THE OBJECTIVE
Deportes

A Louzán no lo cancela ni el Gobierno

«La pelea entre los dos ‘grandes’ es tan encarnizada que al menor traspié le ponen nombre: adulteración, sea verdad, mentira o excusa»

A Louzán no lo cancela ni el Gobierno

El presidente de Real Federación Española de Fútbol, Rafaél Louzán. | Europa Press

Acariciaba Karla Sofía Gascón el Oscar y la memoria de las redes fecales, inviolable, no como la del móvil de García Ortiz, la colocó frente a la furia de la inquisición; el pelotón apretó el gatillo y la canceló. Hace algunos años, cuando la actriz era apenas conocida, disparó a todo lo que se movía con tuits imperecederos. En su diana, islamistas que no ponen la otra mejilla o católicos que ofrecen las dos, políticas de la progresía imperante y canibalesca y algún que otro bofetón racista. Como la mierda siempre termina saliendo a flote, se ha quedado a la intemperie. Karla podía estar arrepentida, o no; pero aquellos deslices los está pagando. Netflix la ha eliminado de la promoción de «Emilia Pérez» y Hollywood la ha escondido en un baúl. El colmo es el del director de la película, atravesado en México, el tal Jacques Audiard, un memo que confunde la velocidad con el tocino y a quien no da el cacumen para entender que el español, después del inglés y el mandarín, es el idioma más hablado del mundo, mucho más que su francés. Le gustarán más Voltaire y Moliere que Cervantes y Lope de Vega, pero actúa como un cretino al despreciar la lengua de Don Quijote.

El desprecio es la madre de la ciencia, es el de Karla a todo lo relatado y el del pollo Audiard en su mezquina ignorancia. Hay meteduras de pata que no prescriben y que afloran a la superficie en un clic porque el rencor de los odiadores acaba por traicionarlos. Algunos se libran, como Dani Ceballos y sus pecados de juventud… cuando faltaba el respeto a Casillas o a Piqué. Jugaba con el Twitter ajeno a los efectos perniciosos de sus ocurrencias, igual que KS Gascón. Ya lo advirtió Franklin Delano Roosevelt: «Un radical es alguien con los pies firmemente plantados en el aire». Y como San Martín no coge vacaciones, la venganza adquiere forma de cancelación. Los hay que sucumben a esta plaga del siglo XXI y los hay que la esquivan, como el jugador del Madrid. Bienaventurado él. 

Otro superviviente de la ola cancelatoria, Rafael Louzán. Ha tumbado al Gobierno por obra, gracia y unanimidad del Tribunal Supremo. Cumplirá los cuatro años de mandato al frente de esa ascua incandescente que es la Real Federación Española de Fútbol si no se mete en algún jardín o le salta alguna chispa que le provoque un incendio incontrolable. En su ánimo de pacificar el fútbol, se ha rodeado de la patronal de Tebas (LaLiga) y del sindicato de Aganzo (AFE). Lo cual no es garantía de tranquilidad, pero ayuda. Justo el día en que el TS le liberaba había convocado a todos los clubes del fútbol profesional para intentar no quemarse en la hoguera de las vanidades. Había que hablar de los árbitros y de la reclamación del Real Madrid, que le dio un plantón de época, a él y a todos sus compañeros. En este punto, el chiste: «¿Qué hacen todos esos que vienen en dirección contraria?». 

El Madrid se siente tan perjudicado –como el Barça cuando pierde– que denuncia una persecución en la semana del derbi, siendo líder y con el grueso de la defensa en la enfermería, cuestión fundamental que delata sus distracciones en la retaguardia. La pelea entre los dos «grandes» es tan encarnizada que al menor traspié le ponen nombre: adulteración, sea verdad, mentira o excusa. Y, sin embargo, no paran de ganar títulos: en el último decenio han sumado nueve Ligas, 5 azulgranas y 4 merengues. Podrían coger el canasto de las chufas y salir pitando ante tamaña «persecución». Pero ahí siguen, gana que te gana, y cuando pierden no es porque juegan mal y el otro mejor sino por «el perjuicio sistemático» de un «sistema arbitral completamente viciado». Las afirmaciones proceden de la carta del Real Madrid a la RFEF, con copia al CSD, que rubricaría el Barcelona tras cada derrota si no fuera porque, según Flick, ellos no actúan así. Exacto, Laporta lo proclama a los cuatro vientos con luz y taquígrafos: «Es una vergüenza». Y el entrenador se asombra de haber perdido en Getafe. No escuchó a Boskov: «Fútbol es fútbol». Ni tiene constancia del «caso Negreira».

Los árbitros cometen errores que les hacen más humanos. Profesionalizarlos no los ha convertido en robots, han mejorado su condición física, su técnica y su cuenta corriente; pero no son perfectos. No son máquinas, la máquina es el VAR que, en manos de otros árbitros, todo lo enmaraña y complica más que ayuda. Es un manantial de equivocaciones. ¿Sobra? En demasiadas ocasiones, sí, como para anegarlo. El encargado de la herramienta entra en acción cuando menos te lo esperas y hace mutis por el foro cuando todo quisque, especialmente el sufrido telespectador que celebra los goles con efecto retardado, lo reclama y no comparece. Sí, en este caso ya no son fallos, sino despistes de suspensión de empleo y sueldo o inhabilitación perpetua. La epístola del Madrid a la Federación sería plausible si además de consignar las equivocaciones en su contra, como en el partido del Espanyol, reconociera que solo unos días antes el equipo arbitral le ayudó a eliminar al Celta de la Copa. Penalti que no te pitan, gol que clavas. No echan a Endrick por una entrada «roja» y hace dos dianas en la prórroga. Como lo de Carlos Romero y Mbappé, de la expulsión a la celebración. La diferencia entre lo que sucedió contra el Espanyol y lo que ocurrió contra el Celta la plasmó el marcador: derrota y victoria.

«En época de cancelación, con Louzán aferrado al cetro que el fútbol le entregó, no estaría de más prescindir del VAR, o dotarlo de humanos más fiables»

En época de cancelación, con Louzán aferrado al cetro que el fútbol le entregó, no estaría de más prescindir del VAR, o dotarlo de humanos más fiables. No hay que olvidar que, una vez cruzado el ecuador del campeonato, cada caña es una lanza y la sala VOR, donde se suceden las decisiones controvertidas, una casa de lenocinio que funciona regular, posiblemente sin mando a distancia. Creemos. Avanzan las jornadas, quedan menos partidos para remontar, menos ocasiones para enderezar el rumbo y más posibilidades de fracasar. Culpar a los colegiados es deporte nacional que en las postrimerías del invierno y durante la primavera fomenta el odio–los prolegómenos del derbi daban miedo–y la intransigencia. A ver quién canta en el karaoke con la soga al cuello. De ahí el consejo de Confucio: “No debes quejarte de la nieve en el tejado del vecino –¡ojo, que está nevando! – cuando también cubre el umbral de tu casa”.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D