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Ferrari necesita no fallar más si quiere pelear por algún título este año

Para ganar títulos hay que ganar carreras, y para vencer en ellas hay que acabarlas, algo que parece que todavía tienen que aprender en la escudería italiana

Ferrari necesita no fallar más si quiere pelear por algún título este año

El piloto Charles Leclerc, cariacontecido tras tener que abandonar en su última carrera. | Gino Allegritti (EP)

El Mundial de Fórmula 1 no es un concurso de popularidad. Ni siquiera una prueba de calidad de sus participantes. Este es un certamen en que el más eficiente se lo lleva todo, y de momento estos están siendo los Red Bull a pesar de que sus mimbres no parecían los mejores al empezar la temporada.

Pasado el ecuador del calendario, y con la parada biológica veraniega a unos días vista, Red Bull mira desde las alturas. Un escalón por debajo están unos cariacontecidos Ferrari que parecen descolocados a sabiendas de que por primera vez en mucho tiempo tienen un coche magnífico, si no incluso mejor que el RB18. No queda claro cuál de los dos es mejor, pero sí resulta obvio que el Red Bull, tradicionalmente lento en rectas y veloz en curvas, ha cambiado su ADN en este plano.

En Ferrari han hecho justo el camino inverso. Este año olvidaron sus problemas de pérdida de velocidad en recta donde han mejorado bastante, aunque este 2022 su fuerte está en las curvas lentas. La carga aerodinámica generada, la tracción que aporta un chasis muy equilibrado, y la potencia aplicada al suelo de su propulsor les otorgan una ventaja en pistas lentas, justo como la del próximo fin de semana, Hungaroring. Pero… ¿Por qué Red Bull se les está escapando en las dos tablas clasificatorias? 

Antes incluso de la pretemporada la atmósfera reinante en el seno de Maranello era optimista y alegre. Estaban contentos, y esto no es habitual; señal inequívoca de que al menos sus planes y previsiones se estaban cumpliendo. Los equipos no albergan certeza alguna hasta que sus coches no tocan la pista en los primeros test, y a veces estos han conducido a enormes chascos. Que le pregunten, por ejemplo a Mercedes, que con su exótica configuración de pontones casi inexistentes, se prometieron ventajas de casi un segundo por vuelta y en la primera carrera mostraron un déficit de esa cuantía.

El equipo italiano llegó dando un manotazo y se marcó un 1-2 en la prueba inaugural, con pole position en una cita en la que los dos Red Bull no pudieron acabar la carrera. Max Verstappen ganó la siguiente prueba, pero los monoplazas azules se vieron aquejados de problemas mecánicos y fiabilidad en sus motores en las primeras citas. Los fantasmas de la etapa McLaren-Honda hicieron un amago, aunque eso duró poco. Desde la tercera prueba los coches azules apenas han desfallecido, y el índice de acierto en carrera de sus pilotos suele ser el adecuado a pesar de que su coche no muestra a las claras ser el más rápido.

Los transalpinos llevan casi quince años sin adornar con títulos sus vitrinas y esta temporada han empezado de una manera favorable. De hecho, en doce carreras disputadas son los reyes de los sábados. Ocho pole position, siete para Charles Leclerc y una para Carlos Sainz, muestran a las claras que tienen un coche rápido a una vuelta, y en carrera, según qué circuito, neumáticos, y temperaturas, se muestran inalcanzables para Verstappen. Sin ir más lejos en la última carrera disputada en el Paul Ricard, los energéticos se vieron obligados a cambiar de estrategia al ver que Leclerc era alcanzable, aunque inadelantable.

Max ganó la carrera y ciertamente no se le adelantó, porque Ferrari se borró de la victoria… de manera violenta. Charles Leclerc, un piloto de corte latino, impetuoso y que vive a gusto bordeando los límites estampó su F1-75 contra las protecciones para dejar el camino expedito al neerlandés. Se calcula que Charles Leclerc, segundo de la tabla de pilotos, ha perdido por el camino con base a errores, fallas mecánicas o errores de su equipo unos 78 puntos. Si sumásemos esto a su acumulado de puntos, tendría sometidos al resto y, sin embargo, Max le aventaja en 63. Si Verstappen abandonase las dos próximas pruebas y Leclerc las ganase aún seguiría siendo líder.

El expiloto Mark Webber lo ve claro y ya ha hecho incluso una predicción: Max repetirá corona a tres carreras del final. Para ganar títulos hay que ganar carreras, y para vencer en ellas hay que acabarlas. Los tres abandonos del monegasco le alejan de la pelea por la corona justo en un año en el que casi partían con ventaja con uno de los mejores monoplazas de los últimos años, con un segundo equipo que arrancó con debilidad, unos Mercedes muy recuperados pero fuera de la ecuación y con dos pilotos entregados que, errores aparte, están cumpliendo. Todos los pilotos, hasta los más grandes, cometen errores. Charles está lejos de ser reconocido como tal, pero resulta complicado determinar quién de los dos, él y Max, está rindiendo mejor.

Verstappen parece estar jugando mejor sus cartas y la prueba francesa es un gran ejemplo para entender su estrategia. ‘¿No puedo con él?, bueno, cambio de planes, me quedo cerca, y espero’. Esta parece ser la receta a aplicar y de momento le está funcionando. Digan lo que digan, esto es cosa de dos, y son esos dos los que pelearán por el cetro de este año y para que esto sea posible Ferrari necesita alcanzar el grado de excelencia del que carece desde hace tiempo. Cuando Mattia Binotto llegó a la dirección pidió tiempo para erradicar prácticas, costumbres y una deriva que no llevaba más que a vegetar sin poder aspirar a títulos de forma clara. Este año empezaron de forma excelente y poco a poco están transitando a la Ferrari de siempre, la que se va dejando un reguero de puntos por errores estratégicos tontos, averías de piezas de unos euros, olvidos y cuestiones imperdonables.

Resulta revelador que en el Gran Premio de Francia Carlos Sainz, en plena brega y a 300 km/h, estuviera corrigiendo las órdenes estratégicas de su ingeniero de pista, o se supiese mejor que su equipo el castigo a las sanciones que recibía en plena carrera. A esto se puede añadir que fue llamado por radio a realizar su parada justo cuando estaba adelantando a Checo Pérez frente a los accesos a boxes; de haber obedecido la orden sin pensárselo se hubiera llevado por delante al coche del mexicano. Parece como si en su garaje no supieran dónde estaba su monoplaza. Este tipo de instrucciones se suelen dar con mayor antelación y nunca con ese grado de improvisación.

Además, sus pit stops son a veces demasiado lentos, o incluso peligrosos. En Francia sus mecánicos le dieron orden de salir a pista cuando llegaba el Williams de Alex Albon, con el que no chocó por menos de un palmo. Esto costó cinco segundos de sanción al madrileño. Sobre el asfalto se generan errores, pero se cometen más fuera de él y Ferrari no lo puede permitir. Y ojo, el que menos comete es justo Carlos Sainz. Su pilotaje es menos extremo, más cerebral que el de Leclerc, lo que le lleva en menos ocasiones a rozar el desastre. En Francia salió desde la decimonovena posición y de no ser por la estrategia y la citada sanción, hubiera quedado en el pódium. De propina hizo la vuelta rápida en carrera y fue nombrado piloto del día.

Hasta el siempre rácano en adjetivos laudatorios Helmut Marko, director deportivo de Red Bull, se deshizo en elogios hacia Sainz: «marcó un tiempo de vuelta en clasificación fuera de este mundo. Estábamos a casi un segundo de distancia. Eso debería preocuparnos si es capaz de reproducir esos tiempos de vuelta con regularidad». Reconocimiento al que se lo gana. Ferrari tiene por delante once carreras y necesita no fallar para al menos plantar cara hasta el final del campeonato. Otra cosa es obtener títulos, que a día de hoy, el tema se aleja poco a poco. El remedio está en casa.

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