El plan del Gobierno vuelve a 'pinchar': la recuperación española se retrasa a 2023
Las incertidumbre sobre las reformas y la itineraria regulatoria unidas a la alta inflación, la debilidad del consumo y la anemia inversora impedirán crecer más del 5% el próximo año
Descartado ya por el consenso que el PIB español crezca este año lo previsto por el Gobierno (6,5%), llega un doble pinchazo de las proyecciones oficiales. Según los economistas y analistas consultados por THE OBJECTIVE, la economía española a duras penas llegará a crecer un 5% en 2022, frente al 7% que prevé la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Así, el cóctel de alta inflación, problemas de suministro, anemia del consumo y parálisis inversora, unido a la incertidumbre sobre las reformas retrasarán la recuperación económica española a 2023.
En este sentido se manifiestan economistas como Mario Cantalapiedra, quien descarta la previsión oficial y advierte que, además del empeoramiento de la coyuntura, ésta se realizó antes de la aparición de la variante Ómicron del virus. También el profesor del CEF Juan Fernando Robles descarta el horizonte previsto por el Gobierno de Pedro Sánchez y apunta a una horquilla de crecimiento de entre el 4 y el 5% el año próximo. En esta misa franja sitúan el crecimiento el profesor de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Miguel Ángel Bernal y el economista Javier Santacruz. Más pesimista es Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, que incluso ve el 4% de crecimiento como una quimera. En el bando de los menos alarmistas se encuentran el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, Miguel Cuerdo Mir, y el socio fundador de NextepFinance Víctor Alvargonzález, que sí ven verosímil un alza de la actividad del 5% en 2022, dos puntos por debajo de la previsión oficial. En cualquier caso, según los analistas la aspiración del Gobierno se ha desvanecido y la recuperación de los niveles prepandemia se empezará a vislumbrar a cierre del próximo ejercicio para materializarse en 2023, siempre que no haya un nuevo azote de la pandemia.
Pero no es el virus, ni siquiera la reciente propagación de Ómicron, la causa de esta rebaja de expectativas. Los expertos señalan a la persistencia de una inflación alta, los problemas en la cadena de suministro, la incertidumbre que añaden reformas como la laboral que, por lo pronto, se constata que está frenando la contratación por parte de unos empresarios que se encuentran a la espera de la futura norma; o la de pensiones, que no logra apuntalar las cuentas de la Seguridad Social; o la fiscal, que supondrá un nuevo golpe al bolsillo de los ciudadanos justo cuando el consumo privado no tiene fuerza para dinamizar la economía. En este contexto, apuntan fuentes patronales a THE OBJECTIVE, el entorno de inseguridad jurídica detiene la inversión y ahuyenta el capital hacia otros países de nuestro entorno, como Italia, donde el marco normativo no encara tantas reformas inciertas en ámbitos clave como el laboral o tributario.
«La posible contrarreforma laboral añade incertidumbre: podría desincentivar un crecimiento intensivo del empleo en el momento de la recuperación plena», sentencia Cuerdo Mir. No obstante, Robles considera que finalmente no se producirá esa gran contrarreforma, sino algunos “maquillajes” de la normativa actual, tras haber tenido a los empresarios a la expectativa. Por su parte, Bernal cree que la norma que la vicepresidenta Yolanda Díaz trata de pactar con los agentes sociales no apunta en la línea de lo que España necesita en materia laboral. En este contexto, Santacruz manifiesta su preocupación por el hecho de que en el cuarto semestre de 2022, la tendencia de mejora del empleo frenará, ya que ahora figuras como los ERTE o el dopaje de empleo público enmascaran los datos, un efecto estadístico que se diluirá para cierre del año próximo. «El crecimiento del empleo que estamos viendo es fake», zanja Alvargonzález, de NextepFinace, al evidenciarse un alza de 200.000 empleados públicos en los últimos datos publicados del presente ejercicio.
Lo que más daña a las empresas son los cambios permanentes de las reglas del juego y que se les inunde de regulaciones en ocasiones contradictorias
Mario Cantalapiedra, economista
En lo que todos los expertos consultados están de acuerdo es en el lastre de la alta inflación, los problemas de suministro y el efecto indeseado de las subidas de impuestos que aguardan, que pueden alcanzar los 37.000 millones de euros el año próximo. De hecho, Robles advierte que precisamente deberían bajarse los tributos para relanzar la economía. Bernal indica el alza fiscal detraerá renta disponible justo cuando el consumo languidece y Lacalle critica duramente la subida impositiva que se avecina mientras se mantiene un elevado gasto público. Alvargonzález critica no sólo el efecto contractivo de los impuestos, sino también el sempiterno problema que para nuestro tejido suponen los excesos regulatorios, la burocracia y sobrecostes empresariales como el alza de cotizaciones, medida ésta que también critica Bernal para quien la reforma de pensiones se resume en un alza de los costes laborales.
De hecho, fuentes empresariales transmiten a THE OBJECTIVE su preocupación por el impacto en las cuentas de las empresas de subidas en cadena: energía, transporte, precios industriales, cotizaciones, salario mínimo interprofesional. Y además constatan, en línea con lo sostenido por los expertos consultados que los datos de empleo también están enmascarando afloramiento de economía sumergida, como indica Santacruz al revelar que se está acelerando la contratación parcial de personas que vienen de la inactividad; es decir, de no demandantes de empleo.
En este sentido, Cantalapiedra recalca que lo que más daña a las empresas es que permanentemente se estén cambiando las reglas del juego y se inunde a las empresas de regulaciones en ocasiones contradictorias y difíciles de cumplir, y «sin empresas que salgan adelante, la recuperación se torna utópica», concluye.
Es el momento de rebajar los impuestos, pero se hace lo contrario justo cuando el consumo público no podrá compensar el daño al sector privado
Juan Fernando Robles, profesor del Centro de Estudios Financieros
Así pues, la debilidad económica de España se traduce en una pérdida de competitividad exterior -máxime al ser nuestro país más sensible al alza de la energía que ha llevado la inflación al 5,6%-, en un menor atractivo para los inversores por la indefinición normativa y los altos costes laborales, y en un consumo atenazado por una renta disponible vapuleada por el alza de precios y de impuestos. No en vano, en dos décadas, y según datos de Funcas, la brecha de renta per cápita de España frente a la UE ha escalado del 14,9% al 18,5%.
Hace más por el crecimiento económico un Silicon Valley que un Ministerio para la digitalización
Víctor Alvargonzález. de NextepFinance
Por eso, los expertos reclaman una fiscalidad más favorable, responsabilidad con reformas troncales como la del mercado laboral y las pensiones, y un buen uso de los fondos europeos para canalizarlos hacia proyectos verdaderamente dinamizadores. Si no, su efecto se quedará en la alharaca de su anuncio, indica Santacruz. Demandan medidas que calen en el tejido empresarial y que atraigan capital a nuestro país. «Hace más por el crecimiento económico un Silicon Valley que un Ministerio para la digitalización», resume Alvargonzález. Sin esa concepción por parte del Gobierno, será imposible «ganar el Gordo de la recuperación».