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Capital sin reservas

Las cuentas de la lechera Montero y la sombra de Rebeca

Hacienda intenta distraer la atención de Bruselas mientras busca fuentes de financiación para saciar a los separatistas

Las cuentas de la lechera Montero y la sombra de Rebeca

La vicepresidenta cuarta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. | Eduardo Parra (Europa Press)

En el muro de las lamentaciones empresariales levantado a pulso por Pedro Sánchez ha surgido una preocupación añadida que promete mayores desvelos a poco que el presidente del Gobierno decida correr el escalafón tras la marcha de Nadia Calviño. La responsable de la política económica dejará sus labores más pronto o más tarde, bien sea en enero para acceder a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) o en calidad de comisaria en Bruselas tras las elecciones al Parlamento Europeo de junio. A partir de esta baja anunciada a los cuatro vientos se abre la incógnita de saber quién ocupará la vicepresidencia primera en el Ejecutivo y, en consecuencia, asumirá los galones de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos donde se han de cocer a fuego lento las disposiciones jacobinas que tantas alarmas han encendido en el mundo de los negocios y las altas finanzas.

Nadia Calviño ha intentado calmar los ánimos de las empresas durante su toma de posesión con un mensaje conciliador que se ha desvanecido a las primeras de cambio para caer finalmente en saco roto. Cualquier observador, por muy ingenuo, que se precie sabe de antemano que la titular de Economía está ya de paso y no deja de ser un pato cojo en la estructura de mando con que el jefe del Ejecutivo ha garantizado la continuidad de su equipo económico. Precisamente es ese seguidismo en el reparto de poderes entre vicepresidentas lo que pone de los nervios a los agentes productivos ante la posibilidad de que Yolanda Díaz aproveche la eventual reestructuración en el gineceo de Sánchez para sentar sus reales a la derecha, es un decir, del gran jefe

Es tal la angustia que domina en los cenáculos corporativos que a día de hoy no son pocos quienes se hacen cruces confiando, cosas veredes, en que María Jesús Montero pueda dar finalmente el sorpasso a Yolanda Díaz con un salto de caballo dentro del organigrama del Gobierno. La titular de Hacienda ha sido promovida como vicepresidenta cuarta, pero su exquisita relación de confianza con el líder socialista la convierte en favorita para tomar el testigo de Nadia Calviño y erigirse en jefa de filas de un sanedrín económico fragmentado actualmente en una decena de departamentos ministeriales, cada uno de su padre y de su madre. Siguiendo la moda dominante, los empresarios tratan de hacer también de la necesidad virtud y aunque la célebre Marisú tampoco avala mayores garantías cualquier solución parece menos mala que la de una ministra comunista vestida de seda.

Hacer de Cataluña un paraíso fiscal

Bajar los humos a Yolanda Díaz no va a ser una misión nada sencilla dadas las urgencias que obligan en estos momentos a la titular de Hacienda como máxima responsable de negociar los nuevos Presupuestos del Estado dentro de ese inmenso mar de contradicciones en el que se ha zambullido el jefe del Ejecutivo. La cartera que acarrea la sonriente Montero, aunque sea finalmente agraciada con el cargo nominal de vicepresidenta primera, constituye un regalo envenenado que pondrá a prueba el principio de incompetencia derivado de los acuerdos rubricados con las diferentes fuerzas separatistas. Desde el punto de vista fiscal, los pactos de investidura no tienen ni pies cabeza y están sujetos a todo tipo de interpretaciones compatibles estrictamente con el grado de concesiones que pueda aflojar un Gobierno afligido y arrastrado a un callejón sin salida.

Cuando el PSOE firma por escrito con Junts que va a ceder el 100% de los impuestos en Cataluña está muy claro que lo dice a instancias de un lego en la materia y probablemente sin que nadie con criterio tributario haya participado en tan ambigua e irresponsable decisión. Falta por aclarar, hasta la fecha, qué diablos se esconden tras los detalles de dicho traspaso; si se trata de la recaudación, si es solamente la gestión o si se refiere a la capacidad normativa. Previsiblemente, y dado el nuevo material de apaciguamiento y concordia con que se tapiza la sillería de Moncloa, a lo peor son todos y cada uno de los tres niveles competenciales los que se transfieren a la Generalitat. Con el añadido de una garantía de financiación que permita a los dirigentes nacionalistas disfrutar de un paraíso fiscal sin parangón en las listas internacionales de la Unión Europea y de la OCDE.

«La Comisión Europea está más preocupada por evitar tentaciones manirrotas en España que por impedir la amnistía a los condenados del procés»

Con estos mimbres no es muy factible que María Jesús Montero puede coser un cesto presupuestario que disuada a los vigilantes de la playa comunitaria en su celo por recuperar las reglas fiscales que permitieron la puesta en marcha de la Unión Monetaria en Europa. Los esfuerzos de Nadia Calviño para edulcorar los límites de déficit y deuda pública, si es que al final se sale con la suya, supondrán un cierto desahogo para algunos Estados miembros que figuran ciertamente agobiados en el saneamiento de sus cuentas públicas, pero no tanto para España, que ha sido conminada por Bruselas a tentarse la ropa antes de sacudirse el bolsillo. No se olvide que desde hace meses, con motivo de las previsiones de primavera, la Comisión Europea requirió ya un ajuste de casi 10.000 millones de euros al anterior Gobierno de Sánchez en cuanto que superase un incremento del 2,6% en su próximo techo de gasto.

Otra subida encubierta de impuestos en 2024

La actualización de las pensiones al IPC y el alza del sueldo de los funcionarios romperán este umbral haciendo añicos el cántaro de la lechera con que Hacienda intenta distraer la atención mientras busca nuevas fuentes recaudatorias en forma de gravámenes extraordinarios y subidas encubiertas de impuestos, tal y como se desprende de la negativa a deflactar de nuevo en 2024 la tarifa del IRPF. En su delirio por seguir las consignas de Moncloa, la ministra se ha quedado tan ancha asegurando que la amnistía del ‘procés’ permitirá incluso mejorar el escudo social con leyes progresistas. De haberlo sabido antes Sánchez y sus acólitos no tendrían que pasar por el escarnio de recordar ahora el repudio con que hace dos años se manifestaron en contra de la tal y máxima medida de gracia. Claro que entonces lo que se trataba de defender no era el estado de bienestar, sino los indultos que sacaron de la cárcel a Oriol Junqueras y demás dirigentes catalanistas condenados por el Tribunal Supremo.

Europa tiene bien apretada por la corbata a España como evidencia de manera palmaria la inclemente retirada de las ayudas para paliar la subida de los precios de la energía. Al margen de la monserga institucional sobre esas cuestiones que allende los Pirineos se entienden como pláticas de familia entre los distintos y mal avenidos parientes políticos que conviven en nuestro país, lo que realmente preocupa en Bruselas es mantener a raya cualquier tentación manirrota por parte de aquellos que tienden a olvidar las viejas y buenas costumbres presupuestarias. María Jesús Montero, que fue durante los primeros gabinetes de Sánchez la rival predilecta de Nadia Calviño, va a terminar obteniendo lo que buscaba, una herencia hipotecada a gestionar entre la espada de los montaraces secesionistas y la pared de los burócratas comunitarios. Todo ello bajo la sombra de Rebeca que es el papel que, a buen seguro, estará encantada de interpretar la empoderada Yolanda Díaz.

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