Los vaivenes del proyecto Solana
La cotización de la criptomoneda SOL ha resurgido de sus cenizas tras varias semanas en caída libre arrastrada por FTX
Una semana en el mercado de las criptomonedas equivale, al menos, a un año en renta variable o a una década en renta fija. Y es que la volatilidad a la que están sometidos los mercados ante el complejo contexto macroeconómico se une al frenesí propio del mundo de las criptomonedas, especialmente sensible a los acontecimientos que sacuden últimamente a sus principales proyectos. Este es el caso de SOL, la criptomoneda nativa de la blockchain de Solana, que a raíz de la caída del intercambio de activos FTX, comenzó una espiral destructiva que la llevó a cotizar desde los 37,2 dólares el 5 de noviembre hasta los 8,39 el pasado día 29 de diciembre.
El vínculo entre Solana y FTX
Los efectos colaterales de la implosión de FTX continúan repercutiendo en el ecosistema de Solana, ya que entre ambos hay una relación directa. De hecho, FTX, liderado por Sam Bankman Fried, fue un inversor importante en Solana y el capital aportado ayudó a que el proyecto despegara. A través de Alameda, el fondo de inversión en activos criptográficos hermandado con FTX, se compraron 58 millones de SOL entre 2020 y 2021, alrededor del 10,8 % del suministro total de SOL.
Al caer el entramado corporativo de FTX y verse sus fondos comprometidos por una enorme falta de liquidez y posible liquidación de posiciones, todas las criptomonedas relacionadas han sufrido una lenta sangría. Por ejemplo, además de SOL, algunos proyectos desarrollados en la red de Solana como el Exchange descentralizado Serum, la red de corretaje Oxygen y Maps.me, las llamadas «monedas Sam» haciendo alusión al consejero delegado Sam Bankman Fried, también están viéndose seriamente afectadas.
Por si fuera poco, la caída también ha arrastrado a dos de los principales proyectos NFT de Solana, DeGods y y00ts. Estas colecciones han hecho las maletas de la blockchain de Solana, y han anunciado que a partir de ahora sus tokens no fungibles se migrarán a las redes competidoras de Ethereum y Polygon respectivamente.
¿Es el final de Solana?
Pese al complejo entorno al que se enfrenta el proyecto, y los hechos que se ciernen sobre la reciente falta de confianza hacia su ecosistema, no todo son malas noticias. Precisamente en mitad de la tempestad, Vitalik Buterin, fundador de Ethereum, el principal líder del mercado y eterno rival de Solana, apuntaba en un tuit: «Algunas personas inteligentes me dicen que hay una comunidad de desarrolladores inteligente y seria en Solana, y ahora que la horrible gente oportunista del dinero ha sido eliminada, la cadena tiene un futuro brillante. Es difícil para mí decirlo desde afuera, pero espero que la comunidad tenga la oportunidad justa de prosperar».
Precisamente las palabras publicadas por Buterin marcaron el suelo en la cotización de la moneda SOL el pasado 29 de diciembre, que desde el mínimo de los 8,39 dólares se ha revalorizado nada menos que un 72% hasta los 14,25 dólares el 4 de enero.
Con todo, Solana sigue ocupando la destacable decimoquinta posición en capitalización de mercado de activos criptográficos, con casi 5.000 millones de dólares, y sobre su red sigue habiendo desarrolladas centenares de aplicaciones descentralizadas.
Solana, el ‘Ethereum Killer’
Solana fue desarrollado desde 2017 por el ingeniero informático Anatoly Yakovenko y el empresario Raj Gokal, y buscaba proponer una solución alternativa frente a los problemas de escalabilidad de Ethereum. Actualmente Solana permite que las transacciones generalmente se validen entre 1.500 y 3.500 por segundo, con un máximo de 65.000 dependiendo de la complejidad de la misma, y con un tiempo de confirmación de bloque de 400 milisegundos, y unas tarifas de apenas 0.00025 dólares por transacción. En definitiva, una muy significativa ventaja sobre otras redes. Estos atributos han permitido que Solana se convierta hoy en una de las mayores blockchains en términos de valor total bloqueado (TVL), llegando a alcanzar los casi 15.000 millones de dólares en el pico del mercado, aunque obviamente es una cantidad que fluctúa en función del propio precio de su moneda, SOL, de los ciclos de mercado, y de acontecimientos como el inesperado hundimiento de FTX.
Solana es uno de los más conocidos Ethereum killers, entendidos como proyectos que quieren batir las carencias de escalabilidad de Ethereum. Por ello resulta cuanto menos curioso que la reciente recuperación de confianza hacia Solana se deba a unas palabras lanzadas por el creador de su competidor directo. En cualquier caso, quizás la postura más inteligente en la industria de las criptomonedas sea arrimar el hombro de forma colectiva, reflotar la confianza de unos y otros, capear el temporal que atiza la credibilidad hacia el sector y seguir apoyando una futura adopción masiva de la tecnología blockchain y de los principales proyectos del sector. De hecho, es algo que, aun teniendo en cuenta el difícil contexto, sigue sucediendo de forma silenciosa y casi invisible.