Donde dije Fanta, digo kombucha

Beatriz Magro y Nuria Morales fundan Komvida en 2017 con la improbable misión de crear una referencia en el mundo de las bebidas no alcohólicas desde un lugar, Fregenal de la Sierra (Badajoz), habituado al ostracismo. Magro es la CEO y Morales la directora de producto. La primera orbita entre Madrid y Extremadura y se las arregla para combinar su faceta empresarial con sus labores de madre (recientemente nació su cuarto hijo varón). El año pasado, la marca rondó los 12 millones de facturación. 

En la fábrica de Fregenal trabajan unas 100 personas. Alrededor del 75% de la plantilla la integran mujeres en un área rural donde las oportunidades las copan los hombres. «Aquí hay dos mataderos (con un 90% de trabajadores masculinos), una empresa de corcho y tres o cuatro funcionarios», relata Magro mientras camina por el pueblo. «Nuestro propósito es contribuir al bienestar de las personas generando riqueza en nuestra tierra y en torno a las mujeres».

Fregenal es un lugar cargado de historia. Benito Arias Montano, capellán de Felipe II, hebraísta y traductor de la Biblia, nació allí. Paisano suyo es también Juan Bravo Murillo, quien dirigiría diversos ministerios durante el reinado de Isabel II. Como curiosidad, hasta 1833 Fregenal perteneció al reino de Sevilla. Hoy, este pueblo de 5.000 habitantes (llegó a sumar 16.000) es responsable de la marca líder de Kombucha en España, con una cuota de mercado de más del 50%.

La kombucha es una bebida que se obtiene de la fermentación del té. La fórmula ideada por Magro y Morales no recurre a edulcorantes ni sabores artificiales, es natural y ecológica, y presenta diversas propiedades beneficiosas para la salud.

Beber sin envenenarse

«Lo que más mata en el mundo y lo que más adicción genera son los refrescos azucarados. La kombucha aporta en esencia dos grandes ventajas: contiene probióticos, es decir, bacterias que mejoran el sistema inmunológico; y también ácidos que vienen muy bien para la recuperación. Nuestra fermentación se hace con té verde, uno de los mayores antioxidantes del planeta», describe la CEO. 

Nadie dice que tomar Kombucha sea como «ir de peregrinación a Lourdes», pero el hábito «mejora el metabolismo y, aún más importante, hay muchos clientes que entran así en el mundo saludable y se quitan del consumo excesivo de alcohol o refrescos azucarados». 

Las rondas de inversión no seducen a las fundadoras de Komvida. Echaron a andar con lo puesto, obtuvieron recursos de la triple efe anglosajona (family, friends & fools) y dieron entrada en el capital a un pudiente particular en 2018. Ese inversor salió en 2022. Tomó el relevo, con una pequeña participación, el fondo francés Capza.  

Números y desafíos

«Lo más relevante es el Ebitda», zanja Magro. «La sostenibilidad pasa por pagar las nóminas de tus empleados. Y por generar beneficios que hasta ahora hemos reinvertido siempre en la compañía». El gran reto pendiente, continúa la CEO de Komvida, es conseguir algo similar a lo que hizo Aquarius en España.

«Este es un país muy tradicional en lo que a las bebidas respecta. Aquí se pide cerveza, vino, Fanta o Coca-Cola. Aquarius logró hacerse un hueco a pesar de su origen: era lo que el médico te recetaba para hidratarte si tenías diarrea. Construir ese cambio y esa presencia significa invertir muchísimo dinero», reflexiona la emprendedora extremeña.

No se trata sólo de guerrear en el supermercado, cuyas baldas copan cuatro o cinco multinacionales con testimonial presencia de algunas compañías independientes. Se trata de aliarse con restaurantes potentes que sirvan de altavoz y trampolín. Tamara Falcó es embajadora de Komvida. Casa Salesas, el local de su marido, Íñigo Onieva, ha incorporado la marca al menú. Y lo mismo hará la influencer Violeta Mangriñán en su nueva cafetería madrileña, Maison Matcha.