentido solo puede decirse que ha sido brillante. Han sabido elegir formas, tempos y seleccionar las mejores ofertas y desechar otras, que las ha habido.
Carlos Sainz Junior aterrizó en la Fórmula 1 el año 2015 tras ganar las World Series by Renault. Desde entonces ha estado en cuatro escuderías, y en todas ellas ha ido siempre de menos a más. En ni una sola ocasión ha dado un paso atrás y que le haya llevado a un nivel más bajo. Del Toro Rosso inicial saltó al equipo Renault, se alejó de la órbita de Red Bull, y subió de nivel por primera vez. Después pasó a una McLaren en la que lideró la formación y donde sometió a un efervescente Lando Norris. Muchos vieron un salto hacia atrás cuando firmó de forma sorprendente por Ferrari a finales de 2019. En aquella época su actual equipo salía lentamente de una terrible crisis, no de las peores, pero si que les había dejado bastante tocados. No pudo llegar en mejor momento porque precisamente el año en que Sainz llegó a Maranello los italianos superaron a McLaren y le robaron el tercer puesto en la tabla clasificatoria. Este año Ferrari es sin duda el equipo batir, y de momento llevan ganadas dos de cuatro carreras con un fin de semana en Imola que pudo haber sido mejor.
Carlos Sainz es el Serguei Bubka de la Fórmula 1. El pertiguista ucraniano tenía un acuerdo con un patrocinador que le primaba por cada récord que marcase. Por esa razón, porque cobraba fuera un récord de un centímetro o de un metro, elevaba a pequeños saltos el listón. Lo subía un poco, registraba un récord, cobraba y vuelta a empezar. Ese era el mecanismo. Pues en el caso de Sainz parece que ese sistema es el que le funciona, ir dando pequeños avances e instalarse para buscar el siguiente.
Carlos acumula 144 grandes premios sin victoria en el zurrón, y es previsible que la primera llegue este año. De ser así, dejará atrás esa maldición que persigue a muchos corredores, que es la de no sumar triunfos a pesar de ser reconocidos por la gran mayoría. La razón por la que adquiere sentido este comentario proviene de su jefe de equipo, Mattia Binotto, que este fin de semana dejó caer un ‘Carlos tiene ahora algo inédito: un coche con el que ganar’. El directivo se refiere al F1-75 que no complace en exceso a Sainz pero que le llevó de la décima plaza en parrilla a la cuarta en la clasificación al sprint del sábado, con una progresión de seis puestos en un remedo de tercio de carrera tradicional. Por eso, porque tiene una buena herramienta, quedamos a la espera. Él también.