Se acercan las monedas digitales gubernamentales, ¿oportunidad o amenaza?
Cada vez más bancos centrales se han lanzado a diseñar su propia divisa digital, aprovechando así las oportunidades de la tecnología ‘blockchain’
Las monedas digitales emitidas por bancos centrales, o las CBDCs, por sus siglas en inglés, son una forma de dinero encriptado creado y transferido mediante tecnología blockchain. Es decir, técnicamente, pueden ser consideradas como criptomonedas promovidas por los gobiernos, que ven así una forma de evolucionar el dinero actual. Si bien es cierto que aprovechan algunas de las ventajas intrínsecas de la tecnología blockchain, como la facilidad de su emisión o la eficiencia en costes y tiempo para su transferencia, también plantean una serie de incógnitas sobre cómo terminarán aplicándose de forma práctica.
Por el momento se estima que al menos 105 países, que representan más del 95 % del PIB mundial, ya están explorando una CBDC propia. En mayo de 2020, tan sólo 35 países estaban considerando su CBDC por lo que el creciente interés por estas monedas es más que evidente. De hecho, 10 países han lanzado completamente una moneda digital, encabezadas por el piloto de China, cuyo e-yuan ya mueve 14.000 millones de dólares en transacciones y está listo para expandirse en 2023 al total de la población. Jamaica es el último país en lanzar un CBDC, el JAM-DEX. Nigeria, la economía más grande de África, lanzó su CBDC en octubre de 2021.
El problema sobre las CBCDs, es que, aun siendo criptomonedas desde un punto de vista técnico, no se basan en la mayoría de los principios de los activos criptográficos como Bitcoin, tales como la descentralización, la desintermediación, la privacidad o el carácter participativo de la red. Más allá de aspectos filosóficos, esto tiene una serie de implicaciones desde el punto de vista de la seguridad o la propia privacidad de las personas. De hecho, las CBDCs son consideradas por muchos como una malversación de lo que permite la tecnología blockchain. Esta forma de dinero está completamente centralizada al ser una red dominada por un banco central, y a ello se suma que el emisor de la moneda también la distribuye al usuario final teniendo trazabilidad total sobre los movimientos de fondos de este, eliminando la privacidad individual.
El propio Bank for International Settlements, una de las mayores autoridades internacionales, plantea un modelo híbrido en el que por un lado las CBDCs puedan ir directamente del emisor al ciudadano, y por otro mediante un banco comercial intermediando como prestador de servicios. El modelo que incluye al banco minorista ya supone bastantes dudas sobre los roles de unos y otros; básicamente, cuál será el papel de la banca en la distribución de dinero. Pero el modelo en que los fondos se transfieren directamente de la entidad emisora, el banco central, a la billetera nominativa del ciudadano levanta todas las alertas, ya que, sumado a la progresiva limitación y potencial eliminación del dinero en efectivo, suprime todo atisbo de privacidad. Bajo este modelo, cualquier entidad gubernamental tendrá pleno acceso a la totalidad del movimiento de fondos de las personas.
Las CBDCs son consideradas por muchos como una malversación de lo que permite la tecnología blockchain
Por otro lado, la tecnología permite que estas monedas tengan capacidades programables y rastreables, y desde las grandes instituciones bancarias internaciones se ve como una de sus principales virtudes. Según avanzó Bo Li, director del Fondo Monetario Internacional, en una conferencia el pasado 14 de octubre, apuntó «una CBDC puede permitir que las agencias gubernamentales y los actores del sector privado programen, creen contratos inteligentes y permitan funciones de políticas específicas». Y añadió que «esto tiene aplicaciones, como pagos de asistencia social, cupones de consumo y cartillas de alimentos. Al programar las CBDCs, el dinero puede orientarse con precisión para qué tipo de personas las pueden poseer y qué tipo de uso puede tener este dinero al ser utilizado».
Es decir, mediante las CBDCs el dinero se puede programar para condicionar su utilidad para usos específicos. Dicho de otro modo, se planea el poder decir en qué se puede gastar el dinero distribuido a los ciudadanos, haciendo que caduque tras un determinado tiempo, o sólo sea válido para comprar cierto tipo de productos. Esto es una potente herramienta desde un punto de vista monetario y para estimular o regular los mercados ante determinadas situaciones, pero también abre la puerta a todo tipo de aplicaciones más comprometidas. Por ejemplo, uniendo este carácter programable del dinero con que su envío irá directamente a cada persona, se podrá invalidar la billetera de un ciudadano por asuntos fiscales, penalizarlo por superar cierto nivel de consumo energético o limitar su gasto por el criterio que cierto gobierno decida que afecta a su perfil. De ahí a ver a este tipo de dinero digital como una posible arma de control autoritario.
Por último, mientras que la seguridad de una blockchain pública recae en una red participativa y abierta de miles de ordenadores interconectados, lo cual la hace tremendamente segura, la centralización de las redes propuestas en las CBCDs hace que la infraestructura se concentre en unos pocos puntos. Esto hace que el actual planteamiento de varias CBDCs sea altamente vulnerable ante ataques poniendo con ello en jaque divisas digitales nacionales.
Una CBDC es dinero virtual respaldado y emitido por un banco central. A medida que las criptomonedas y las monedas estables se han vuelto más populares, los bancos centrales del mundo se han dado cuenta de que necesitan ofrecer una alternativa, o dejar pasar el futuro del dinero. Parece que todos acabaremos utilizando criptomonedas en formato de CBDCs, al ser la dirección a la que apuntan la gran mayoría de bancos centrales del mundo. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, queda por ver si su implementación supondrá una oportunidad o una amenaza.