El curioso caso del fútbol femenino en Corea del Norte: una potencia del balompié juvenil
La selección de mujeres del país asiático es toda una potencia en categorías sub-17 y sub-20
El pasado domingo la selección española sub-17 de fútbol femenino perdió la final del Mundial de su categoría. Lo hicieron en penaltis y contra un rival en apariencia inesperado. Quien finalmente se llevó el gato al agua no fue ninguna de las habituales potencias del balompié de mujeres, como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania o Suecia, sino Corea del Norte.
En realidad, quienes sigan habitualmente el fútbol femenino de selecciones probablemente no se llevarían una gran sorpresa. Sí, es cierto que el éxito futbolístico está históricamente más ligado a Europa y Sudamérica —en el caso de la categoría femenina también a Norteamérica— y que Asia, con la posible excepción de Japón, pocas veces se ha prodigado en campeonatos importantes. Sin embargo, Corea del Norte constituye la gran rara avis en este ámbito, en particular en las categorías inferiores del fútbol femenino.
Un palmarés envidiable
Pese a ser la dictadura más opaca del planeta y un país que no destaca por su demografía o su riqueza (es el 96º del mundo en cuanto a población y el 91º por PIB), el régimen de Pyongyang ha destacado en los últimos tiempos por su buen hacer en las competiciones internacionales de fútbol femenino. Al Mundial sub-17 logrado la semana pasada, se le añaden otros dos en esta categoría (conseguidos en 2008 y 2016) y tres en la de sub-20 (en 2006, 2016 y, por tercera vez, hace algo más de dos meses, en 2024).
Adicionalmente, el combinado norcoreano ha llegado a otras dos finales, una en categoría sub-17 y otra en sub-20, en las que no logró alzarse con el Mundial. Son, asimismo, dos veces campeonas de Asia sub-17 (2010 y 2014) y tres veces campeonas continentales en categoría sub-20 (1976, 2006 y 2010; sólo Estados Unidos y Alemania tienen tantos títulos). En categoría absoluta, sus éxitos son algo más discretos, pero tienen tres campeonatos de Asia (2001, 2003 y 2008) y otros tres subcampeonatos.
Éxitos a pesar del aislamiento internacional
El éxito de Corea del Norte en categorías inferiores tiene si cabe mayor mérito por dos circunstancias. La primera es que el extremo aislamiento autoimpuesto por el régimen provoca que los partidos de la selección norcoreana rara vez se jueguen en su propio país. Cuando al combinado asiático le toca jugar ‘en casa’ suele escoger como escenario un lugar considerado neutral, como China o algún país de Oriente Medio. Las jugadoras, por tanto, no suelen contar con el apoyo de su hinchada local.
El segundo reto han sido las estrictas medidas de reclusión que el régimen de Pyongyang puso en marcha a causa de la pandemia de la covid. Los ya habituales niveles de clausura y opacidad se recrudecieron por la alerta sanitaria, lo que provocó que sus combinados no jugasen ningún partido oficial durante meses. Esta circunstancia, unida al veto que Corea del Norte sufrió en 2015 por una trama de dopaje, derivó en que la selección sub-20 no disputó ningún encuentro en casi cinco años. A pesar de ello, el grupo de jugadoras de esta categoría ha vuelto a lo grande, ganando el Mundial 2024.
Política de Estado
En cuanto a los motivos que explican esta retahíla de triunfos, el principal es el empeño del régimen en usar los éxitos deportivos como propaganda, sin duda un fenómeno repetido en la historia.
Para ello, Pyongyang pone sus esfuerzos en jugadoras muy jóvenes. Mientras que en Occidente los equipos femeninos de edades entre los 11 y los 15 años todavía no están del todo enfocados al empeño por ganar —sino que se fomentan otros de los valores que transmite el deporte—, en Corea del Norte a las niñas que juegan al fútbol se les transmite un sentido de la competitividad mucho mayor.
El régimen ha detectado en estas etapas precoces una oportunidad para conseguir éxitos. Más adelante, cuando los equipos y las selecciones occidentales empiezan a profesionalizarse, a Corea del Norte se le hace más difícil competir de tú a tú. Es por ello que los éxitos del país asiático se concentran en las categorías sub-17 y sub-20, pero no logran trasladarse a la selección absoluta.
Por cierto, la táctica del régimen comunista para reclutar a jóvenes talentos del país podría calificarse de lo más capitalista. Aprovechando la notable diferencia de nivel de vida entre Pyongyang y el resto del país, las autoridades ofrecen a las jugadoras que entran en su programa de alto rendimiento certificados de residencia para poder entrar y vivir en la capital. En ocasiones, incluso, les pone una casa en Pyongyang. Para las jóvenes y sus familias, es una oportunidad de mejorar sus vidas a la que no pueden renunciar.