Goldman Sachs ve un horizonte cada vez más «negativo» para las empresas Enagás y Redeia
La retribución regulada que reciben ambas compañías por el uso de los gasoductos y las redes eléctricas no se está revisando conforme a la inflación
«Somos cada vez más negativos con Enagás y Redeia -Red Eléctrica Corporación-», así de tajantes se muestran los analistas de Goldman Sachs. Son tres las razones que esgrimen los expertos del banco de inversión estadounidense. En concreto, se refieren a los elementos que ponen en riesgo los ingresos regulados de ambos operadores.
En su informe Energy crisis and higher rates: A new investment framework, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, la entidad pone de manifiesto que los operadores del sistema gasista y eléctrico, respectivamente, ‘sufrirán’ porque la retribución regulada que reciben por el uso de los gasoductos y las redes eléctricas no se está revisando conforme a la inflación, lo cual hará que sus ingresos sean menores en términos reales.
«Las actividades básicas españolas se remuneran sobre una base nominal, por lo tanto, una mayor inflación no se reflejará en un mayor crecimiento de la RAB ni en mayores rendimientos, al menos hasta el próximo reajuste», argumenta. Por otro lado, estima que los ingresos netos de la compañía española bajen un 10% en términos compuestos de 2022 a 2026, debido a la contracción de la base de activos nacionales regulados. También espera que su flujo de caja pase a ser negativo a 2026 como consecuencia de las nuevas oportunidades en el negocio del hidrógeno.
Además, Goldman Sachs apunta que en la planificación de las inversiones de las dos empresas para el próximo lustro no se contempla el encarecimiento derivado por la subida de los tipos de interés. En este sentido, una vez que se aprueba la planificación de la red de transporte de energía eléctrica y de gas, es muy difícil introducir cláusulas de salvaguardia o de compensación por el incremento de los costes financieros.
Bajada de ‘ratings’
En el caso de Enagás, la subida de tipos en Estados Unidos también ha supuesto un incremento sobre su participada Tallgrass, con una alta cantidad de deuda. En abril de este año, el banco ya bajó la valoración de Enagás y pasó de mantenerse neutral a recomendar vender la acción. Además, la firma estadounidense afirmó que el operador gasista español podría tener que «reajustar» el dividendo ante las «crecientes necesidades» de inversión de infraestructuras.
En este sentido, Fitch Ratings rebajó a principios de septiembre la nota crediticia a largo plazo de Enagás desde ‘BBB+’ a ‘BBB’, aunque mantuvo la perspectiva de la compañía en ‘estable’. La rebaja del rating refleja las proyecciones de la agencia en cuanto a los fondos de operaciones (FFO por sus siglas en inglés) del grupo, los cuales se debilitarían para el periodo 2022-2026 debido a que la compañía no prevé el ingreso de dividendos procedentes de Tallgrass Energy hasta el ejercicio de 2026, ya que la prioridad para la participada estadounidense es utilizar la generación de caja en los nuevos proyectos de inversión para financiar su plan de crecimiento.
Por su parte, el aumento de las inversiones en la transición energética también contribuirá a aumentar la presión sobre las métricas de apalancamiento de la compañía al final del período de previsión. Enagás obtuvo un beneficio neto de 215 millones de euros en el primer semestre del año, incluyendo las plusvalías por la ventas de su participación en GNL Quintero en Chile y por la entrada en el accionariado de Enagás Renovable del fondo Clean H2 Infra Fund y el ‘impairment’ de Tallgrass en Estados Unidos, lo que representa un incremento del 1,1% con respecto al mismo periodo del ejercicio pasado.
Sin contar estos efectos recurrentes de las plusvalías -más de 185 millones de euros- y del impairment por Tallgrass -de casi 134 millones de euros-, las ganancias del operador de la red gasista a junio habrían sido de 164 millones de euros. A cierre del semestre, la compañía disminuyó el coste de la deuda al 1,6% y contaba con una liquidez de 2.956 millones de euros.
En el caso de Redeia, Fitch ha confirmado recientemente el rating a largo plazo de la compañía en ‘A-‘, mientras que la perspectiva es ‘estable’. La agencia de calificación indica que los ingresos procedentes de las actividades de fibra óptica y telecomunicaciones por satélite «debilitan el perfil de negocio regulado de la empresa», especialmente en comparación con otros operadores de sistemas de transmisión eléctrica europeos.
La firma espera que el apalancamiento neto de los FFO aumente hasta 5,5 veces para el periodo 2024-2025, lo que en su opinión «no deja margen de maniobra bajo las sensibilidades de calificación actuales».