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Lola Fernández Ochoa: «A Blanca le daba vergüenza reconocer que tenía un problema»

La hermana de la esquiadora y medallista olímpica habla con THE OBJECTIVE sobre la salud mental en el deporte

Lola Fernández Ochoa: «A Blanca le daba vergüenza reconocer que tenía un problema»

Lola Fernández Ochoa (derecha) junto a su hermana Blanca. | RTVE

El pasado mes de agosto se cumplieron cinco años del fallecimiento de la esquiadora y medallista olímpica Blanca Fernández Ochoa. Su hermana Lola ahora trabaja desde la Fundación Blanca para intentar ayudar a todos aquellos que lo necesitan. Para que encuentren esas soluciones que su hermana no pudo encontrar en vida. Es un ejemplo más de la importancia de la ayuda psicológica al deportista de élite que acabamos de ver en el futbolista Álvaro Morata. En THE OBJECTIVE hemos compartido unos minutos con ella.

P.- Cinco años se cumplen del fallecimiento de su hermana, y parece que fue ayer ¿Cuándo y dónde te enteras de la trágica noticia?

R.- Fueron 11 días de búsqueda desde que desapareció un 24 de agosto. Los primeros días pensamos que se había ido a Asturias, eso fue lo que ella comentó. A mí me extrañó mucho, sobre todo por qué no se llevó a sus perros. Al tercer día avisé a todos mis hermanos y le pedí a su hija Olivia pusiese una denuncia por desaparición. 

Cuando encontramos su coche en el bosque de Cercedilla empezó un operativo impresionante: Guardia civil, policía, bomberos, UME, helicópteros, alpinistas, drones y cientos de voluntarios. Fueron días de angustia e incertidumbre, hasta que el día 4 de septiembre un Guardia Civil con su perra la encontraron. Al principio fue un shock, aunque yo ya lo esperaba porque eran demasiados días. ¡Desgarrador!


P.- ¿Qué ha aprendido Lola en todo este tiempo?

R.- Más que aprender, he comprendido el dolor que ella sufría para querer desaparecer. Lo reconfortante es saber lo que la gente la quería y admiraba, aunque ella no lo supiese.

P.- Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿qué haría para evitar tan trágico desenlace?

R.- Tras cinco años de dedicarme a visibilizar, normalizar y concienciar de la importancia de cuidar la salud mental. ¡Hubiese pedido ayuda sin dudarlo!

«Cuesta mucho encajar en la sociedad después de dedicarte en cuerpo y alma a tu deporte»

P.- ¿Usted cree que Blanca se sintió sola en su «logro olímpico»?

R.- Creo que lo que le pasa a todos los deportistas, logren o no su reto deportivo, es la dureza de la retirada. Cuesta mucho encajar en la sociedad después de dedicarte en cuerpo y alma tantos años a tu deporte. Te retiras, y en muchos casos sin formación ni motivación para buscar otra forma de vida

Los famosos «juguetes rotos»

P.- Usted ha dicho en más de una ocasión que le dijo que fuera a recibir ayuda… ¿y qué pasó?

R.- Le daba vergüenza reconocer que tenía un problema mental. Es un estigma que es difícil de romper por el qué pensarán. En la sociedad sigue siendo un tabú, y el que padece estas enfermedades se sienten avergonzados y muy solos, más aún cuando eres un gran deportista y siempre te han enseñado a ser fuerte y no mostrar tus debilidades.


P.- Existe un «miedo» del deportista a reconocer que la necesita 

R.- La mente del deportista es la clave. Puedes ser técnicamente y físicamente un portento, pero si tu mente no está entrenada y bien es difícil llegar y en casos como Iniesta, Álvaro Morata, Ricky Rubio han llegado pero con una losa tremenda. Es vital concienciar a las instituciones, federaciones y a los propios deportistas que es tan importante o más entrenar la mente igual que la técnica y físico.

P.- Lo acabas de mencionar. Hay deportistas de élite como Ricky Rubio, Andrés Iniesta o Morata que lo han reconocido.

R.- La soledad de un deportista no se ve. Estamos acostumbrados a ver a los que triunfan en los medios, pero son muchas horas de entrenos, de viajes, de lesiones, de estar fuera de tu familia y tantas cosas más que en muchas ocasiones te planteas si merece la pena. Cuando te retiras con o sin medallas te das cuenta de la fragilidad. Es verdad que todos absolutamente todos volverían a ser deportistas, pero cuidando mucho más tu salud mental.

«Deberíamos invertir más en ayuda y apoyo laboral al deportista»

P.- ¿Qué considera que es más peligroso esta soledad en activo o cuando acaban su vida deportiva? No cree que este país no prepara al deportista de élite para el día después

R.- Son una minoría y los más mediáticos los que tienen alguna oportunidad. Deberíamos invertir más en ayudarles con formación y apoyo laboral.

Parece que ahora quieren hacer un acuerdo con el ejército para incluir a deportistas como hacen en muchos países. Creo que los valores de un deportista son de un valor incalculable para una empresa y para puestos de la administración. Al menos que nos den un cupo, creo que sería algo maravilloso.

«Blanca y yo estábamos siempre juntas»

P.- Cuénteme cómo era Blanca Fernández. ¿Qué recuerda de aquella niña campeona olímpica en 1992?

R.- Recuerdo su alegría y la justicia que por fin tuvo el mundo del deporte con ella. La alegría por su medalla y la alegría por saber que finalmente dejaría esa etapa de lucha, viajes, sacrificios, etc.

P.- He visto que su foto de WhatsApp, si no me equivoco, es con ella. ¿Tenían una conexión especial?

R.- ¡Claro que sí! Somos ocho hermanos; seis varones y solo dos chicas, Blanca y yo… Hemos compartido cuarto, juegos… Fuimos internas al Valle de Arán. Blanca tenía 11 años y yo nueve. Solo nos teníamos a nosotras y siempre nos hemos cuidado mutuamente. Después, fuimos juntas al equipo nacional y así siempre, siempre juntas.

«Paco siempre decía: ‘¡Que nadie nos gane a reir!’»

P.- Y como era su hermano Paco. En su caso, parecía la vitalidad viva

R.- Fue nuestro referente, quisimos ser deportistas como él. Era pasional, alegre, divertido, con un carisma arrebatador, y nos enseñó no solo en el deporte, sino en la vida a vivir a tope. Como él decía siempre: «¡Que nadie nos gane a reír!»

P.- ¿Qué recuerda de aquella medalla en Sapporo 1972?

R.- Recuerdo que nos despertaron de madrugada toda la casa revolucionada, vecinos, amigos todos llorando, gritando de alegría. Yo no entendía demasiado, pensé que era un trofeo más de mi hermano mayor hasta que días después me llevaron a recogerle al arroyo y aluciné con la cantidad de gente que había aplaudiendo y recibiendo como un héroe. Ahí decidí que quería ser como él (bueno yo y muchos hermanos más) ¡De los ocho somos 6 olímpicos!

P.- ¿Qué le pide Lola a la vida, viendo lo que ha pasado?

Seguir disfrutando, reír, amar, compartir y fuerzas para afrontar lo que venga.

Mi lema: «¡Con los tuyos las penas se dividen y las alegrías se multiplican!».

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