La libre esclavitud de los futbolistas
Si bien un jugador tiene mecanismos para poder marcharse de un club, estas medidas pueden suponer consecuencias deportivas para el futbolista
Desde el próximo 30 de junio arranca oficialmente el mercado de verano en el mundo del fútbol. El primero, además, después de la pandemia y donde los clubes se lanzarán a la caza y captura de futbolistas. En la gran mayoría de los casos, son jugadores con contrato en vigor. Y en algunos de ellos afrontan el último año de su relación contractual y laboral con su club actual. El más sonado en la actualidad es el polaco del Bayern de Múnich, Robert Lewandowski. El quiere marcharse ya del club teutón, aunque este se aferra al año que aún le resta de contrato.
La pregunta que surge entonces es: ¿Hasta qué punto es libre un jugador para elegir donde quiere jugar? Esta libertad no es tan manifiesta como pudiera parecer. Para ser exactos podríamos hablar de la libre esclavitud de un futbolista.
Sino que se lo pregunten a Leo Messi. En agosto del 2020 envió un burofax al Barcelona solicitando acogerse a una cláusula y poder marcharse un año antes de su finalización del contrato. Cláusula que, después de varios dictámenes, acabó confirmando que respaldaba la tesis del club, impidiendo su marcha. Un año después ya se marchó, pero esta vez por decisión del Fútbol Club Barcelona y cuando el argentino sí quería continuar.
¿Pudo haberse marchado en el verano del 2020 aún no dándole la razón los dictámenes jurídicos? Por supuesto que sí, pero habría tenido unas consecuencias económicas para el jugador. Las mismas a las que ahora se expone Lewandowski si decide acabar su relación con el Bayern.
La norma FIFA de fútbol mundial permite a un club o jugador romper de manera unilateral un contrato. Sea quien sea quien lo ejecute, debe indemnizar a la otra parte. Una cantidad que se calcula considerando la legislación nacional, remuneración, beneficios, el tiempo que resta de contrato etc… Luego, en caso de que Messi se hubiera querido marchar en aquel verano, podría haberle supuesto abonar lo que percibía entonces de ficha anual en la Ciudad Condal, cercana a los 60 millones de euros
La espada de Damocles del «período protegido»
Además, por suerte para Messi, y también en el caso de Lewandowski, ninguno está en lo que se llama período protegido. Comprende los tres primeros años de contrato de un jugador si lo firmó siendo menor de 28 y sólo dos por encima de esta edad. Algo que ni le sucedía entonces a Leo Messi, ni pasa ahora con el delantero polaco.
En ambos casos, aunque Leo Messi nunca llegó a hacerlo, al polaco le sirve con avisar quince días antes de acabar la temporada para solicitar su marcha. Luego serán las dos partes quienes intenten llegar a un acuerdo. De no ser así, tendrán que decidir los tribunales ordinarios o la propia FIFA.
Sanción de cuatro meses si está dentro del período protegido
La cosa cambia si el jugador está aún bajo el paraguas de este período protegido. En estos casos la ruptura de un contrato de manera unilateral implica una sanción de cuatro meses sin jugar un partido oficial para el futbolista . Castigo que entra en vigor nada más notificarse, quedando en suspenso cuando la competición se detiene y no se aplica en los partidos de selecciones si es habitualmente convocado y se trata de un torneo oficial.
Esto, sin contar con la correspondiente indemnización al club. Es por ejemplo si Rodrygo Goes quisiera irse hoy mismo del Real Madrid. Deberá cumplir con todos estos requisitos. Es menor de 28 años y está bajo este periodo protegido. En este escenario, si es el club quien rompe el contrato, se expone a dos mercados sin fichar jugadores.
La FIFA contempla otros casos de posible salida anticipada de un club. Pero son más extremos. Uno de ellos pasa por el adeudo de las dos últimas mensualidades. Otro porque el futbolista participe en menos del 10% de los partidos oficiales de su club en la misma temporada. Incluso hay otro aplicable a nuestro país y es cuando un club decide reducir de manera unilateral el sueldo de un jugador. Puede negarse y solicitar, con quince días de antelación, su marcha de la disciplina de club recibiendo además una indemnización de 20 días por año trabajado.
Solo es libre cuando acaba contrato
Queda claro que el jugador no es tan libre como parece para decidir su futuro. Y mucho menos cuando esté bajo el paraguas de un club. Es la libre «esclavitud» de un futbolista en este fútbol moderno. Solo es verdaderamente libre cuando acaba contrato. Incluso antes dado que la norma le permite negociar su futuro contrato con otro club desde seis meses antes a la finalización del contrato.
Libre como Mbappé, que ha estado deshojando la margarita hasta días antes de finalizar su contrato con el PSG. En este caso sí que ha sido dueño de su futuro. Pero porque saben que sus pretendientes eran máximos. Otra cosa bien distinta es si acabas contrato con un club sin tu futuro resuelto. El mejor ejemplo lo tenemos en el uruguayo Luis Suarez.