Los últimos datos macroeconómicos de inflación, crecimiento y empleo abocan a la economía española a un escenario más adverso del previsto por el Gobierno en su proyecto de Presupuestos, y tanto los empresarios como los analistas manifiestan a THE OBJECTIVE un retroceso en la confianza de los ciudadanos en la coyuntura más inminente, algo que se refleja en la caída del consumo, el aumento del ahorro, la anemia inversora, y también en el comportamiento de la banca, que restringe el crédito nuevo.
El Gobierno ha quitado hierro al alza de precios desde que estos comenzaron a acelerarse y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, tildó el fenómeno de «transitorio», pero la inflación sigue repuntando y alcanzó el 5,5% en octubre según el dato avanzado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), un nivel inédito hace tres décadas.
La causa, el alza del componente energético, que supone un duro golpe no sólo para las familias, que se vuelven más precavidas frente al futuro, sino para las empresas. «Los márgenes empresariales se están viendo vapuleados y se están empezando a trasladar al consumidor final», sentencia el economista de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Miguel Ángel Bernal.
En cuanto al empleo, aunque la última EPA (Encuesta de Población Activa) consagra una vuelta a los 20 millones de ocupados, se perpetúa una de las debilidades del mercado laboral español: la mayoría de los contratos son temporales, el 60%, algo que los empresarios consultados por THE OBJECTIVE atribuyen a la incertidumbre sobre el verdadero alcance que finalmente tenga la reforma laboral que negocia la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en el seno del Gobierno y con los agentes sociales.
«Ya se está dejando de contratar a la espera de la nueva norma y sus consecuencias», sentencia un empresario que además demanda que se tenga en cuenta la flexibilidad que necesitan las compañías para adaptarse a la coyuntura y poder competir con nuestros rivales en el exterior.
En este sentido, el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Miguel Cuerdo Mir añade otra debilidad del mercado laboral: «Los aumentos de empleo van acompañados de caídas de productividad con un coste laboral unitario que crece a tasas del 3%, lo que no apunta en la mejor dirección en términos de competitividad».
Por otra parte, el crecimiento de la actividad ha sido menor de lo previsto entre julio y septiembre, al sellar un alza trimestral del 2%, siete décimas por debajo de lo previsto por el consenso de analistas. Pero donde ven los expertos la debilidad es en el retroceso del consumo de los hogares: cae un 0,5% en el tercer trimestre, cuando repuntaba un 4,7% en el anterior. Esa brecha de 5,2 puntos coexiste con un alza del ahorro, explica el profesor del CEF Juan Fernando Robles, lo cual desvela una preocupación de las familias por un futuro amenazado por subidas de impuestos, inestabilidad en el empleo y fuertes costes energéticos.
«El menor crecimiento del PIB debido principalmente al descenso en el consumo es especialmente grave porque parece indicar que los consumidores no tienen confianza en la economía y en la evolución de su propia situación en empleo e ingresos, lo que les hace adoptar una postura conservadora que mantiene altas tasas de ahorro», indica Robles, quien añade que «el consumo evoluciona con lentitud y es el indicador de más peso en el PIB, próximo al 60%, lo que hace temer que la recuperación será más lenta de lo esperado» y apunta a una crisis de confianza.
Coinciden todos los expertos consultados en detectar un notable desacople de la coyuntura respecto de las previsiones del Gobierno. En este sentido se manifiesta el economista Javier Santacruz para THE OBJECTIVE: «Es matemáticamente imposible cumplir con las expectativas del Ejecutivo no sólo para este año, sino para el próximo», sentencia. De hecho, organismos nacionales -como Funcas y la Cámara de Comercio de España, entre otros- e internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), vienen rebajando la proyección de crecimiento de la economía española en las últimas semanas, una prueba más de la pérdida de fe en las previsiones más optimistas.
Por su parte, el economista Daniel Lacalle refleja que «existe mucha preocupación por la economía española por los constantes vaivenes en las políticas que afectan a los impuestos, el empleo y el crecimiento, lo que lleva a los agentes económicos a hacerse más prudentes y reduce la inversión a largo plazo». No en vano, explica Lacalle, que un inversor que compruebe que el Gobierno de Mario Draghi en Italia está bajando los impuestos mientras el Ejecutivo español los sube y está inmerso en una reforma tributaria que anuncia más alzas fiscales se decantará por invertir en el país transalpino.
Esa debilidad ya se nota en el dato de PIB del tercer trimestre. Como explica Cuerdo Mir: la inversión tampoco parece que esté ayudando mucho a la actividad -avanzó un exiguo 1,3% entre julio y septiembre, con un claro retroceso en la actividad de construcción y un aumento en la producción de maquinaria muy inferior al del trimestre anterior. En este punto, el profesor Bernal destaca el efecto distorsionador que añade la futura Ley de Vivienda.
Restricción crediticia
Además, el comportamiento de la banca refleja claramente el recelo creciente sobre la evolución de la actividad. Según un reciente estudio de la patronal Cepyme, durante el primer semestre del año se aprobó el nivel más bajo de operaciones de financiación desde al menos 2010, fecha en que comenzó con la serie de este indicador. La caída del crédito nuevo fue del 38% respecto al año anterior y está un 11% por debajo de 2019.
Los representantes de las pymes consideran que esta «preocupante» restricción del crédito lastrará la recuperación de, precisamente, las empresas más castigadas por la pandemia, y que aún arrastran problemas de liquidez o de solvencia, justo cuando tienen que sufragar mayores facturas por las materias primas, la electricidad y elementos no contemplados de antemano, como la reciente subida del salario mínimo interprofesional (SMI).
Otra de las cuestiones que dificulta la recuperación económica, explican los empresarios, es la indefinición, dudas y burocracia que detectan los empresarios sobre el acceso a los fondos europeos, así como la incertidumbre sobre el calendario con el que llegarán a su destinatario final.
De hecho, ello se puso de manifiesto en el reciente Congreso de la Empresa Familiar celebrado en Pamplona y que reunió a casi 500 empresarios. En una encuesta en directo, seis de cada cuatro directivos manifestaron no haber participado en ninguna iniciativa de los fondos Next Generation.