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Opacidad, enchufes y alto coste ponen en la diana el «chiringuito» turístico de Barcelona

Las dos últimas colocaciones cuestan 215.000 euros anuales a un consorcio con un presupuesto de 45 millones

Opacidad, enchufes y alto coste ponen en la diana el «chiringuito» turístico de Barcelona

La sede de Turismo de Barcelona, propiedad de una de las empresas de su presidente, Jordi Clos | TdB

El consorcio Turismo de Barcelona se enfrenta a una creciente presión tras una serie de polémicas que han afectado al ente público-privado encargado de la promoción del destino de la capital catalana en el extranjero. Tal y como reveló THE OBJECTIVE, tras despedir a una cuarta parte de su plantilla, el organismo ha fichado como altos cargos a Jordi Clos, principal fortuna del sector turístico barcelonés, a Arantxa Calvera, ex número dos del acalde Jaume Collboni, y a Mateu Hernández, otro hombre de confianza del líder socialista, entre otros nombramientos controvertidos.

A la resistencia de grupos activistas antiturismo y de la oposición municipal se suman las críticas internas dentro del sector turístico, que ve con preocupación que la gestión del destino se lleve a cabo de forma poco transparente, algo que creen que puede dar alas al sentimiento de turismofobia que está en auge en la Ciudad Condal ante la creciente masificación. También es motivo de inquietud el proceso de politización de este consorcio, que ha pasado de ser una representación coral de los intereses del ayuntamiento, Cámara de Comercio y los diferentes sectores que viven del visitante extranjero a un ente controlado por el consistorio y los empresarios hoteleros.

Mientras fuentes de la oposición municipal ya definen al consorcio, dotado con un presupuesto anual de 44,5 millones de euros, como un «chiringuito» que «habría que liquidar», plataformas vecinales partidarias de reducir el peso del turismo en la economía local apuestan también por dar carpetazo a esta entidad. Ante esta situación, desde el sector se recuerda que Calvera, actual gerente del organismo y ex jefa de Gabinete de Collboni, tiene poca legitimidad para defender la labor de promoción turística, pues ella misma defendía hace unos años posturas similares cuando aseguraba desde las juventudes socialistas que congresos internacionales como el Mobile han convertido a Barcelona en «el burdel de Europa».

Mateu Hernández (i), Jordi Clos (2i), Jaume Collboni (3i) y Manel Casals (d) | Ayuntamiento de Barcelona

Una de las voces del activismo vecinal que reclama el cierre de Turismo de Barcelona es la Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico (ABDT), que identifica este consorcio «como un lobi que se mueve por intereses privados». Según Daniel Pardo, miembro de esta plataforma crítica, el ente «está diseñado para la promoción turística», y los intentos del mismo para argumentar que va a dejar de promover el destino para promover «el producto» y así pasar de la masificación a un «turismo de calidad» son «puros malabarismos terminológicos para entretener y seguir haciendo lo mismo».

«Parar la promoción pública de la ciudad es el primer paso y no tiene ningún sentido la existencia de Turismo de Barcelona», defiende Pardo, que aboga porque «sea sustituida por una agencia pública de control y reducción de la actividad turística». Denuncia que las inversiones acometidas con la recaudación de la tasa turística «no están justiciadas formalmente», una realidad que «está normalizada cuando es una anomalía democrática y contable para hacer la promoción de la ciudad que el sector privado quiere con dinero público».

Asimismo, Pardo considera que el objetivo de transicionar hacia un «turismo de calidad» es «una expresión clasista», pues el turista que debería llegar «no debería ser gente rica, sino que respeta la calidad de vida local». «Parece que los turistas ricos no se emborrachan y toda esta clasificación de turistas culturales, mochileros y de borrachera parece que fuesen compartimentos estancos, cuando no hay una contradicción entre ir a un museo y emborracharse, es demagogia y marear la perdiz para hacer ver que se está haciendo algo», zanja.

El interlocutor de la ABDT recuerda que, tras la pandemia, «la industria turística ha sido rescatada por el sector público y ha habido un proceso de returistificación, se han puesto todos los esfuerzos privados y públicos y eso nos ha llevado a la situación insostenible que tenemos ahora mismo». Aclara que su asociación no está por la eliminación del turismo, sino por «una reducción de la afluencia de la actividad turística en la ciudad, porque este sector está concentrando cada vez más, demasiado peso en la economía de la ciudad y eso la hace dependiente y demasiado vulnerable».

Fuentes sectoriales matizan que no creen «que tenga que desaparecer Turismo de Barcelona, pero sí exigir una mayor trasparencia porque es una entidad opaca». Añaden que «siempre ha sido un mamoneo al servicio de los hoteleros, que se han creído dueños y señores de la entidad» y que «solo hay que ver el actual comité ejecutivo, que son todos hoteleros cuando debería mostrar la diversidad de lo que es el turismo: apartamentos, recursos turísticos, entidades culturales…»

Un «nido de corrupción»

El mismo interlocutor se refiere al consorcio como un «nido de corrupción» y de «mamoneo político», especialmente a raíz de los últimos nombramientos en la cúpula directiva. El máximo representante del ente público-privado es el presidente, Clos, que no está exento de intereses particulares pues es a la vez presidente de la patronal hotelera barcelonesa y la principal fortuna del sector en Cataluña, hasta el punto de haberse colado en la lista de los 100 españoles más ricos.

Pero además, Clos no solo es presidente del órgano público-privado, sino que es también su casero. Papire SA, una de las filiales de su grupo hotelero Derby Hotels, es la propietaria de la sede del consorcio y hace negocio con el alquiler del edificio, permitiendo al empresario lucrarse a pesar de que su cargo es, sobre papel, no remunerado y no existe una incompatibilidad para que lo ocupe simultánemante a la presidencia del gremio hotelero. Fuentes de la organización recuerdan que «Jordi Clos siempre ha estado vinculado a Turismo de Barcelona desde su génesis», ya que antes de ser su presidente fue uno de los miembros fundadores y ocupaba una vicepresidencia, por lo que opinan que «es lo mismo de siempre pero no es nada extraño, no hay ningún tipo de problema».

Los 125.000 euros del director

El segundo de a bordo es Mateu Hernández, hombre de confianza de Collboni y, desde hace unos meses, director general de la entidad. En el sector turístico es sabido que, cuando ocupaba un puesto en la reconocida entidad empresarial Barcelona Global, «se puso a hacer viajes de promoción de la ciudad atribuyéndose las competencias de Turismo de Barcelona, a quien siempre ha puesto verde». «No sé si ahora le gustará que Barcelona Global continúe haciendo lo mismo», apuntan las mismas fuentes.

Añaden que, desde la llegada de Hernández, se ha recrudecido el conflicto laboral en la entidad y se han vivido escenas tensas dentro de la misma, entre las cuales gritos, tratos humillantes, trabajadores llorando, personas de baja y varios despidos o dimisiones. Aunque desde el ente no aclaran la retribución de sus altos cargos, otras fuentes sitúan el salario del directivo en torno a los 125.000 euros anuales.

Los 90.000 euros de la gerente

La tercera en la cadena de mando es Arantxa Calvera, ex jefa de Gabinete de Collboni que, según las fuentes consultadas, ha cosechado al menos dos quejas en el comité de empresa del consorcio por malos tratos. Pese a su nula experiencia en el sector previa a su nombramiento, la gerente percibe unos 90.000 euros anuales.

Arantxa Calvera, gerente del consorcio Turismo de Barcelona | CCMA

Otro aspecto polémico de la nueva dirección es la configuración de los vocales del comité ejecutivo, que ha sido leída como una toma de control por parte del sector hotelero. La patronal hotelera no solo ha logrado colocar como presidente a Clos, sino que su mano derecha, Manel Casals, director general del Gremio de Hoteles, también ha conseguido una vicepresidencia en la entidad. También ha conseguido un puesto como vocal Joan Gaspart, un veterano del sector inhabilitado por una jueza de Barcelona durante cinco años para gestionar bienes ajenos por la quiebra del grupo hotelero Husa.

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