Repsol y Ocean Winds cercan a Ribera en plena crisis con los pescadores por la eólica marina
Las dos compañías, junto con Ørsted, no quieren iniciar los proyectos si no existe un consenso entre todos los actores involucrados
Al Ministerio de Transición Ecológica le ha surgido un imprevisto en su plan por hacer despegar la eólica marina en España: los pescadores. Después de varios meses de espera, la pasada semana la ministra Teresa Ribera anunció los planes de ordenación marítima, que señalan las zonas donde los futuros aerogeneradores flotantes podrán levantarse. Un escenario que ha empujado a una situación límite -e inédita en esta legislatura- entre el sector pesquero y el Ministerio de Ribera.
Tres empresas -la energética española Repsol, la compañía danesa Ørsted, que es socio estratégico de Repsol en nuestro país para desplegar la eólica marina, y Ocean Winds, que es propiedad de la portuguesa EDP Renovables y la francesa ENGIE- buscan instalar la eólica marina «de otra forma», menos agresiva y más «consensuada».
Hace casi un año, Repsol y Ørsted anunciaron que iban a «combinar sus fortalezas con la ambición de convertirse conjuntamente en líder en el desarrollo de la eólica marina flotante en España». «Contar con Ørsted, líder mundial en eólica marina, como socio, nos posiciona para ser relevantes en el desarrollo futuro de la tecnología flotante, en la que ya somos un actor experimentado gracias a nuestra participación en el proyecto Windfloat Atlantic en la costa de Portugal«, aseguró por entonces João Costeira, director ejecutivo de Generación Baja en Carbono de Repsol.
Las conversaciones que han tenido estas tres empresas con el sector se han limitado a conocer «las líneas rojas» que tienen los pescadores. Así, las tres energéticas quieren comenzar la inversión para poner en marcha los aerogeneradores flotantes en nuestro país «desde la base». Según comentan, recuerdan episodios pasados con otros proyectos de eólica marina en otros territorios que, al final, se ralentizaron por problemas parecidos al caso español.
Una predisposición que, sin embargo, otras compañías no han seguido, manteniéndose al margen. La posición más cómoda, tanto para el Ministerio como para muchas empresas, es que la disputa se resuelva con la concesión de una serie de ayudas para los damnificados. Una actuación que tradicionalmente se ha llevado a cabo cuando se ha procedido a hacer algún tipo de obra en el mar que haya alterado la actividad pesquera, como, por ejemplo, los gasoductos. No obstante, los pescadores no quieren subvenciones.
La pinza de Yolanda Díaz
Según fuentes cercanas, el Ministerio de Trabajo ha vuelto a irrumpir en la crisis desatada entre los pescadores y el Ministerio de Transición Ecológica. Así, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, contactó con el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, para que mantuviera una reunión con el sector pesquero. De esta forma, minutos antes de que comenzara la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, desde el Ministerio ofrecieron una mesa de trabajo con los pescadores, que estos rechazaron.
Según fuentes contrastadas, desde el sector pesquero se argumentó que ahora «ya era demasiado tarde» porque se habían aprobado los POEM (los mapas con la estrategia del espacio marítimo). En los últimos días, además, se han escuchado muchas voces del sector exigiendo la dimisión de la ministra Ribera.
No es la primera vez que intercede el Ministerio de Trabajo. De hecho, hace ya varias semanas preguntó a Transición Ecológica si existía algún estudio que midiese el impacto que el desembarco de la eólica marina podía causar en el empleo de los pescadores. Y no lo había. Razón que le valió a Díaz para tumbar su aprobación hace tres semanas en el Consejo de Ministros. Una medida que fue rechazada la semana previa al Consejo (hace cuatro semanas), que fue cuando se propuso por parte del Ministerio de Ribera.
Existe todavía un hilo fino para el encuentro entre los planes del Gobierno y las energéticas con los intereses del sector pesquero. Según aseguran los pescadores, ellos «no se oponen» a la eólica marina, pero piden que esta se construya sin que afecte a los puestos de trabajo y que previamente se haga un estudio de impacto «ambiental y social».