La tasa subyacente demuestra que España no tiene la inflación más baja de la Unión Europea
El IPC español cerró diciembre en el tramo más bajo de la UE, pero la subida de precios tendencial de la cesta de la compra rebasa a la de seis países del euro
La tasa subyacente demuestra que España no tiene la inflación más baja de la Unión Europea ni de la eurozona, como aparentan los datos hasta ahora disponibles del mes de diciembre, en los que -con el 5,6% en el índice armonizado, el único comparable- España aparece en los puestos más bajos. Solamente en el club de los estados miembros que comparten la moneda única -veinte, después de la incorporación de Croacia- seis países tienen una inflación menor que España, según datos de Eurostat a los que ha tenido acceso THE OBJECTIVE.
Con registros de diciembre del índice general de precios, España sí tiene una de las inflaciones más bajas de la UE, pero con los datos de la tasa subyacente -la que excluye los elementos más volátiles, como alimentos y energía-, de los cuales noviembre es el último registro comparable, seis países presentan subidas de precios inferiores a España.
Se trata de Irlanda (5,4%), Francia (5,3%), Italia (6,1%), Chipre (6,2%), Luxemburgo (5%) y Finlandia (5,9%), frente al 6,3% de España y a la media del 6,6% de la eurozona a 19 países, previa a la incorporación de Croacia, que aún no luce en el promedio estadístico de Eurostat.
Al fin y al cabo, la medición de la inflación en tendencia es la subyacente, ya que representa el núcleo del Índice de Precios de Consumo (IPC) real que soporta el bolsillo de los consumidores, el que se refleja en toda la cesta de la compra, al margen de la evolución más inestable que mensualmente pueden reflejar los productos con precios más variables, como los alimentos no elaborados.
Pérdida de competitividad
Como explica el economista Javier Santacruz, España no solo no tiene la tasa de inflación más baja de Europa, sino que tiene un diferencial de inflación subyacente que da señales de pérdida de competitividad estructural de nuestra economía, que compite en los mercados por precio con los países socios de la UE.
La inflación subyacente se ha convertido de facto en un indicador atrasado de la inflación general. En el último año y medio, la subyacente ha caminado por detrás de la general con un decalaje de entre cuatro y cinco meses. Esto significa que la probabilidad es alta de que la subyacente siga repuntando en España, por encima de la de la media de la eurozona, la cual también seguirá repuntando mientras que no se doblegue con cierta rapidez la inflación general.
Tal como señalaba hace unos pocos meses, en noviembre, Isabel Schnabel, representante alemana en el Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) en una conferencia ante la banca eslovena, la inflación tan alta como se registra en la eurozona -y como ha pasado previamente en España durante el verano- corre el riesgo de ser internalizada en las expectativas de los consumidores a medio plazo, lo cual les lleva a frenar sus decisiones de consumo. Este es el principal resultado que debe esperarse de la política monetaria, pero también de la política fiscal que no debe contribuir a estimular el consumo.
La subida de precios que España acumula desde el último tramo de 2021 ha causado estragos en el bolsillo de las familias, por afectar principalmente a la alimentación y los suministros básicos del hogar. A cierre de 2022, la rúbrica de alimentos y bebidas no alcohólicas anotaba un alza del 15,7%.
Subyacente por encima de la general
En el último mes del pasado ejercicio, además, la tasa subyacente (7%) superaba a la general (5,7%) y al índice armonizado (5,6%), como adelantó este periódico, demostrando que la cesta general de la compra está absorbiendo una subida de precios de los elementos más volátiles que en su día el Ministerio de Asuntos Económicos -encabezado por Nadia Calviño- tildó de «transitoria».
Como explica el profesor del Centro de Estudios Financieros (CEF) Juan Fernando Robles, esta deriva indica que no todas las causas del alza de precios pueden imputarse a la guerra de Ucrania, aunque esta no haya hecho más que empeorar la situación y añadir ralentización a la economía, que se enfrenta a una estanflación que constatan varios estudios, como el último panorama económico de Mapfre Economics.
Pese a este escenario, y aunque la inflación está aflojando en España respecto a los máximos de tres décadas marcados durante los meses centrales de 2022 -en los que superó los dos dígitos- y a la media del 8,4% del conjunto del ejercicio pasado, según las estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) para 2023, revisadas este lunes, su pronóstico para este año se eleva en tres décimas, hasta el 4,2%.