Carta abierta a Vinicius Junior
«Esto no es un hecho aislado. Esto es una peligrosa constante que hay que atajar con acciones contundentes»
No puedo ni imaginarme como te sientes en estos momentos. Verte llorar sobre un terreno de juego y secarte las lágrimas con la camiseta del Madrid me parte el corazón, pero, ante todo, me hace sentir una profunda tristeza y vergüenza. Hoy (como ellos no lo van a hacer) quiero pedirte perdón en nombre de una reseñable parte de la sociedad española. Una parte que no hace un todo pero que sí nos pone frente al espejo para demostrarnos que tenemos un grave y enquistado problema: el racismo en el fútbol.
Te confieso que me rompo la cabeza buscando una explicación y no logro encontrarla. Quiero suponer que esos bárbaros te tienen envidia y quieren darte donde más duele porque saben que te desestabiliza, pero creo que al final no es eso. Me parece que sencillamente son unos malditos xenófobos. Y es que te lo han demostrado hasta en 10 ocasiones, ¡10!, en forma de delito de odio. Dos veces en el Camp Nou, otras dos en Mallorca, una en Valladolid, en Pamplona, en el Villamarín, el Metropolitano, Mestalla… ¡Pero si hasta han colgado un muñeco con tu camiseta y lo han ahorcado en un puente para amedrentarte al llegar a entrenar!
¡Cómo no ponerse en tu lugar, Vini! ¡Cómo no empatizar si la mitad de estas denuncias están archivadas por la Fiscalía y a la otra mitad de estos sinvergüenzas todavía los están buscando! Sólo han pagado unos pocos y, por tanto, comparto tu frustración. La entiendo porque la he vivido en directo. El pasado mes de septiembre estuve presente en el Metropolitano. Llegué con tiempo para evitar ‘problemas’, me situé en la tribuna de prensa y un tremendo estruendo me hizo abandonar mi localidad para salir al exterior. Creía no estar entendiendo nítidamente lo que gritaban centenares de personas, pero al salir a la calle me di de bruces con la asquerosa realidad: «Eres un mono, Vinicius, eres un mono». Eso te cantaban. Lo mismo que el domingo en tu llegada a Mestalla.
Esto no es un hecho aislado. Esto es una peligrosa constante que hay que atajar con acciones contundentes. Y el domingo ibas por el buen camino. Tu único error fue no abandonar el terreno de juego. Entiendo el consejo que te dio Carletto cuando te acercaste a buscar su consuelo: «Tú no eres el culpable, los que se tienen que ir son ellos». Y tiene razón, en teoría Ancelotti lleva la razón, pero sólo en la teoría. Ya no valen las medias tintas. La próxima vez que esto suceda, que, por desgracia sucederá, tienes que marcharte del campo. Y contigo toda la plantilla. La del Real Madrid y la rival.
Sigue siendo valiente, Vini. Acusa a los malos. Señala a los racistas con el dedo como hiciste en Valencia. Crea tendencia y, ya de paso, pide ayuda a tus compañeros. A esos que, como tú, han sufrido vejaciones por su color de piel. A Iñaki Williams, a Chukwueze, e incluso a Diakhaby. Sí, también al mismo Diakhaby. Aquel que experimentó en sus carnes el idéntico trato que tú recibiste en su estadio y que no te brindó su apoyo hasta hace unas pocas horas… Pide auxilio a todos, porque si no remamos juntos en la misma dirección esta lacra no se va a solucionar.
Para terminar, Vinicius , quiero pedirte algo muy egoísta. Pero es que he de reconocer que un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras leía tu comunicado deslizando que «seguirás luchando contra el racismo, aunque sea lejos de aquí». No les des ese gusto a los racistas. No les concedas esa gran victoria. Si te vas, los malos, los xenófobos, que son los menos, habrán ganado. Si te marchas, los buenos, tú el primero, habremos perdido.
Pelea, Vini, lucha como lo has hecho desde que llegaste. Se que es fácil decirlo desde mi posición, pero la buena gente de España, que es mucha, te quiere de corazón.
Un fuerte abrazo.