Consejos básicos para cualquier 'startup' que (de verdad) necesite capital
La carrera hacia el éxito está plagada de obstáculos, pero ningún emprendedor debería obsesionarse con las rondas
Si, como afirma Andreessen Horowitz, el software está engullendo la economía mundial, los emprendedores tecnológicos deben asumir una idea rompedora: quizás no necesiten a un business angel o un fondo de inversión para inyectar combustible a su startup. No al menos en los inicios.
Diseñar un buen software moviliza muchos menos recursos que fabricar smartphones o desplegar plantas de energías renovables. Pesan más el talento programador, la utilidad de la herramienta y la visión comercial.
Casos recientes de éxito en España demuestran el brutal poder del SaaS (software as a service): Factorial y su plataforma de recursos humanos; Red Points y su escudo de protección de marcas; Genially y sus contenidos visuales e interactivos; OnTruck y su entramado logístico.
En los cuatro ejemplos citados el venture capital juega un rol fundamental. La idea no es negarle al fondo su protagonismo, sino dejarlo para cuando toque. Un buen negocio es aquel que arranca sin la presión desmedida de los múltiplos que el inversor promete a sus LPs.
Aun así, no siempre existen los ahorros, la triple F del préstamo originario (friends, family and fools) o los 20.000 euros prometidos por Sumar a los jóvenes de 18 años. En tal caso conviene comprender muy bien cuál es la mejor estrategia para aproximarse al capital riesgo y a la expectativa de una ronda.
Una ruta engañosa
Las rondas de inversión, dicho sea de paso, son las estrellas mediáticas del ecosistema emprendedor. A mayor cifra levantada, mayor gloria aparente, aunque a veces ocurra lo de Jeff, que quebró poco después de anunciar la captación de 83 millones.
El embeleso del gran guardismo oculta a veces la frondosidad del camino. El mero hecho de llamar la atención de un fondo ya es meritorio, y este es sólo el comienzo de un proceso donde la narrativa (condensada a menudo en el pitch) es de vital importancia.
Describir qué problema se detecta en el mercado, cómo se resuelve, dónde está la competencia y cuál es la propuesta de valor crean en conjunto una sensación de mayor o menor solvencia que además debe vertebrarse en la maestría de una intervención corta (media hora) donde los primeros cinco minutos decantan la balanza hacia la atención o el desinterés.
El grifo no fluye, gotea
La estadística dibuja un panorama sombrío para las startups enfrascadas en levantar su primera ronda. Las operaciones de capital riesgo cayeron un 33% en todo el mundo a mediados de 2023 en comparación con el mismo periodo del año anterior, según datos de la muy solvente PitchBook.
Como el dinosaurio de Monterroso, el dinero sigue ahí, pero los fondos aguzan los sentidos y tardan más en decidirse. Si en 2021 los equipos de filtrado se centraban en las métricas de crecimiento, hoy veneran la rentabilidad. Hay que adaptar el negocio al ánimo de los mercados.
Cinco recursos más
Pablo Perea, VC investor en GoHub Ventures, lanza algunas recomendaciones extra. «El founder ha de estar abierto a compartir la información crítica que incumbe a su startup sin guardarse ningún as en la manga —afirma—. También es muy útil que disponga al menos de dos decks, uno para la presentación más introductoria y otro que descienda al detalle».
Para completar la guía de Perea, el emprendedor debe sumar cuando menos otras tres virtudes: conocer bien las características del fondo con el que dialoga (que no parezca que la startup contacta al tuntún), conservar una parte mayoritaria del capital (que el accionariado no esté atomizado) y transmitir que está capacitado para llevar a la compañía al lugar imaginado.