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El pelotazo económico del GP de Fórmula 1 de Las Vegas es el espejo en el que se mira Madrid

El patrón a usar por la promotora debería ser muy parecido a otros eventos con carrera urbana y de la que hay ejemplos

El pelotazo económico del GP de Fórmula 1 de Las Vegas es el espejo en el que se mira Madrid

Circuito urbano de Fórmula 1 en Las Vegas. | Zuma Press

Estábamos equivocados. Completamente. Todas las señales previas y alarmas posibles previas al Gran Premio de Fórmula 1 de Las Vegas estaban en rojo. El desastre financiero refulgía desde las polvorientas llanuras del desierto de Nevada y ha resultado justo lo contrario: uno de los mayores éxitos del mundial de Fórmula 1.

Hay un dato que lo cuenta todo, y que sale del aeropuerto. El domingo tras la carrera, el Harry Reid International Airport que está justo enfrente, a unos 200 metros del casino Luxor con forma de pirámide, fue el segundo aeródromo más congestionado de todos los Estados Unidos. Se registraron 2.197 operaciones de vuelo. Eran todos los que se marchaban de allí tras la carrera, que si llegaron de forma escalonada, a tenor de las cifras, la operación salida fue casi toda de golpe.

En el plano dinerario, las cifras despeinan, y sin duda hacen callar a todos los agoreros. El impacto económico para la localidad, sus ingresos brutos, se elevaron hasta los 1.400 millones de euros, de los que 821 se quedaron en la ciudad, y 71 fueron ingresos directos en las arcas locales gracias a los impuestos derivados de esta actividad. Son las cifras más altas jamás recaudadas por ningún otro evento organizado en Las Vegas.

A esto habría que añadir los beneficios indirectos. Nunca antes un evento televisado, emitido o que haya traspasado los confines de su condado ha tenido mayor impacto mediático a nivel global. Ni combates de boxeo en MGM Grand, ni fiestas o conciertos; ni siquiera los programas de televisión de la tienda de Empeños a lo bestia han logrado semejante huella.

Habrá quien afirme eso del «no sé, Rick, parece falso» pero estas son las cifras que ha arrojado un sesudo estudio reflejado en 113 páginas y realizado por la consultora Applied Analysis. Hecho público por las autoridades del Condado de Clark, el municipio en el que se encuentra la Ciudad del Pecado, muestra que ha sido el negocio del siglo.

El informe ha arrojado otros datos bastante curiosos. Funcionarios del condado, ya sea del servicio de aguas, bomberos, seguridad o trabajadores relacionados con la organización del evento consumieron 17.000 horas de trabajo. El montante de este apartado se elevó a 48 millones de euros, de los que el 89% se abonaron en forma de permisos, licencias o cánones pagados directa o indirectamente por los promotores.

Entre estas licencias, se extendieron 229 para establecimientos de comida o bebida temporales y otras 259 a anunciantes y expositores de productos o servicios. El problema lo plantearon los negocios permanentes, porque el informe también recoge los peros del evento, que también los hubo. Varios casinos, el eje troncal de la vida económica de la ciudad, se quejaron de que muchos de sus clientes habituales les fallaron, se asustaron ante la previsible avalancha de visitantes.

Otras empresas establecidas mostraron su disgusto ante las obras y dificultades propias de convertir una ciudad en una pista de carreras. Calles cortadas, aparcamientos ocupados, desvíos inesperados y situaciones confusas con accesos y trayectos habituales inhabilitados molestaron a al menos 25.000 trabajadores. Muchos de ellos, los negocios, piden indemnizaciones ante lo que entienden fue un perjuicio en sus cuentas. Pero aquí entra otro parámetro interesante: el nivel de gasto.

El dossier apunta a que cada visitante que asistió al evento estuvo cuatro días alojado en la ciudad. También que gastó 3,6 veces más que el turista medio, a razón del equivalente a 3.800 euros por mandíbula, sin sumar el precio de las entradas. La siguiente conclusión es sencilla: en la tierra de la Coca Cola hay más dinero que en ninguna otra parte en el interior del bolsillo de cada ciudadano, y lo mejor de todo es que se lo gasta con alegría.

Madrid es distinto

Los organizadores del Gran Premio de Madrid a partir de 2026 no han dado a conocer la totalidad de su plan, sobre todo en lo tocante a lo financiero. A pesar de ello, todo hace pensar que su esquema parece ser el mismo, o al menos muy similar. Financiación privada, si no total casi del todo, y con un aprovechamiento aún por definir tras la abultada factura organizativa.

El patrón a usar por la promotora debería ser muy parecido a otros eventos con carrera urbana y de la que hay ejemplos. El eterno Mónaco, Baku, Arabia Saudí; los de Canadá o México serían eventos mixtos, con un circuito urbano, situado dentro de una ciudad o semipermanente, o los más recientes de Miami y Las Vegas. Estos últimos tienen una gestión netamente estadounidense y más parecida a eventos del calibre del que gustan a los americanos, con mucho espectáculo, parafernalia, pirotecnia efectista y más experiencia que deporte.

Nueva generación de seguidores

Los fans más acérrimos de la especialidad echan de menos la pureza del automovilismo. Sin embargo, no pueden dejar de pensar que con el cambio de siglo, el advenimiento de Internet y las redes sociales, el público en general ha cambiado y pide otras cosas. Las pistas clásicas, construidas por el espacio en circuitos que se están quedando obsoletos, encuentran limitaciones.

Por contra, las más modernas y urbanas poseen transporte público, que se puede vender como sostenible y ecológico, con más reservas de espacio para conciertos y eventos paralelos. Con estos últimos condicionantes es más fácil poder obtener rendimientos dinerarios de la cita, al tiempo que se ofrece una experiencia más amplia y completa al visitante, que ya no va solo a la carrera, sino al mejor fin de semana del año.

Madrid alberga todos estos ingredientes, pero con una diferencia clave: el público español y europeo viaja en esta dirección, pero no dispone de las mismas posibilidades que el estadounidense medio. No solo eso, sino que el entretenimiento, materia muy al alza en todo el planeta, aún está lejos de ser el destino de los ahorros de los ciudadanos, o no al menos en la misma medida que al otro lado del Atlántico.

Entrenamientos libres para tu cartera

Si el Gran Premio de España a disputarse en Madrid quiere ser rentable, ha de limitar sus gastos, con lo que se empobrecería la experiencia. Esto, o cobrar a sus asistentes una entrada más cara o venderle productos que ayuden a cofinanciar los estipendios necesarios para todo el montaje y pagar el abultado canon a la empresa organizadora.

Las razones que impulsan a los promotores locales a la hora de organizar una carrera atiende a diversas motivaciones. En Corea o la India, su finalidad última era la de promover y dar valor al entorno; en Bahrein o Arabia Saudí, darse a conocer por el mundo; y en el caso de Madrid, todo apunta a las mismas motivaciones de Las Vegas o Miami: hacer un gigantesco negocio.

Para que todo esto sea rentable será necesario gastar poco y facturar mucho, y en esto lo de Las Vegas parecen ser un referente claro que ha marcado un antes y un después. Pocos, por no decir nadie, tienen un escenario como la Ciudad del Pecado, pero para pecado, perder millones de euros errando en cómo atacar un evento por el que se ha firmado por diez años. Sea lo que sea, ya tienen una plantilla que funciona por encima de las expectativas.

En Las Vegas ganaron Max Verstappen y la ciudad, y ojalá se repita en Madrid un éxito parecido. Si además un piloto español se topa con la victoria, nadie va a discutir que con dinero público se abonen los fuegos artificiales, porque lo de las entradas va a tener que ser por cuenta de cada cual.

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