Cuidado con los disfraces que compras
Demasiados disfraces incumplen la normativa y no deberían estar a la venta, sobre todo los infantiles
Disfrazarse entusiasma a la mayoría de los niños y también a muchos adultos. Las fechas señaladas en el calendario para cambiar de atuendo ‘oficialmente’ a uno más imaginativo y original son Halloween, Navidad y Carnaval, aunque en el caso de los más pequeños cualquier día es bueno para ponerse un disfraz: cumpleaños, fiestas, actos del cole… Antes se imponía fabricarlo en casa con lo que hubiera a mano, como es tradición y se sigue haciendo en los Carnavales de Cádiz, donde cualquier disfraz comprado es casi una ofensa. Pero la irrupción de Internet y, sobre todo, de las tiendas chinas baratas de la esquina de al lado, llenas de opciones, ha volteado la tendencia hacia la comodidad. Por menos de diez euros existe un universo de posibilidades para cambiar de aspecto, sobre todo el de los niños, sin necesidad de echar tiempo en casa para acabar consiguiendo un atuendo mediocre. Hay disfraces completos para niños desde 6 euros y todo tipo de complementos por uno o dos más.
La pega es que dejar la imaginación en manos de algunos de esos disfraces baratos puede conllevar complicaciones. Además de por su baja calidad, que incluye que el traje se rompa a la mínima, porque a veces ha quedado patente que algunos de esos disfraces de cuatro duros no son seguros. Los malos disfraces, además, demasiadas veces no se corresponde con la foto que se puede visualizar de ellos y no incluyen algunos de los complementos que sí están en la imagen publicitaria del producto. Las direcciones generales de Consumo recopilan una serie de ignoradas recomendaciones a tener en cuenta antes de comprar disfraces. Se fijan en detalles concretos y prestan especial atención a los artículos destinados a los niños.
Qué debe tener un disfraz
Es fundamental leer el etiquetado, que para cumplir la normativa debe estar siempre en castellano, reflejar el nombre y dirección del fabricante y del importador si procede de fuera, su composición y recomendaciones de conservación y lavado. Todo lo demás supondrá un riesgo. En Consumo recomiendan también informarse antes de la compra sobre la política de devoluciones y conservar siempre el ticket, imprescindible para poder devolver y cambiar artículos; y advierten de algo importante: la ventaja de comprar en establecimientos adheridos al Sistema Arbitral de Consumo, que permite a las dos partes resolver posibles controversias sin gastos, con rapidez y sin necesidad de acudir a los tribunales. Estos establecimientos adheridos disponen de hojas de reclamaciones para los clientes y comprar en ellos tiene la garantía de mediación y resolución de cualquier conflicto de manera gratuita.
Entre las múltiples recomendaciones a tener en cuenta, que casi siempre se obvian, figuran comprobar que las máscaras permiten respirar, que los maquillajes no incluyen componentes inadecuados y no estén caducados, que no se compren lentillas decorativas sin la supervisión de personal cualificado, que los disfraces infantiles no estén elaborados con «materiales inflamables», que no provoquen quemaduras y no lleven piezas pequeñas o cordones, que si se incluyen pilas estén bien protegidas y, lo más interesante y que incumplen docenas de disfraces a la venta en España: el artículo debe mostrar la marca CE de la Unión Europea «European Conformance», que indica que cumple con la normativa de seguridad de la UE. Aunque muchos productos chinos lo que lucen es un logo casi idéntico, pero con la C y la E un poco más juntas. En este caso, CE significa China Export y es un sello chino que imita al europeo para eludir y cumplir a un tiempo la legislación de la Unión Europea.
Inspecciones periódicas
De controlar que se cumpla la legislación se ocupan las comunidades autónomas a través de sus consejerías de Consumo y Salud. Éstas acostumbran a realizar inspecciones periódicas para comprobar el etiquetado de los disfraces, con especial incidencia a los periodos de Carnaval, Halloween y Navidad. La cita estadounidense con los muertos es desde hace años otro motivo para cotejar los disfraces en España, pero en la práctica se llevan a cabo inspecciones durante todo el año, igual que se comprueba la seguridad de los juguetes. De hecho, los disfraces para menores de 14 años se consideran juguetes y están sujetos a su normativa.
En 2021 se ha puesto en marcha, desde febrero a noviembre, la Campaña de control del etiquetado y de la seguridad de disfraces, caretas, máscaras y similares destinados a ser utilizados por niños/as menores de 14 años, una iniciativa de inspección de ámbito autonómico que realizan todos los Servicios de Consumo provinciales para vigilar la adecuación a la normativa en vigor de esos productos que tienen la consideración de juguetes. Se han materializado unas 130 actuaciones por comunidad, el 75% de ellas en bazares y tiendas baratas, con especial atención a establecimientos ubicados fuera de las grandes ciudades.
Registros compartidos
Las tiendas chinas se han convertido en los mejores ‘clientes’ de las inspecciones. Allí se recogen muestras de productos para ser analizadas y se comprueba si suponen algún riesgo para las personas. Si lo irregular es el etiquetado, será sancionado el establecimiento, mientras que los artículos quedarán incluidos en la Red de Alerta de Productos de Consumo, un sistema de intercambio rápido de información que funciona a nivel europeo, cuyo objetivo es detectar artículos inseguros y adoptar a la mayor brevedad medidas para impedir su comercialización.
A este registro tienen acceso autoridades de consumo europeas (estatales, autonómicas y locales) y tiene dos ámbitos, uno nacional denominado Sistema de Intercambio Rápido de Información (SIRI), que comparte información con las comunidades autónomas; y otro europeo, RAPEX, que pone en contacto a los países con la Comisión Europea. El objetivo, en todo caso, es combatir a los productos peligrosos y asegurar que cumplen los requisitos de seguridad y calidad estipulados.
Qué disfraces compramos
Los disfraces más clásicos siempre están de moda, pero hay otros que hacen su agosto en momentos concretos de la mano de la actualidad. Por ello, al margen de los habituales disfraces, este año triunfan sobremanera los trajes de la seria coreana El juego del calamar, tanto el verde azulado de sufrido participante como el rojo de fulminador de concursantes. Estos disfraces salen más caros que los habituales por aquello de la novedad, que puede hacer que triunfen este año y al que viene ya no sean atractivos. En todo caso, se sigue apreciando sexismo. La Unión de Consumidores de la Comunitat Valenciana plasma en un informe que «los niños pueden disfrazarse de astronauta, piloto o cirujano y las niñas se disfrazan de animadoras, azafatas o enfermeras sin que exista la posibilidad, por ejemplo, del niño enfermero o de la niña piloto».
Es otra de las cuestiones que se dan en la venta de disfraces, denunciada por las asociaciones de consumidores, que tanto en el caso de los infantiles como en el de los adultos, los estereotipos se mantienen y el sexismo continúa predominando. Los trajes baratos rezuman ranciedad en ese sentido y se tiende a que las niñas luzcan vestidos y los niños vayan con prendas que representan algún oficio aguerrido que enfatice que son niños y no niñas. En los disfraces de adultos, igual: continúa la tendencia de presentar a la mujer como un objeto sexual con disfraces provocativos, que se ha traducido hasta ahora en la retirada de distintos disfraces entre los que destacan los de «enfermera sexi». Las asociaciones de consumidores recomiendan que no nos dejemos llevar por los estereotipos que marcan esos productos a la venta y a denunciar si los disfraces son discriminatorios u ofensivos.