Paseo triunfal por las Juntas del Ibex: mucho voto y poco quórum
Los primeros espadas de las sociedades cotizadas se han ocupado de renovar con amplias mayorías sus mandatos para no dar carnaza al Gobierno
Los grandes popes del Ibex 35, todos ellos y ellas, han demostrado este año estar sobradamente preparados para morir con las botas puestas. La élite empresarial española ha dejado en mantillas al General Custer y, después de la temporada de juntas que ahora termina, está visto que ni el más sanguinario Toro Sentado o activista al uso que se precie será capaz de domeñar su irrefrenable instinto de poder. En una regla que no necesita de la excepción para confirmarse plenamente, los más de veinte presidentes y consejeros delegados que este curso tenían que renovar su mandato han pasado la prueba con nota, disipando de un plumazo las esperanzas de aquellos ilusos que, por interés, conveniencia o simple morbo corporativo, se habían entusiasmado con la idea de un cambio sucesorio en alguna de las grandes sociedades cotizadas.
Es verdad que los departamentos jurídicos de las más renombradas empresas bursátiles han tenido que fajarse estos meses atrás para que los proxy advisors no hicieran algún estropicio en sus informes de recomendación de voto. Por suerte, el sofisticado mercado de capitales ofrece ahora la oportunidad de contratar otros apoderados más amigables, los llamados proxy solicitor, encargados de recabar el apoyo de los grandes accionistas institucionales y acaparar delegaciones favorables a las propuestas del consejo. Los primeros espadas no tenían realmente ningún temor a perder la silla, que hasta ahí podríamos llegar, pero no querían salir tocados con un resultado precario que pudiera arruinar su paseo triunfal en la junta al estilo de los legendarios generales romanos tras sus victoriosas batallas de conquista.
Nobleza obliga porque la misión de los más aclamados dirigentes corporativos no admite victorias por la mínima. Algo de eso le ocurrió hace cuatro años a Florentino Pérez, que salió reelegido en ACS con un raquítico 64% de los votos. De ahí el esmero en ajustar ahora la estructura de su consejo al buen gobierno corporativo introduciendo más peso femenino en el máximo órgano de gobierno, aún a costa de que los abogados del Estado amenacen con superar a los ingenieros de caminos en la toma de decisiones estratégicas. No caerá esa breva, que para eso el presidente del Real Madrid, con su inseparable Chitín del Valle, ha conseguido refrendar este año su cargo en el grupo constructor con el apoyo del 98,5% del capital presente y representado. Lástima que el quórum en la junta fuera un escueto 56%, incluyendo el paquete del propio presidente y máximo accionista, cercano al 14%.
La participación efectiva de la masa social en las asambleas generales no suele ser un especial motivo de preocupación para los gerifaltes de las grandes empresas, más si cabe cuando ya de antemano disponen de las delegaciones suficientes para salir por la puerta grande en su rendición anual de cuentas. El caso de Ignacio Galán en Iberdrola así lo atestigua. El presidente de la eléctrica, coincidencias de la vida, ha conseguido el mismo porcentaje de respaldo que su némesis de ACS, pero a diferencia de Florentino Pérez ha exhibido una asistencia extraordinaria del 72% en la junta general, que este año cambió su habitual lugar de celebración en el grandioso Palacio Euskalduna por el más recoleto centro de negocios que la primera compañía eléctrica del país posee en su emblemática Torre de Bilbao.
El traslado de la convocatoria provocó que una parte de los minoritarios se quedaran fuera de juego sin poder acudir al evento. La empresa justificó las molestias en razones de aforo, que se suponía había sido cubierto por otros accionistas más rápidos a la hora de consignar su registro de asistencia. Algunos de los damnificados habían preparado a conciencia su eventual intervención en la junta y no precisamente para proclamar laudatorios panegíricos acerca de la gestión del equipo presidido por Ignacio Galán. De ahí que en los días previos a la junta el departamento de Protección al Inversor de Bolsas y Mercados Españoles (BME) haya tenido que emplearse a fondo para calmar las protestas de los interesados que tras perder el derecho de participación no han querido privarse de ejercer, cuando menos, su recurso al pataleo.
El inmarcesible liderazgo de los grandes patrones está construido sobre jerarquías muy sólidas y no admite voces replicantes. Mucho menos en un año crítico como el actual en el que alguno de ellos se han visto obligados a comparecer públicamente en procesos judiciales interminables, Villarejo no se acaba nunca, o han tenido que enfrentarse, con tribunales de por medio también, al acoso permanente del Gobierno y su variado surtido de impuestos especiales. La banca y las multinacionales energéticas, sobre todo, han sido especialmente sensibles a la hora de preparar con exquisita pompa y boato la aclamación de sus máximos ejecutivos, tratando de evitar la más mínima fisura con los accionistas que pudiera servir de carnaza a las huestes de Pedro Sánchez en sus arrebatos contra la casta empresarial.
«Los Galán, Florentino, Botín, Gortázar y Oliu han obtenido el respaldo unánime de sus masas sociales gracias, sobre todo, a delegaciones de voto masivas recabadas por sus servicios jurídicos »
En lo que concierne al sistema financiero el BBVA se ha encargado concienzudamente de despejar las sombras de duda que, interesadas o no, se vertieron meses atrás sobre la estabilidad en el cargo de sus dos timoneles al mando. La división de funciones entre Carlos Torres y su consejero delegado, el turco Onur Genç, fue forzada por el Banco Central Europeo (BCE) aprovechando la tormenta que se desató tras la salida, definitiva y no menos forzosa, de Francisco González hace ya cuatro años. Cuesta entender que la relación de poderes impuesta a ultranza por el regulador europeo esté plenamente consolidada, pero no es menos cierto que los mandatos de ambos responsables fueron renovados el pasado ejercicio por un periodo de tres años, de manera que la cohabitación, guste o no, tiene recorrido programado hasta 2025.
Menos acuciante pero sí más urgente era el trámite de gobernanza que este año tenían que abordar los otros tres grandes del sector. El Banco Santander, CaixaBank y el Banco Sabadell debían someter al refrendo de sus accionistas la continuidad al pie del cañón de Ana Botín, Gonzalo Gortázar y Josep Oliu, éste último en calidad de consejero externo tras haber cedido en 2020 los trastos ejecutivos a César González-Bueno por imperativos de los mismos guionistas de Fráncfort. Por supuesto que todos ellos han aprobado la reválida y si se apura con sobresaliente alto. La matrícula de honor es más discutible porque aunque los tres han obtenido un respaldo casi unánime, ninguno de ellos ha alcanzado el umbral del 80% de quórum que habría certificado una salida a hombros por la puerta grande al estilo Morante de la Puebla.
En la industria del gas y del petróleo, situada en el centro de la diana sostenible sobre la que lanza sus dardos la vicepresidenta Teresa Ribera, la gran incógnita residía en comprobar el apoyo que los distintos y no tan bien avenidos socios de referencia de Naturgy iban a otorgar a su presidente, Francisco Reynés. Con un 93% de votos favorables y un quórum de asistencia del 91% el primer ejecutivo de la empresa que todavía gira bajo la órbita de La Caixa puede darse por seguro en el puesto. Tanto su preceptor en el cargo, Isidro Fainé, como los fondos de inversión presentes en el capital han cerrado filas en torno a la figura de un ejecutivo al que algunos analistas siguen concibiendo como candidato para más prominentes designios.
Repsol pudo hace tiempo colmar las expectativas de Reynés pero ahí está Antonio Brufau con muy pocas ganas de jubilarse pese a lo que él mismo insinuó hace cuatro años, cuando delegó los poderes ejecutivos de la compañía en su fiel Josu Jon Imaz. Dentro de diez días los dos capitanes generales de la petrolera van a reclamar de nuevo la confianza de la junta general para seguir al pie del cañón, por lo menos, hasta 2027. No se esperan sorpresas ni siquiera teniendo en cuenta lo muy alto que los otros colegas del Ibex han colocado este año el listón de sus renovaciones. Pero como diría el cachondo de José Mota con su ‘Fumi de Morata’, tampoco se trata de mejorar la plana a nadie. Basta con que la igualen.