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Capital sin reservas

Los cisnes negros de Calviño y el ‘pato cojo’ de la CNMV

La nueva ley del Mercado de Valores rebaja la capacidad de mando y las expectativas de renovación de Buenaventura como presidente del organismo

Los cisnes negros de Calviño y el ‘pato cojo’ de la CNMV

Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV. | Europa Press

La vicepresidenta Nadia Calviño no parece muy convencida de las opciones que maneja Pedro Sánchez en su afán desesperado por contratar otros cuatro años de alquiler en el Palacio de la Moncloa. Ni con Yolanda Díaz ni sin ella tiene remedio el proyecto socialista y por eso la responsable de la política económica ha decidido que cada palo aguante su vela dentro del organigrama de poder del Ministerio de Economía y organismos asociados. Desde la pánica historia de su marido como frustrado directivo de Patrimonio Nacional hasta la contestada promoción de su jefa de gabinete, Judith Arnal, como consejera del Banco de España, la ministra está curada de espanto y no quiere dar ningún paso más en falso que deteriore su ‘make-up’ en Bruselas, donde aún goza de buen cartel y seguro que podrá rehacer su plan de carrera.

La estrategia low profile que trata de imponer Calviño en su círculo de influencia ha golpeado esta vez de manera directa a Rodrigo Buenaventura en las aspiraciones que éste también pudiera ambicionar para renovar su actual desempeño como presidente de la CNMV. Aunque el consenso de analistas financieros ha pasado de puntillas acerca de la última reforma de ley del Mercado de Valores, en los ambientes jurídicos existe la impresión de que la nueva regulación supone un serio revés para el ticket formado por el titular de la institución y su vicepresidenta, Montserrat Martínez, cuyo mando conjunto en plaza caduca en año y medio, cuando el nuevo Gobierno que salga de las urnas dispondrá ya de criterio y deudos sobrados para dar un golpe de timón al frente del supervisor bursátil.

Calviño ha desechado la oportunidad de asegurar hasta 2026 los cargos de la plana mayor que dirige la Comisión de Valores en una decisión que ha desconcertado a propios y extraños. La ampliación a seis años de los mandatos que hasta ahora se establecían por periodos cuatrienales daba a entender que tanto el presidente como la vicepresidenta del organismo regulador iban a tener garantizada la extensión de sus funciones aprovechando la entrada en vigor de la normativa recientemente aprobada. De manera sorprendente, el texto oficial publicado en el BOE deja en manos del futuro responsable del Ministerio de Economía plena discrecionalidad para prorrogar a su arbitrio los contratos de los más relevantes administradores de la CNMV.

El brindis al sol de una disposición transitoria clave

La ley establece que los titulares de la presidencia, de la vicepresidencia y de las consejerías del Consejo de la CNMV que se encuentren en su primer de mandato podrán ser renovados al término del mismo «una única vez y por un periodo total que, incluyendo el tiempo transcurrido con antelación a la entrada en vigor de esta ley, no podrá exceder del plazo de seis años». En las actuales circunstancias políticas y por mucho que algunos quieran enfatizar la condición soberana que adorna a las instituciones de regulación económica, la disposición transitoria en cuestión constituye un brindis al sol que convierte en eventuales ‘patos cojos’ a los encargados de vigilar la playa bursátil.

«El presidente de la CNMV se ha convertido en un jardinero fiel dispuesto a cultivar la planta de la ministra, aunque para ello tenga que abdicar de sus más amplios conocimientos»

Las competencias efectivas de Buenaventura y Martínez son curiosamente las más perjudicadas dentro del comité ejecutivo del organismo supervisor por cuanto que ambos entraron en el año 2020 a instancias del actual Gobierno de coalición. Más fortuna ha tenido la consejera Helena Viñes, designada en mayo de 2021 y que no podrá ser removida del puesto hasta 2025. La cuarta consejera, María Dolores Beato lo tiene incluso algo mejor ya que fue renovada para un segundo mandato de cuatro años el pasado mes de julio. La palma en todo caso se la lleva Mariano Bacigalupo, el marido de la ministra Teresa Ribera, que estrenó el cargo en septiembre y se convertirá en un contrapeso de cuidado dentro de una CNMV escorada bajo dominio del Partido Popular

En estas circunstancias, y hasta que lleguen las elecciones generales, la Comisión de Valores está condenada a pasar de puntillas sobre todos y cada uno de los grandes charcos que acechan al mercado de capitales en España. Con su actitud dúctil y emoliente, Buenaventura parece emular al Santo Job, Calviño me lo dio Calviño me lo quitó, tratando de evitar el aleteo de cualquier ‘cisne negro’ que pueda salpicar la imagen de la persona que le nombró para el cargo. El presidente de la CNMV se ha convertido en un jardinero fiel dispuesto a cultivar la planta de la ministra, aunque para ello tenga que abdicar de sus más amplios conocimientos adquiridos durante los muchos años de experiencia en las autoridades europeas del mundo bursátil.

Ni quita ni pone rey, pero ayuda a su señora

Después del célebre expediente X sobre Indra, concertación sí pero no, Buenaventura ha respondido con su más elocuente silencio a la manipulación urdida por el Ministerio de Economía para acorralar a Ferrovial en su escapada a los Países Bajos. La carta difundida a los cuatro vientos por el secretario de Estado, Gonzalo García Andrés, señalando que no existe ningún impedimento para la contratación directa de las acciones de la constructora en Estados Unidos constituye una flagrante utilización, en vano por supuesto, del nombre de la Comisión de Valores. No fue eso precisamente lo que expuso el comisionado en jefe cuando intervino en sede parlamentaria al principio del affaire y dejó caer, con la boca pequeña eso sí, que el camino de cotización que conduce a Wall Street podía ser arduo y en todo caso no era inmediato

El Gobierno ha usado y desgastado a la CNMV, y también de paso a una empresa privada como Bolsas y Mercados Españoles (BME), para crear una atmósfera de presión estéril contra el grupo que preside Rafael del Pino. Algo parecido a lo que ocurrió en tiempos de Zapatero con otros variados casos de infausto recuerdo, BBVA y Endesa principalmente, que dieron lugar a una lucha intestina dentro de la institución y desembocaron en la dimisión airada y abrupta del entonces presidente Manuel Conthe. Buenaventura formaba parte también de aquel equipo dirigente y fue testigo de excepción y víctima colateral de unos acontecimientos que ensuciaron la memoria histórica del organismo regulador

Todo ello explica ahora el perfil egipcio, reservado y enigmático, de una CNMV que ni quita ni pone rey pero que trata de ayudar todo lo que puede a su señora como intendente al servicio del guion que dicta Moncloa. En Ferrovial la manita de Buenaventura no ha surtido mayores efectos. Veremos a ver si tiene más suerte con Unicaja y su crisis interna propiciada el día en que Calviño cuestionó la idoneidad de Braulio Medel y, por ende, de todo el proceso de fusión con Liberbank. El banco malagueño tiene problemas de gobernanza y ofrece un extraordinario motivo de redención para poner en valor la supuesta independencia de la Comisión. Claro que eso implica jugar con fuego y si Calviño no quiere mojarse ni debajo del agua se antoja complicado que Buenaventura abra la manguera para meterse en otro incendio.

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