Así es el próximo coche que te vas a comprar: muy pequeño, barato y chino
Las fábricas occidentales están muy centradas en coches caros, costosos para sus compradores, y alejados de lo que la tendencia marcada por los chinos
Hubo un tiempo en que las tendencias se escribían en alguna parte de Europa. Más tarde fue en Estados Unidos. Eso ocurría porque el futuro llegaba antes allí. Los tiempos han cambiado y es hoy en China donde se están escribiendo las primeras líneas de nuestro porvenir. Por esta razón es que nos están mandando una carta que está dictando nuestro guion como sociedad, y en ella incluyen unos pocos datos. En un país sin petróleo, donde descubrieron los coches eléctricos de forma masiva antes que el resto de países, el 40% de los que se llevan vendidos este año son vehículos urbanos, esto es, muy pequeños. Quizá la idea no sea del todo asumible por el europeo medio, pero al saber que el precio medio de estos coches fue de 6.700 euros quizá se entienda algo mejor lo que está por venir.
El coste medio del coche nuevo adquirido en España se ha disparado en los dos últimos años y ha superado ampliamente los 20.000 euros. Si esto es en los automóviles nuevos, los de segunda mano jamás han estado más caros, y se han ido en este 2022 a los 12.500 euros, unas cifras nunca vistas antes. Si a esto añadimos que la subida del IPC en Europa este año está rondando el 10%, con picos de hasta el 18 como en Reino Unido, tenemos un empobrecimiento general de la población a la que le costará más decidir a comprarse un coche. Según los economistas más sesudos, la crisis que podría empezar este otoño será menos violenta de lo vaticinado por los más agoreros, pero sí más prolongada, lo que a la postre puede resultar peor, en especial para las clases medias. Sin clases medias se disiparán los productos y servicios de tipo medio, ya sea hostelería, ropa, comida o… automóviles.
De ahí que se piense que en el plan de huida esté el coche eléctrico, pequeño y muy barato, como los Dacia menos costosos vivieron su época de esplendor en las postrimerías de la crisis de 2007-2010. De acuerdo con datos de la Unión Europea, el desplazamiento medio de un coche utilizado en el Viejo Continente es de 1,5 personas por trayecto; esto es, en muchas ocasiones viaja una persona sola. Al trabajo, de compras, a ver a unos amigos, o a lo que sea, ese vehículo bien podría ser biplaza o incluso monoplaza, pequeño o muy pequeño. Ahí es donde llegan vehículos tipo Ford Ka, Renault Twingo, Kia Picanto, Fiat 500 o Smart.
Este tipo de coche tiene muchas ventajas para la mayoría de usuarios, aquellos a los que un patinete o una bicicleta eléctrica no cubre sus necesidades. El coche barato de segunda mano empieza a estar en el punto de mira de las autoridades, que realizan esfuerzos para liquidarlos por su antigüedad, contaminan mucho al carecer de sistemas sofisticados de depuración de emisiones, y no revitalizan el parque móvil.
A día de hoy, los países europeos están fomentando el coche eléctrico con fuertes subvenciones. Estas rondan de manera promedia los 5-7.000 euros y que dependen del país, si se entrega un coche viejo, de qué tipo, etc. Las apreturas económicas presentes en el horizonte y la creciente tendencia a cuadrar las cuentas con estas ayudas acabarán con ellas hasta el punto en que cuando el coche eléctrico sea tendencia dominante no habrá para todos.
Una oportunidad para China
Es aquí donde los chinos tendrían su oportunidad, país en el que han aprendido y quemado etapas antes que los occidentales. En 2010, el Gobierno anunció un programa experimental de incentivos de hasta 60.000 yuanes (8.500 euros) para la compra privada de nuevos vehículos eléctricos, y 50.000 yuanes (7.400 euros) para los híbridos enchufables en cinco ciudades: Shanghái, Shenzhen, Hangzhou, Hefei y Changchu. La pandemia y los recortes en las ayudas en 2020 frenaron su crecimiento, pero el remanente de vehículos eléctricos de bajo coste hizo crecer su industria de forma espectacular. De forma paralela ocurrió algo: la contaminación de sus urbes disminuyó ostensiblemente.
En algunas de estas ciudades era habitual poner toallas mojadas en la ranura de la puerta de la calle; toallas que al día siguiente amanecían ennegrecidas por la polución. En EEUU se desarrollaron programas de ayudas similares para coches eléctricos construidos por mano de obra norteamericana, lo que condujo a una situación similar, pero justo al revés. Los mayores beneficiados fueron los coches de alta gama, vendidos en un mercado más maduro y con otras posibilidades. En Europa se han eliminado impuestos de circulación, entregado ayudas directas de hasta 9.000 euros como en Alemania, y la paradoja Noruega llama la atención de todos. Uno de los pocos países productores de petróleo de la región ostenta el de mayor índice de electrificación del mundo. En comparación, los precios medios de venta al público de los vehículos eléctricos matriculados en Europa pasaron de un mínimo de 33.292 euros en 2012 a 42.568 euros en 2021, aumentando un 28% en ese periodo. Aunque Estados Unidos ha registrado el mayor incremento porcentual de los precios en la última década, el precio medio de venta al público ponderado de los vehículos eléctricos sigue siendo inferior al de Europa, la región en la que el precio medio de venta al público de estos coches es el más alto.
A pesar de los intentos realizados por los fabricantes, siguen siendo demasiado caros, en comparación con los modelos con motor de combustión interna. Hay una necesidad urgente de que la industria se centre en modelos eléctricos asequibles que reflejen la demanda de los consumidores. El año pasado, el 44% de la demanda mundial de turismos fue para los SUV, pero estos solo representaron el 25% de las ventas de vehículos eléctricos de pasajeros en China.
Las fábricas occidentales están muy centradas en coches caros, costosos para sus compradores, y alejados de lo que la tendencia marcada por los chinos está haciendo funcionar y crecer el mercado más expansivo del planeta. Si se visita cualquier concesionario de marcas generalistas de nuestras ciudades, no tardaremos mucho en ver que los coches baratos, los más pequeños y asequibles, están desapareciendo. Y lo son por una sencilla razón: no son rentables. Cuanto mayor sea la factura, más beneficio neto se obtiene, y a las marcas que llenan nuestras calles de utilitarios les ha dejado de resultar atractivo este mercado. En Europa, los únicos que están corriendo, relativamente, en esta dirección es Volkswagen, pero no tienen nada en el horizonte que de manera proyectada que cueste menos de 25.000 euros. Sin embargo los chinos sí. Las regulaciones medioambientales pesan y pesar cada día más, la carestía de los hidrocarburos no decrecerá, los empujones de las autoridades ‘usted solo puede entrar al centro de su ciudad en un eléctrico’ animarán esta tendencia.
Si añadimos el disparatado incremento de los precios de los coches que han subido entre el 20 y el 30%, obtener un eléctrico por menos de 15.000 euros nos parecerá un regalo, y el público ya encontrará soluciones a sus pegas e inconvenientes. A día de hoy solo los chinos tienen un producto así, y están fritos por meterle el diente al mercado europeo. Ya han empezado. Así que, fabricantes europeos, quedáis advertidos. Autoridades, el mensaje también es para vosotros.