Real Madrid: un club con las ideas claras
La dirección deportiva y la presidencia tienen «un plan diseñado desde hace meses» que no van a cambiar «porque un equipo fiche más o fiche menos»
Existe una parte del madridismo a la que me cuesta entender. Es la misma que estos días echa la bilis en redes sociales y que me ha frito el WhatsApp con mensajes del tipo: «Oye… ¿vamos a fichar a alguien, o qué?». Ese que se rasga las vestiduras «porque el Barça ha firmado a Lewandoski y Rapinha y nosotros no hemos traído a nadie».
A todos les contesto lo mismo: el Madrid sí que ha fichado a ‘alguien’. Nada menos que al experimentado Antonio Rüdiger, el mejor central de la plantilla del Chelsea y a un tal Aurélien Tchouaméni, el mediocampista joven con mayor proyección del mercado que, además, se ha hecho un hueco en la medular de la Francia campeona del mundo. También les advierto que el Madrid «no va a fichar por fichar» y que, en este club, como siempre me dicen desde las oficinas, «se planifica cada movimiento».
Eso no significa que si surge una «oportunidad de mercado» se vaya a optar por el inmovilismo al 100%: «Las cosas no funcionan así, pero vete haciendo a la idea de que el capítulo llegadas está cerrado». Mensaje interno en plena consonancia con lo que el propio Ancelotti ha transmitido públicamente.
«No vamos a fichar a nadie»
Claro, escueto y sin circunloquios «Todo se ha acabado, no vamos a fichar a nadie. Estamos bien así». Es Carlo Ancelotti, directo al mentón y sin anestesia en rueda de prensa. Un golpe aturdidor para el madridista salvo si este se encuentra entre los intrépidos lectores de THE OBJECTIVE. Como ya os avancé en este mismo espacio el pasado 5 de julio: «Los fichajes de Tchouaméni y Rüdiger serán los únicos con los que contará el técnico italiano. Me cuentan que Carlo ha interiorizado esta máxima y que no le preocupa en absoluto».
Así os lo relataba en base a la información que tenía y así parecen que se van a mantener las cosas. Cierto es que en la planificación que manejaba el club a un año vista se contaba con la llegada de Kylian Mbappé, la de Rüdiger y la de Tchouaméni. Abortada la posibilidad de la estrella del PSG por él mismo tras ‘pegarse un tiro en el pie’, se aceleró entonces con la opción del medio. El caso del alemán fue más sencillo. Lo tenía decidido y solo tuvo que esperar a que terminase la temporada.
«Aquí nada se improvisa»
Tras 12 años cubriendo la información del Real Madrid, conozco bien los diferentes perfiles del aficionado merengue. Está el que aprecia una gestión económica inmaculada, el que quiere un gran fichaje por temporada y el que solo anima o solo pita. Luego hay un saco donde entran todos: el de los obsesionados por ganar cada año la Champions y, por último, el de unos pocos, una minoría que sorpresivamente mira de vez en cuando a Barcelona para equipararse con lo que sucede en la Ciudad Condal.
A estos últimos, decirles que no simpatizo con sus comparativas pero que les puedo llegar a entender. Es humano estar frustrado porque Mbappé te la jugó. Es lógico ‘temer’ la llegada de Lewandowski al Barça. Lo que no tiene ni pies ni cabeza es cotejar tu situación con la de un club en ruinas que vende activos ‘como si no hubiera un mañana’ para adquirir liquidez porque no tiene ni para pagar finiquitos.
Como dicen desde la casa blanca con orgullo «aquí nada se improvisa». La dirección deportiva y la presidencia tienen «un plan diseñado desde hace meses» y «no vamos a cambiarlo porque un equipo fiche más o fiche menos». Ese es el mayor activo del Real Madrid: un club con las ideas claras que sabe hacia dónde va. Qué se lo anoten aquellos vikingos de buena fe a los que los árboles impiden ver el bosque.